29 abril, 2024
El cantautor portuense presentó su trabajo ‘Vértigo y tranquilidad’ en Sevilla con la compañía de amigos y fieles en una velada relajada e íntima en la Torre Encendida.

La Torre Encendida, 7/06/2015

Fotografías por Carmen Martorell

Entró con la guitarra acústica colgada, un vaso de plástico en la mano y una sonrisa enorme. Saludando casi personalmente a la treintena de espectadores que lo iban a acompañar en el ático de la Torre Encendida (Avenida de Torneo s/n) por sólo cinco euros la entrada. Allí donde Radiopolis. Junto al río Guadalquivir en una poco primaveral tarde nublada que desembocó en una noche maravillosa. De poco vértigo y mucha tranquilidad.

Poco vértigo porque ni la altura de la torre ni las sensaciones que transmitió Gonzalo dieron lugar a ello. Tranquilidad sí. Y mucha. Fue un concierto sosegado e íntimo. Que gran parte del público fueran amigos de su etapa universitaria en Sevilla ayudó. La acogida de la sala sevillana también, la cual fue decorada para la ocasión con guirnaldas de colores y lucecitas blancas propias de un árbol de Navidad. Y junto a él, una preciosa lámpara de pie cilíndrica. Es decir, un ambiente que se fue volviendo acogedor conforme caía el sol y se sucedían las canciones.

Esas canciones, casi todas de su último trabajo Vértigo y tranquilidad (2014), que fueron seduciendo a los asistentes hasta acabar cantando con él. La complicidad con los que allí estábamos fue total. Sobre todo, cuando las colaboraciones lo acompañaban. Primero fue una versión a dúo del ‘Aunque tú no lo sepas’ que compuso Quique González (1998) adaptando el poema de Luis García Montero (1994). Un clásico que popularizó Enrique Urquijo tras dejar Los Secretos. La interpretó con su amigo y cantante de Los Bingueros, Pedro Jiménez.

Más tarde, lo acompañó la jiennense Virginia Labuat para interpretar “Gloria”, canción incluida en el citado disco que trata sobre una vieja guitarra que compró en América. Eso lo contó Gonzalo, que intercaló con gusto comentarios personales entre sus aún más personales canciones, provocando a veces las risas del entregado público.

Un público que se negó a que terminara el concierto pidiendo contenido extra al disco presentado, el cual destaca por sus motivos náuticos, como Gonzalo se encargó de explicar. Porque el show fue una conversación del gaditano con los suyos. Una charla íntima que tenía una guitarra de fondo y muchas cosas que decir. Por eso, si estás leyendo esto y no eras uno de los treinta, ve la próxima vez. Porque volverá.

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