19 marzo, 2024
El violinista libanés hechizó al público sevillano en FIBES con su virtuosismo mestizo en formato dúo junto al pianista Iván Melón.

Fotografías Antonio Andrés

Nacía el lamento elegante del violín de Ara Malikian en la completa oscuridad de uno de los espacios exteriores de FIBES. Cuando la tenue luz azul de un par de focos se dirigió al patio de butacas donde el público permanecía sentado por mesas en grupos, se vislumbró la silueta de la melena salvaje del músico entre el público. Mientras éste avanzaba hacia el escenario, mascarilla en rostro, violín en ristre, aparecía al piano el cubano Iván Melón Lewis.

El concierto del pasado domingo del artista libanés compartió el protagonismo entre sus composiciones propias y un variado repertorio clásico que abarcó varios siglos de historia, además de alguna de las habituales adaptaciones de temas modernos.

Arrancó frenético el espectáculo, ya desde el escenario, con una ristra de piezas con marcado carácter étnico. Primero con la viva arabesca Bourj Hammoud, un trazado directo a sus raíces armenias. Un traspié en el sonido dejaba mudo el violín de Ara durante todo el segundo tema, apenas dejando escapar un par de notas ahogadas. Solucionado el incidente, sonaban las Milongas de Kairo y el destello klezmer de Pisando flores, un guiño a los años que de joven pasó amenizando bodas judías en Alemania.

Eléctricamente expresivo, Malikian, todo un verdadero rockstar del violín recorría poseído por la música el escenario cual Mick Jagger, a una velocidad y con una gama de aspavientos tal que resulta increíble que sean compatibles con el surrealista sonido perfecto que saca a su instrumento con un dominio insuperable. Entre canción y canción, el polifacético violinista introducía extensos y simpáticos monólogos salpicados de divertidas anécdotas de auténtico trotamundos: barreras idiomáticas, curiosos malentendidos, trabajos sinfónicos poco agradecidos en los fosos, aventuras alérgicas, encuentros con ídolos…

Con Loucine, también de autoría propia, una apasionada pieza dedicada a su madre, llevaba al concierto a un nuevo nivel de emocionante poso. Tras Milongas de Ravioli,se llegó a un bloque más puramente clásico. Viaje a través de la historia del violín, primer destino: el siglo XVIII alemán, Gluck. Sonaba una espléndida interpretación de la Melodía de Orfeo y Eurídice. Reinterpretó también a Anton Dvorak, derrochó carácter con el Movimiento final del Concierto para violín nº 2 en Si menor Op. 7  (la Campanella) de su admirado Paganini, danzó a ritmo de tres por cuatro con un vals de Tchaikovsky y amagó con una despedida pre bises con Introducción y rondó caprichoso del compositor francés Camille Saint-Saëns. Entre tanto, se permitió abandonar durante unos minutos esta línea clásica para tocar una de sus canciones favoritas, Bachelorette de la multidisciplinar artista islandesa Björk.

En todos los temas, clásicos, versiones pop u obras de autoría propia, el violín de Ara Malikian suena con un estilo propio y un acento inconfundible. Brillantemente camaleónico para adentrarse en las vestimentas de violinista sinfónico del siglo dieciocho, en el folklore argentino o en el rock más alternativo de final del siglo pasado, la marcada personalidad interpretativa de Ara Malikian y los ecos arabescos de sus notas se distinguen a kilómetros. El verdadero éxito de un instrumentista: que sea instantáneamente reconocible con solo escucharle unos segundos.

Finalmente, tras más de dos horas de espectáculo, dos bises y un aplauso atronador en pie marcaban el final de la noche, un día más de cultura segura en Sevilla. Por primera y única vez, Iván Melón abandonaba el escenario en el primer tema extra. El excelente pianista cubano, un auténtico maestro del jazz y uno de los artistas puntales de su generación, brilló también en estos registros como un escudero de lujo para el virtuosismo fronterizo del violinista. Ara Malikian se quedaba sólo en el escenario para presentar su inédito Tango de las amígdalas, un homenaje al argentino Astor Piazzolla, cuya influencia en el músico de origen armenio no sólo se pudo ver reflejada en este brindis explícito.

Por último, de nuevo con la compañía de Melón, Malikian volvía a aparecer entre las mesitas del público para cerrar su concierto desde la cercanía con un precioso broche digno de cajita de música, delicado y sutil, la Nana arrugada. Una composición inédita nacida durante el confinamiento, dedicada a los ancianos afectados y fallecidos por la pandemia, que realmente encogió los corazones de los espectadores. El hechizo mestizo del virtuosismo de Ara Malikian embrujó una vez más Sevilla, esta vez en elegante formato dúo, piano y violín, en un contexto histórico sin igual reciente.

 

 

Kultura&Co continúa este verano en FIBES con los conciertos de  Miguel Poveda (25/07), Delaossa (26/07), Loquillo y Gabriel Sopeña (31/07), Carolina Durante (1/08), 091 (8/08), M-Clan (12/08)  y muchos más. Más información en FIBES o BeKultura.

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