26 abril, 2024
Proyectos como Besnik e devuelven la fe en el panorama sonoro nacional lleno de tanto sinsentido.

 

Hace poco llegó a mis oídos el nuevo proyecto de Alberto Leal, Miguelo Delgado, José Gómez y Daniel Escortell llamado Besnik.

Es un proyecto relativamente nuevo, pero sus componentes son de sobra conocidos por cualquier amante de la música que se precie. Cada uno un estándar de altura dentro de lo suyo, ahora han decidido unirse para explorar nuevos mundos sonoros.

Según la información que me llegó se atreven a mezclar rock, indie, jazz, psicodelia, folk o canción de autor. La pretensión es mucha y en un primer momento me hizo dudar de su comportamiento a nivel coral. Y es que por desgracia, proyectos que se describen igual que este ya hemos escuchado muchos y no siempre salen del todo bien.

Indagué un poco y vi que sólo tenían publicados un par de temas en Spotify y alguno más en su canal de youtube desde el verano pasado. Aun así me consta que están trabajando en su disco y que pronto lo tendremos entre nosotros.

Pues nada, a escuchar se ha dicho. Comencé por «Silencio«, tema que vió la luz el 15 de Septiembre de 2019 y vaya, resultó ser una versión en acústico de un tema lento. Pop de corte meditativo que bebe de fuentes dispares pero fácilmente distinguibles del sonido patrio actual.

Reconozco que saqué varios buenos argumentos para seguir escuchándolos. La voz de Alberto, con personalidad pero sin arrollar, está bien llevada sin hacer alardes vocales, para no destacar, pero consigue que te centres en lo que está diciendo como si un poder hipnótico poseyera.

«Todo cambió» refutó los puntos fuertes del primer tema y me constató el sonido compacto de las composiciones. Por supuesto, Miguelo a la guitarra es sinónimo de dulzura, por lo que no me pudo extrañar en lo más mínimo. Sin embargo, reconozco que esta faceta comedida e insinuante no se la había escuchado anteriormente. Normalmente sus composiciones jazzísticas salen de su corazón y aunque cumplen las reglas pre-escritas se apoderan de ellas con una facilidad asombrosa. Saber adaptarse como fluido caliente a cada situación es muy remarcable.

Pero metámonos ya de lleno en lo que la banda al completo es capaz de hacer. «Ellos robaron el mar» desborda arreglos instrumentales y producción musical. El tema está mimado en exceso. Todo está donde debería estar, de una manera casi artificial, como si cada acorde tiene que sonar porque no había otro. Incluso los últimos 30 segundos de amalgama sonora no es tanto como podría parecer. Si se escucha detenidamente ningún sonido pisa a otro, todo tiene su sitio y se mueve con libertad en él.

Llegados a este punto el grupo me interesaba cada vez más. Quizás era la incertidumbre de lo que me podía encontrar en su último sencillo lo que más me atraía. O simplemente quería comprobar que más atmósferas son capaces de crear estos tipos sin despeinarse.

«Ruido» es su nuevo tema, y sin lugar a dudas es el más mainstream de todos, pero a su vez es más adictivo de todos, al menos bajo mi percepción. No se asusta al intentar enganchar algo de vitalidad británica de los 90, no se amilana ante el rock de estructura clásica y estribillo pegadizo.

En definitiva, un grupo con muy buenas maneras, con una producción elegante y cuidada al detalle, con grandes instrumentistas y compositores entre sus filas y con frescas y sabias maneras de compaginar estilos que en un principio poco tienen que ver y que en manos duchas se convierten en justo lo que deben ser. Temas que merece la pena escuchar varias veces para captar todo ese trasfondo que de una vez os será muy difícil. Por supuesto, un grupo al que seguirle la pista de cerca.

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