26 abril, 2024
En su gira europea, los sevillanos tuvimos la suerte de poder ver en nuestra ciudad a Tanika Charles. Aquella fue una noche muy especial para todos.

Tanika Charles visitó nuestra querida ciudad el pasado 14 de Diciembre, más concretamente recayó sobre la Sala X la oportunidad de vivir una de las noches más bonitas que este humilde redactor pueda recordar.

Si bien esta sala se caracteriza por su apuesta, arriesgada en muchos casos, de traer artistas que se salgan del consabido binomio pop/rock, es de agradecer para los amantes de la música negra que sus horizontes se expandan hasta más allá del charco.

Sinceramente, no sé cómo son capaces de atraer artistas que sólo hacen unas pocas de paradas en España, pero quizás el misterio sea parte de su encanto. Sea como fuere, el pasado mes no nos íbamos a perder la oportunidad de escuchar de primera mano un disco que ronda en mi equipo desde la pasada primavera.

Y es que Soul Run ha sido durante el pasado año unos de mis recurrentes cuando quería escuchar algo de Soul. Por cierto, ya os dejé una reseña del disco hace unas semanas, la podéis leer aquí.

Pues bien, aquella fría noche, con gotas anecdóticas cada cierto tiempo y aire de navidad por las calles se intuía especial. Una gira que recorrería gran parte de Europa la estaba encumbrando a lo más alto en las crónicas que ya nos habían llegado. Si bien, como quedará claro al final del escrito, se siente su inexperiencia en grandes giras de este tipo, quizás eso sea lo más romántico del asunto. Podremos decir dentro de unos años, yo vi a Tanika Charles en la Sala X y la mayoría no te creerá.

La Sala a media carga al comienzo no tardó en llenarse cuando comenzaron los primeros acordes. Es de agradecer que la gente se vuelque en esta clase de eventos ya que suelen ser escasos y muy apreciados por los amantes de la buena música, que desgraciadamente no encuentran en el mainstream las sensaciones que andan buscando. Digo desgraciadamente porque ese tipo de música si que no tendrá nunca problemas de aforo.

En fin, en esta ocasión no nos podíamos quejar. Un ambiente de camaradería, de cercanía que acurrucaba con un calorcito muy gustoso llenaba la sala. Sin preámbulos, ni grandes ínfulas de diva la señorita Charles se dispuso a empezar con un repertorio, que para nuestra sorpresa no se limitaría a su largo Soul Run, sino que tomaría prestadas piezas de su EP What! What? What!?.

Una banda compuesta por 4 integrantes le bastaba y sobraba para adentrarnos en su personal mundo, lleno de vivencias, de alegrías y desengaños, de vicisitudes y lucha contra corriente, de desahogos y desprendimientos emocionales.

Se desdibujaba la frontera entre los medios tiempos y las baladas, se intercalaban cortes de poder vocal, con otros más monótonos en cuanto a la melodía pero igual de intensos en cuanto a la proyección emocional.

Pero, sin duda alguna, lo que más nos impresionó a todos los que estuvimos allí aquella noche fue la respuesta de Tanika a la acogida que le brindó Sevilla. Se la veía tremendamente afectada por el cariño que se desprendía desde la platea. Todos sus comentarios entre temas enlazaban la historia con el agradecimiento. Hubo un momento en el que incluso la emoción le impidió continuar cantando.

Y nos hizo pensar. Imaginad que os vais a la otra parte del mundo para presentar un proyecto en el que has contado tu vida, día a día, sentimiento a sentimiento. Imaginad que no sólo va gente a veros sino que todos disfrutan en primera persona y con bastante carga egoísta de tu trabajo, que lo hacen suyo, que lo asimilan y lo expresan como si hubiera salido de ellos mismos. Y encima te lo agradecen en cada mirada, en cada sonrisa, en cada baile, en cada beso y abrazo.

Imaginad que veis todo esto desde lo alto de un escenario. Imaginad que no entendéis nada de las palabras que hablan esas gentes pero que comprendéis perfectamente sus miradas de satisfacción, de reconocimiento y gratitud. Pues eso es lo que expresaba Tanika en su tono al cantar, emoción pura y sin apaciguar.

El concierto terminó tras algo más de hora y media, pero de allí no se movió nadie. No hubo salida para posterior vuelta, sólo hubo un cancionero que hablaba de ella, que quizás también hablara de nosotros, pero que sin duda compartimos como si fuéramos uno sólo.

Yo reí, me estremecí, cerré los ojos para palpar la música con la piel, bailé, canté y comenté la jugada. Disfruté como hacía tiempo que no lo hacía compartiendo sentimientos con una sala entera. Si tuviera que quedarme con un momento del concierto, sin duda sería cuando al encenderse las luces tanto los que estaban sobre el escenario como los que mirábamos desde más abajo brillábamos con una sonrisa radiante de profident, con el corazón henchido de agradecimiento.

Tanika Charles en Sala X

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