19 marzo, 2024
Hablamos con Andrés Calamaro sobre su recién publicado Dios los cría, un disco en que reinterpreta su obra junto a grandes estrellas invitadas.

Bob Dylan paró de girar en marzo del año pasado, cuando tenía que cruzar los mares hasta Japón para ofrecer quince recitales durante el mes de abril. Sólo una pandemia mundial consiguió detener el itinerario constante que es desde 1988 su Never Ending Tour. En julio de 2015, esta ruta interminable hizo escala en San Sebastián con un concierto que contó con Andrés Calamaro como artista invitado de lujo. En 1999, el artista argentino ya había acompañado como telonero a Dylan en ocho conciertos de su gira española. En esta última ocasión, Calamaro quiso presentarse en un formato acústico especial para el público gourmet donostiarra, junto a un trío de piano, guitarra y harmónica con Germán Wiedemer, Julián Kanevsky y Antonio Serrano. De los primeros ensayos para este concierto surgieron unas grabaciones accidentales a piano y voz ideadas como guía para el resto de la formación al otro lado del Atlántico. Pero esta tarde de ensayos con Wiedemer acabó siendo además el disco Romaphonic Sessions, germen de la posterior gira Licencia Para Cantar, que llevó a Calamaro en un elegante formato acústico con trío de jazz a presentar sus canciones reposadas en clave de bolero por escenarios de toda América y España entre 2016 y 2018.

En esos mismos años, el trío se metió en el estudio a grabar los arreglos de las nuevas versiones y apareció en Andrés la expectativa de escuchar sus canciones en voces de otros grandes compañeros de profesión. En este punto de la historia se sumó a la ecuación el productor Carlos Narea, con quien se conocía desde 1984 en un concierto de Miguel Ríos en Luna Park. Y así nace Dios los Cría, el nuevo disco de Andrés Calamaro publicado a finales de mayo, que ha reunido en quince canciones a una constelación de artistas de la altura y la variedad de Julio Iglesias, Alejandro Sanz, Vicente Amigo, Mon Laferte, Milton Nascimento o Leiva, entre muchos otros.

 

 

8PISTAS: Hace años ya le hicieron esta pregunta. ¿Qué predica hoy Andrés Calamaro?

Andrés Calamaro: Los años no me han cambiado, pero es un mundo distinto. Lo políticamente abyecto ha hecho estragos y hay que armarse de confianza para arreglar las cosas entre todos. Hemos visto a las mejores mentes de dos generaciones destroyed by madness, el suicidio asistido del razonamiento y el sentido del humor fusilados por un pelotón de privilegiados europeos con culo blando.

Creció frente a una estación de trenes, la estación Retiro de Buenos Aires. ¿Estaba destinado desde pequeño a ser un espíritu sedentario en una piel nómada?

Tampoco pensé que sería para tanto, tan literalmente. Y en su destino inconstante solo el gaucho vive errante donde la suerte lo lleva (José Hernandez).

Lo primero que llama la atención de este Dios los cría es, por un lado, más allá del cónclave de estrellas reunido para celebrar estas canciones, la reinterpretación de su propio repertorio. Cada día canta mejor.

Bien visto y escuchado. Carlos Narea y Ángel Martos me han hecho cantar bien o sonar como si eso. Llama la atención lo bien parado que salgo de estos mano a mano.

Y, por otro lado, el peso del trío que le acompañó en Licencia para Cantar: Toño Miguel, Martín Bruhn y Germán Wiedemer. Sólo se suman Manuel Machado en trompeta y Piraña en percusión en alguna canción. Para mí, este disco es definitorio de la importancia actual de Germán en el proyecto Calamaro. Después de ya muchos años de giras, con los dos discos en vivo y, sobre todo, Romaphonic y el Cargar la Suerte compuesto al alimón.  En Dios los cría hay detalles, brillantes melodías con acordes, Bill Evans para masas.

Los discos son de los que lo trabajan, todos lo firmamos acreditados, quizás conmigo cual caballo de Troya para lo bueno y para lo menos bueno. Sostiene Wiedemer un disco para entendidos en tiempos de malos entendidos. El instrumental ha inspirado a veinte artistas de lujo, entre cantantes y músicos interviniendo.

El compás aparece en géneros específicos, en Puerto Rico, en Andalucía, en Cuba. Este disco hereda el concepto rítmico de Licencia Para Cantar en clave de bolero sin ser boleros oficiales. ¿Cómo surgió la idea de abolerar estas canciones?

Grabamos Romaphonic Sessions firmes en el tempo y fue posible imaginar las canciones sujetas a la clave. Un Rolex que nos permitió amarrarnos a la clave latina de los boleros en prima face. El tiempo y las cosas.

Hay canciones que cayeron como un guante en el invitado. Parece que fueron versos compuestos para que los canten ellos, como Bohemio y Julio Iglesias, que cantó rock con cadencia de tango en compás de bolero. ¿Qué consejo sentimental le dio Julio Iglesias?

Que no exagere la importancia de las felicidades perdidas. Y que me brinde al buen vino.

 

 

Es el estreno junto a un mítico veterano de la producción como Carlos Narea. Hay muchas formas de tratar la grabación de voces, la suya suele ser grabada de un modo más seco, mientras que otros artistas, como Julio Iglesias, prefieren una voz más condimentada con efectos, ¿cómo se trabajó la argamasa de tantas voces con tanta personalidad?

Pedimos un track dry a Julio Iglesias. La amalgama de tantos cantantes distintos es de arte, una grande tarea de producción de sentido e ingeniería. Nos ha colmado de confianza, respeto y amistad. Dry Gin.

¿Cómo se organiza una grabación de más de 2 años, con 18 invitados y con 30 canciones que llegaron a estar sobre la mesa? Por medio se “coló” Cargar la suerte, además.

Seguimos a Carlos Narea en el marco de una producción independiente y artesanal de Grabaciones Encontradas. Empezamos en el ecuador de la gira Licencia Para Cantar, entre 2016 y 2017, grabamos Cargar la Suerte en 2018 y empezamos la gira en 2019 hasta chocar con los daños veinte.  Dicho y hecho.

La salida de Bohemio tomó otro matiz coincidiendo con el fallecimiento de Maradona, otra figura que también hace honor al bohemio de la canción, ese que desprecia el éxito, la disciplina y el dinero. ¿Cómo será cantar Maradona de aquí en adelante?

Serán momentos de gloria.

Mi Bandera se elevó a otra dimensión con esta versión delicada y poderosa junto a León Gieco. A la de los himnos paganos para grandes minorías, por lo menos. ¿Por qué a los grandes pilares del rock argentino como León, Charly García o Luis Alberto Spinetta apenas se les conoce en España?

España ni siquiera pronuncia España en voz alta. Y los sordos no quieren escuchar.

Poco se habla de que firmó un tango buenísimo y ortodoxo con Mariano Mores que podría haberse escrito hace cien años, pero ocurrió hace poco más de veinte. Ahora encima lo canta con Raphael.  Podría ser un clásico.

Jugar con Fuego nació clásica en la partitura de Mariano Mores, que acreditó los versos como válidos para el tango. Estaría encantado con esta versión al alimón con Raphael. Es probable que me haya elegido para esta tarea, la música popular como arte experta.

Andalucía está representada en este disco por el compás gitano de Para no olvidar y Engánchate conmigo, y por el arte de Niño Josele, Raphael y Vicente Amigo. ¿Qué aprecia de Andalucía?

Andalucía es España, pero España no es Andalucía.

 

 

Recuperó la poesía oscura de El Salmón con nuestro My Way hispano, Gaviotas; y Horizontes, que Fernando Cabrera hizo suya. Además, Salmón profundo en el caso de la segunda porque está al final del cuarto disco. Estas pueden ser dos grandes desconocidas de su repertorio, ¿confía en que encuentren ahora su lugar en el público?

El público tiene que demostrar que merece la música que aún no ha escuchado, tan sencillo como prestarle el oído en condiciones a un álbum para entendidos en el tiempo de los malos entendidos. Si es público musical debe exigirse escuchar lo desconocido, escuchar un disco como quien lee una novela.

En Paloma se acompañó del trío de mosqueteros: Sebastián Yatra, Leiva e Iván Ferreiro. Sorprendió la inclusión de Yatra, criticada ya antes de que saliera el disco. Y sin embargo cantó estupendamente en una canción difícil. Igual que Leiva e Iván, que pueden ser invitados más obvios pero inéditos en ritmos latinos y que aquí encontraron su sitio al canto en un bolero que se acerca a la bachata.

Se escucha música como al rumor de un aire acondicionado y se puede rechazar música sin haberla escuchado primero. Sebastián permite no escuchar el disco y aún así sostener que no ha gustado. Es un ídolo Pop internacional y son gajes del oficio. Paloma se escucha como el bis de un streaming invisible, luego de Gaviotas y Horizontes. Más íntima que la original, se escucha y se lee de otra manera.

Volviendo a escuchar las reencarnaciones reposadas de estas canciones me reafirmo en una idea de hace tiempo. Como en las obras de los grandes poetas, en su obra las palabras y las ideas se transportan de canción a canción. Son una constante la metáfora de los cristales rotos de Miguel Abuelo, la libertad, la contracorriente del salmón, la lanza o el puñal en el costado, las espinas y la sangre como un elemento que hay que dejar brotar para que limpie… ¿es consciente de ello?

Soy consciente que son apenas metáforas y versos, quizás algunos consistan en hallazgos poéticos. No he llevado la meta cuenta.

¿Qué música está escuchando últimamente? ¿Ha leído algo recientemente? ¿Qué nos recomienda?

Prefiero no presumir de lecturas, recomiendo escuchar un disco entero sin consultar veinte veces los reclamos celulares. Recomiendo ver una cinta de un tirón, intentar con un libro, ofrecerse a cambiar de idea las veces que haga falta, estudiar el pensamiento adversario y respetarlo (…). Escucho discos de isla desierta, un mismo disco varios meses o toda la vida.

Confiesa que no conoce las discográficas con las que publican los artistas invitados a este disco. No sorprende que alguien que publicó seguidos un disco de 37 canciones y otro de 103 grabe sin presiones de multinacionales. En los días de la red inquisitoria del pajarito azul (y más allá) se expresa con total libertad, pisando charcos si hace falta. Últimamente, C. Tangana ha alabado en varias ocasiones su libertad absoluta a la hora de escribir sus canciones.  Cualquiera diría que usted ha vivido siempre sin dueño y sin señor. ¿Se siente independiente y libre?

Independencia y libertad parecen slogans electorales y lo son. Han secuestrado los conceptos y me parece bien, le han bajado el precio a palabras que quedan grandes en una conversación coloquial. Yo le haría esta misma pregunta a un soldado o a un asaltante de bancos.

Ha dicho de Limónov que es inevitable reconocerse en los personajes de la literatura de Carrére. De Serotonina de Houellebecq que le recuerda a parte de su propia biografía. ¿Nos explica la relación? El otro día leí a alguien que decía que Calamaro podría ser Houellebecq en España, pero que en España no estamos preparados para ser libres, ni iguales, ni fraternos…

Michel Houellebecq es un novelista muy bueno y estrella mundial de la cultura, quizás el eje de mi consumo cultural. Limónov me ha gustado, como Galimberti y Juan Belmonte. Mucho.

En el mes de mayo, además de publicar este disco ha expuesto en Madrid una colección de fotografía taurina, Devenir Toro. Ya publicó un libro (Paracaídas y vueltas, 2015) y una obra de cine independiente de autor junto a Leo Damario (Bohemia, 2014). Se está volviendo un hombre renacentista, para el arte y la guerra. ¿Qué proyectos tiene ahora en mente?

Es normal manipular proyectos y no concretarlos, para mí al menos.  Abrazo los proyectos inconclusos porque reclaman menos atención y disciplina, pero vale la pena desarrollarlos un poco. No consumar las cosas es artísticamente válido.

¿Qué planes tiene para cuando puedan volver los recitales? ¿Continuar con las presentaciones eléctricas pospuestas de Cargar la Suerte, presentar este disco acústico o arrancar con algo nuevo?

No podemos improvisar una gira de verano de dos meses, estas giras son de sesenta conciertos fijos y confirmados. Nos quedan treinta compromisos por cumplir. The Never Ending Tour. Repetir lo imposible sin fechas confirmadas.

¿Cómo mira hoy al futuro Andrés Calamaro?

Con cierta indiferencia, toda la posible.

 

 

 

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