26 abril, 2024
Momentos Alhambra presentó el emocionante concierto de la joven mexicana Silvana Estrada en el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo.

Fotografías Antonio Andrés

Desde Veracruz a la Cartuja. La luz que atraviesa las cosas también deja, tarde o temprano, una sombra al otro lado. La misma sombra que se hace precisa para que la luz vuelva a aparecer. Las felicidades un día se convierten en felicidades perdidas y en la fragilidad de esos penares vuelven a renacer las nuevas luces. Mucho de esto se vislumbra en el cantar de la mexicana Silvana Estrada, a quien Momentos Alhambra invitó a venir hasta Sevilla para ofrecer un concierto dentro de la gira española que le ocupa este verano.

De sus melancolías de niña vieja y los desamores profundos que afloran en sus canciones se desprende una madurez asombrosa en esta joven de veinticuatro años. Sin un disco aún en la calle, a la espera próxima de que se publique Marchita, ya ha dejado atónito al público de todo el mundo hispano y contaba en Sevilla con un buen grupo de seguidores. Con su cuatro venezolano y en formato de trío que completaba con teclados (Roberto Verástegui) y batería (Alejandro Lozano), inundó con su poesía esta cálida noche de julio.

La voz de rayito de luna llena de Silvana canta las amarguras menos amargas. Una voz que brota de las raíces de la tradición mexicana y que se actualizan en las vivencias de una mujer del siglo XXI.  Una voz poderosa que suena tan fresca como añeja, mezcla de son jarocho y la travesía del folklore sudamericano con los melismas del jazz flotando en el aire. Hay a quien su talento y su carácter le recuerda a Chavela Vargas, Mercedes Sosa, Violeta Parra, Ella Fitzgerald o Billie Holiday. Pero Silvana tiene en su dulzura una personalidad indómita que la hace única y especial.

De su cancionero íntimo y profundo apenas conocemos canciones como Te guardo, Sabré olvidar, la cumbia Tenías que ser tú o Para siempre, que fueron todas cantadas en unísono por sus seguidores. Pero canciones inéditas que pronto se publicarán, como Marchita, La corriente o Mi casa, hacen presagiar un disco a la altura de las expectativas generadas por la cantautora veracruzana.

También sonaron versiones de Amor Eterno de Juan Gabriel y de La llorona. Así como un emocionante himno nacido del miedo y del coraje que Silvana cantó frente a frente a una chica del público, Si me matan: en México mueren al día doce mujeres a manos de sus parejas o de asesinos y casi ninguno acaba en la cárcel. Apenas se investiga el cinco por ciento de los feminicidios.

La grandeza de Silvana es apabullante y su capacidad para emocionar infinita. La belleza de sus canciones augura que estamos ante una de las grandes artistas de los próximos años, un clavel a punto de estallar que cubrió de luz Sevilla con sus hermosas canciones tristes.

 

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