26 abril, 2024
Todos experimentamos a lo largo de nuestra vida aquel punto de inflexión que marca la diferencia, que cimienta las bases para aquello en lo que nos convertiremos.

How big, How blue, How beautiful (2015)

Todos experimentamos a lo largo de nuestra vida aquel punto de inflexión que marca la diferencia, que cimienta las bases para aquello en lo que nos convertiremos. Tarde o temprano, todos y todas experimentamos el cruento abrazo de la bella agonía que es el amor en cualquiera de sus manifestaciones.

Florence + the Machine ha compuesto el que es su tercer álbum de estudio, How big How blue How beautiful (2015), publicado el pasado 29 de mayo. Para promocionar el LP decidió publicar un vídeo corto a modo de presentación, con la música de la canción que da nombre al álbum pero recortada al minuto y medio y codirigido entre Tabitha Denholm, con quien ya trabajó para rodar los singles “Never let me go” extraído de Ceremonials (2011) o “Cosmic Love”, de su primer trabajo, Lungs (2009); y Vincent Haycock, encargado de dirigir hasta el momento cada uno de los capítulos/singles de esta odisea que narran Flo y su equipo. Y es que si en algo se caracteriza la música de la banda británica es en su confianza por el formato audiovisual y por el soporte del vídeo para acompañar la música, creando bellas obras de arte para los sentidos de todo aquel que esté dispuesto a ver, oír y dejarse llevar.

How Big How Blue How Beautiful representa un soplo de aire fresco en este año para la industria musical dentro de su género. Tres h y tres b que engloban una mescolanza de sentimientos y toda una experiencia en la que poder recrearse. Musicalmente inspirado en los viajes que la cantante, Florence Welch, realizó en su estancia en Jamaica y en L.A (EE.UU), este LP nos llega como una búsqueda de la autosalvación, pues narra un trágico proceso por el que la cantante pasó en su vida privada. De la discográfica Island Records, H.B.H.B.H.B ha sido producido por Markus Dravs (Mumford and Sons, Björk, Arcade Fire) y Paul Epworth (Adele, Foster the People, Paul McCartney), con quien ya trabajó anteriormente y que produce la canción “Mother”, todo un llanto de desesperación y auxilio, en busca de una protección ante el dolor sufrido.

Esta odisea marca un antes y un después en la carrera de la cantante británica y al igual que hizo Lykke Li con I never learn el año pasado, establece una vuelta a lo orgánico, alejándose de sonidos electrónicos y sintéticos. Ambas artistas comparten este nexo de unión en sus terceros trabajos, que apuestan por una vuelta a la realidad, con sonidos vivos y sirviéndose de instrumentos clásicos y voces corales. Aun así, entre toda la gama de nuevos elementos, el sonido que caracteriza a la banda británica sigue presente, tanto en la fuerza vocal como en el uso especial de coros, muestra de ello son las canciones “Third Eye”, que recuerda al hit “Dog days are over” y el segundo single “Ship to wreck”, de sonido pop y que representa la insistencia de Welch en utilizar el agua como elemento y método de expresión. Como dato curioso cabe mencionar que se le pidió a la cantante expresamente no escribir más canciones sobre el agua, pero supongo que es una petición difícil de cumplir, al fin y al cabo, las musas no atienden a razones.

Esta odisea ha sido el resultado de un trabajo en equipo que engloba a Isabella Sommers (integrante de la banda) y Kid Harpoon, famoso cantautor, con el que Welch colaboró en el pasado para escribir varias de sus canciones más celebres y que escribe el que ha sido el primer single del LP, “What kind of man”, una power rock-ballad que muestra a una Florence furiosa dirigiéndose al objeto de su amor.

En definitiva, Florence + the Machine sigue recorriendo una estela en la que es posible apreciar elementos que reiteran un modo de comprensión y entendimiento genuinos. La autora canta a las fuerzas de la naturaleza, aúlla y pide auxilio a la tierra, a la lluvia y a las plantas. Si se pudiera atribuir un tipo de color a este disco, sin duda alguna sería de tonalidad fría; una paleta de colores que varían desde el violeta hasta el azul o el gris. Unos colores que podemos ver presentes a través de los filtros que utiliza el director ya mencionado y encargado de dirigir los videoclips para este trabajo, Vincent Haycock.

Otro de los nuevos elementos en su videografía es sin duda el uso de la danza. Historias coreografiadas que reproducen las letras de Welch, dando vida a las metáforas de las que carece este trabajo a nivel escrito. Y es que el uso de metáforas era omnipresente en su trabajo hasta este LP, con el que ha decidido romper con su pasado. El resultado es un libreto de letras que bien podría ser el diario en el que Florence ahoga y libera sus demonios interiores, aquellos que le atormentan y que la mantienen despierta en las noches más oscuras.

How Big How Blue How Beautiful presenta batalla a una dura realidad y descarta la evasión. A modo de espejo, Florence debe enfrentarse a aquello que le acecha y acosa, sin posibilidad de rendición, sin tregua. No hay escondite a la vista. Es su manera de aceptar el pasado, de pasar página a través de la acción, no de la huida. Un proceso que nos ayuda a conocer los límites a los que se ha visto expuesta y que tiene como resultado la madurez emocional y en este caso, musical, de la artista.

Con influencias claras de Nick Cave, el álbum cuenta además con la ayuda de Will Gregory, del dúo Goldfrapp, encargado de los arreglos de vientos y que ha controlado la sección de trompetas, sonido que conduce el etéreo hechizo en el que Florence nos mantiene atados de principio a fin. Un toque épico que utiliza de forma soberbia y que encaja a la perfección con la nostalgia que aporta Welch en su cántico.

How Big How Blue How Beautiful es un álbum intimista e introspectivo, cercano, cálido a su manera. El tipo de material que disfrutas en soledad y en compañía a partes iguales y que sin duda enriquecerá con el tiempo, como un buen vino procedente de una excelente cosecha. Sin duda alguna, nos encontramos ante el mejor álbum de la cantante británica hasta la fecha, que sigue en su característica andadura por el mundo de la experimentación musical, que juega, extiende y altera sus posibilidades. Florence + the Machine es un niño que juega, sin presión ni miedo a equivocarse, que disfruta del recorrido casi tanto o más que la meta.

Como highlights del LP destacaría “Queen of Peace”, una poderosa pieza que habla de la incapacidad por evitar aquello que nos daña y del dolor que aqueja la partida, en ella se hace uso de las trompetas de forma magistral. Otra canción que hace uso de este instrumento es aquella que da nombre al disco y que no podría ser mejor intro para esta odisea. Como despedida, recomiendo a aquellos portadores de un alma con devoción por la magia de la música, escuchar “Various Saints and Storms”.

En definitiva, un álbum con numerosos puntos positivos pero no perfecto. Aunque Florence + the Machine lleve buen camino, aún parece como que no ha explotado del todo ese potencial que vemos desde que allá por el 2009 nos conquistara con Lungs. Con un gran talento y sensibilidad para la música, Florence absorbe el sonido que impera en la actualidad y nos enseña su particular percepción del mundo que nos rodea. Sin embargo, casi parece como si buscara de forma errática la respuesta a alguna pregunta aún sin formular. No tengo la menor duda de que cuando dicha pregunta quede formulada, asistiremos al cenit de esta inusual banda.

 

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