3 mayo, 2024
La primera edición del festival tarifeño arrancó tarde, pero las seis bandas participantes rentabilizaron el precio de las entradas con su música y entrega

Fotografías por Inma Flores

Campo de Fútbol de Tarifa, 13/08/2015

La mayoría fuimos en pantalón corto y camiseta y pasamos frío. Da igual que fuera verano y media tarde. Cuando apareció Malamanera, en Tarifa hacía más frío que en la comunión de Mostovoi. Eran casi las nueve de la noche y, tras solucionar diversos problemas logísticos, el primer Tarifeando Festival empezaba.

El pistoletazo de salida lo dio el quinteto gaditano, que con los primeros acordes de su versión del ‘Todos los días sale el sol’ amenizó al expectante público que comenzaba a poblar el estadio de fútbol. Para ellos, que son tarifeños, fue jugar de local. Estaban cómodos y fueron pasando de una versión a otra. Y después a otra. Y así hasta que la hora les apremiaba, lo que redujo su actuación bastante. No obstante, les dio tiempo a caldear el ambiente para que llegara el siguiente.

Y ese era El Vega Life. Un canario descalzo con una colección de tobilleras que fue recibido con ‘Seven nation army’ coreado y que se entregó en cuerpo y guitarra a los miles de festivaleros que ya copaban el césped, el cemento y algún que otro poyete cercano. El Vega, con un look muy tarifeño, se permitió jugar con los espectadores constantemente, haciéndolos partícipes del show de rumba canaria con el que terminaba la parte más telonera.

Pues empezaron a subirse al escenario los ‘peces gordos’ cuando nos metíamos en la noche del jueves al viernes. El primero fue Juanito Makandé. Sentado en una cajón flamenco y con nuevo corte de pelo. A su lado, una manada de músicos prestos a acompañarlo allá donde el gaditano quisiera sumergirse en su música. Que fue desde lo más reciente a sus primeros éxitos en aquella Radio Macandé. Por ejemplo, de su ‘Niña voladora’ a su ‘Dime donde está el camino’, éxito de hace ya 14 años. En medio, tuvo tiempo para contarnos su leitmotiv: “Follar más y pelearse menos”. Toda una declaración de intenciones que arrancó aplausos, alaridos y risas. Juanito avivó el fuego que habían encendido Malamanera y El Vega. Por tanto, todo estaba preparado para poner El Puchero (del Hortelano) a calentar.

Y se fue cocinando un concierto maravilloso por parte de los granadinos, que están restando ya noches antes de su despedida este otoño. Hasta que llegue ese día, su gira ‘Hasta la vista’ nos dejó ver parte de su extensa obra. Esa que le canta desde lo profundo de la voz del lojeño Antonio Arco. Y al que acompañaron instrumentos de viento. ¿De qué si no estando Tarifa? Y como el viento, volaron con su música a otra parte.

La medianoche iba a ser para Chambao. Para las mechas de Lamari a juego con el pantalón suelto y para los éxitos del grupo malagueño trenzados con constantes bailes de ella, que aprovechó el micrófono para pedirle al alcalde de la ciudad “media horita más”. Nos lo estábamos pasando bien y nadie quería que aquello acabase. Pero como su canción, ‘Pokito a poko’ fueron pasando las canciones y la velada agonizaba. Sólo quedaban ellos.

Los Aslandticos entre el Mediterráneo y el Atlántico bajaron el telón. Nos sacaron el último esfuerzo tras un largo día para todos en el que estábamos más cansados que el albañil de la Muralla China. Fue el final feliz en plena madrugada. Y entre versos, besos y vasos acabó este tinglado que me temo que sólo ha hecho nacer. El primer Tarifeando Festival de la historia es ya eso. Historia. Sobre todo para los que estuvimos allí.

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