27 abril, 2024
Es uno de los músicos y compositores más brillantes del tan cacareado indie español. Estrena nuevo disco, Paramales. Sin posturas ni artificios, Xoel López sigue regalándonos un universo repleto de sentimientos y lugares mágicos en los que perderse.

Una tarde de verano cualquiera a una hora imprecisa, oyes de repente su reconocible voz al otro lado de la línea. Como si se tratara de alguien a quien ya conoces, Xoel López y su delicioso acento gallego conversan con fluidez desde el altavoz del teléfono. Tan cercano que casi parece no ser consciente del lugar preeminente que ocupa en la historia del indie nacional. La humildad, junto con las dotes musicales, es otra de sus virtudes. La simpatía (y la paciencia), también.

8Pistas: Atlántico y Paramales han supuesto un giro en tu carrera después de una etapa de silencio. Muchos artistas reniegan de tiempos anteriores pero no es tu caso ya que Deluxe sigue estando muy presente y este nuevo trabajo tiene mucho de aquel Xoel.

Xoel: Sí, probablemente más que Atlántico. Paramales es un disco que abre nuevos caminos e incluye cosas que no había hecho nunca. Al mismo tiempo, es verdad que recupera también cosas del pasado. Me atrevería a decir que encuentro conexiones con aquel Deluxe, más experimental en la producción, mas juguetón. Llega un momento en el que todo se mezcla. Es como si se abriesen todas las puertas y ya se quedaran abiertas. Todo vale, en el buen sentido, fuera prejuicios y viva la libertad.

Da la impresión de que todo lo que haces te sale bien. En ese sentido, Atlántico era un disco mestizo y muy valiente. ¿Cómo definirías Paramales?

Es un disco también valiente, porque hay una parte que siempre es nueva y que en mi cabeza funciona pero luego hay que escucharlo grabado. De hecho, hay cosas que siempre se quedan por el camino, no solo alguna canción sino también ideas de producción. Las llevo al estudio como una gran cosa y luego las pruebas y dices “esto es un frikada que no va a ningún lado”. Pero el ensayo y error es una forma de trabajar, es mi día a día como compositor. De esas pruebas, a veces atrevidas, salen cosas muy interesantes también. Sino, me aburriría.

La importancia del movimiento…

Nunca he sido conformista o estático, siempre fui una persona en movimiento en todos los sentidos, en lo musical y en lo personal también, me gusta sentir que estoy en un giro constante, que mi vida es movimiento. Luego ya donde parar o quedarse más tiempo se ve sobre la marcha pero siempre pienso en seguir hacia delante.

Sentirse libre para componer e interpretar tiene que ser todo un privilegio.

Es un curro. Es algo que tienes que trabajar día a día, la libertad no es gratuita. Uno tiene que luchar contra muchos miedos y prejuicios que la propia sociedad te impone. Cada vez que hago algo un poco distinto siempre hay quien te dice «¿pero vas a hacer eso? ¿pero en serio?».  Y si hubiera hecho todo lo que me decía esa gente, hoy no estaría aquí. Es algo en lo que tienes que poner horas, dedicación y creer mucho en lo que haces y pensar «si me equivoco, me equivoco yo», y que no sea esa cosa sosa y acomodada de hacer lo establecido. Esa libertad que siento que tengo, no al 100% pero sí en un alto porcentaje, me ha costado y me sigue costando trabajo, es difícil no perderla.

De este nuevo disco, ¿cuál es la canción que más disfrutas en directo?

Va por días, igual que cada día compuse una canción y me salieron canciones distintas, también cuando interpreto, según el día que tenga, mi estado de ánimo o la cantidad de veces que haya tocado un tema. Tengo mis favoritas, «Patagonia», en un principio, me parecía la mejor del disco y ahora ya no lo tengo tan claro. Al final me acaban gustando las que no son tan llamativas a priori como «Un año más» o «Yo vi un hombre desaparecer». Son canciones del disco que no están teniendo tanta repercusión y yo ya las estoy queriendo. Quizás porque las toco menos, las machaco menos y se mantienen más puras, más intactas.

«A serea e o mariñeiro» es un tema vibrante, muy atractivo, y por fin en gallego. Realmente se disfruta mucho.

Esa fue una apuesta, un buen ejemplo de un sonido que aposté por probar. No solo por cantar en gallego, sino también por la instrumentación. Porque es una canción que no tiene guitarras, sólo teclados y percusiones. Y era algo que me atraía mucho, experimentar por ese lado. Es una de las canciones de las que me siento orgulloso justo por eso, por haberme atrevido.

Nos vamos de toda la luz que tiene esa canción a «Todo lo que merezcas» o la Ley del Talión. Hay espacio para todo un abanico de sentimientos dentro de Paramales.

Me quedó un disco muy variado, un poco psicótico (risas). Hay más o menos grupos de canciones pero «Todo lo que merezcas» es una canción que se sale bastante. No la quería dejar fuera porque es un tema que tenía una intensidad especial más allá de la temática y se merecía competir con las demás. Es una canción con mala leche, algo que nunca había hecho porque no suelo practicar ese género. Pero al margen de estar bien o mal pensé que tenía fuerza y decía cosas que más de uno había pensado una vez en su vida, por lo que merecía estar en el repertorio.

América del sur, donde has vivido durante un tiempo, es un hervidero de género musicales y muchos han tenido reflejo en tus trabajos. ¿Tienes alguna espinita clavada, algún palo pendiente de tocar?

No siento que haya hecho ningún palo musical. Difícilmente encontrarás algo puro en mis composiciones. «Joven Poeta» tenía algo de abolerado pero no llega. «De piedras y arena mojada» es una especie de canción uruguaya pero tampoco. Recuerdo en la época de Deluxe, en el último disco hice una canción, «Quemas», que tiene influencia sureña y tiene más que ver con Lole y Manuel que con The Who, pero tampoco es una bulería. Me gusta pensar que las influencias se me cuelan de esa forma transversal, sutil, y no directamente.

Allá por 2008 salías buscando lo que te faltaba en el cielo de Madrid, ahora vuelves a vivir en la capital. ¿Sigue siendo un lugar hostil?

(Risas) Bueno, no creo ni siquiera que lo pensara en ese momento. Entonces sentía que mi vida era menos placentera de lo que yo quería por diferentes cuestiones personales y sentimentales. Pero es verdad que también yo me metía en la boca del lobo (risas). Iba a los sitios donde pasaban ese tipo de cosas que cuenta la canción, regresaba tarde y me encontraba con esa noche de la gente más solitaria de Madrid. He de decir que aunque es una capital y todas tienen ese punto de mayor hostilidad, es una de las ciudades que más acoge. No he encontrado otra ciudad donde todo el mundo, sea de donde sea, puede sentirse como en casa, más allá de la poesía y las canciones.

Hay muchas referencias en tus canciones relacionadas con el paisaje, algunas de ellas parecen casi fotógrafías. ¿Te motiva el entorno a la hora de componer?

Es difícil explicarlo, es algo bastante visceral. Recurroa la naturaleza y a los paisajes porque soy muy visual. Quizás porque la casa de mis padres, donde me crié, es un lugar lleno de cuadros. Y de pequeño viví mucho en el campo, en Galicia sobre todo, por lo que los paisajes, las montañas, lo verde y el mar forman parte de mi. Hay muchas metáforas que son inevitables y salen aunque no quieras.
También es cierto que tengo un punto clásico a la hora de escribir. A veces lo pienso, ¿por qué no uso otras palabras como internet o email? Siempre me voy a las ramas o a las flores, y a veces siento que mi forma de escribir es poco actual. Si tuviera que hacer una crítica, sería esa.

Está contigo de gira nuestro paisano, Miguel Rivera, a la guitarra ¿cómo surgió de nuevo esta colaboración?

El último año de Deluxe, 2008, Miguel fue bajista de toda la gira. Se rompió nuestra relación laboral cuando me fui a América pero mantuvimos la amistad. Y al volver a Madrid, él justo había vuelto también y confluyeron los astros para que nos juntáramos de nuevo. Estoy encantado, tengo una banda de lujo. Más que una banda de músicos, tengo una banda de talentos, porque son compositores, productores, tocan varios instrumentos… eso se nota en el escenario. Son unos artistas en todos los sentidos.

Queremos darte la enhorabuena porque sabemos que has sido padre. ¿Cuál es el próximo paso? ¿otro libro? ¿un árbol?

Bueno, tengo lo del árbol pendiente (risas). Ahora mismo estoy tranquilo, bastante centrado en el nuevo disco y compaginándolo con esta nueva vida de familia que es maravillosa. Me estoy tomando las cosas con calma pero esto ya venía de atrás. Cuando volví de América Látina, una de mis premisas fue no volver al ritmo de antes. Pero bueno, uno siempre tiene un par de canciones rondándole por la cabeza.

Si echamos la vista atrás a lo largo de tu carrera, tanto las portadas de los discos como sus títulos han ido perdido elementos con el paso del tiempo. Empezando por aquel Not what you had thought de 2001 al Paramales de 2015.

Sí. Creo que tiene que ver con ir desapegándome de mi propio ego. Me acuerdo del primer disco y de ese nombre tan pomposo como era Deluxe…(risas). Pero claro, era joven, se trataba de mi primer disco en solitario. Aunque luego cargué con ello muchos años. Y cuando empiezo a usar mi nombre, desaparezco de la portada. Lo importante de Paramales, más allá de su significado, es el hecho de que sea una palabra inventada. Creo que eso está relacionado con la actitud y con lo que representa. Le puedes dar el significado que quieras. Tiene mucho que ver con la sensación de libertad que quiero transmitir.

¿Cuál es el primer recuerdo musical de Xoel López?
Se me viene a la cabeza el coche de mis padres, directamente. Ahí sonaba “Pasaba por aquí” de Aute y “Calle Melancolía” de Sabina. También Paco Ibáñez. Mis padres eran unos progres (risas) y yo debía tener unos 4 o 5 años.

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