27 abril, 2024
Daban las 10, ya no había mesas libres, nos encanta ver una sala así un viernes noche, sobre todo si apuestan por la música de autor. En el caso que nos ocupa quizás de uno de los más grandes cantautores vivos, Silvio Rodriguez.

La Sala, 30/01/2015

Fotografía por Esperanza Mar

Mientras Leonor y su grupo Marlango iban sentando al personal, un ambiente de camaradería, de te he visto por el barrio, de “eih” que pasa, se iba apoderándo de nosotros. Ayudaban las fotografías de gente del barrio que se exponían en las paredes, ayudaban las pequeñas mesitas y la característica luz tenue que lo envuelve todo, ayudaba sentirse como en casa, en ese lugar conocido al que a todos nos gusta volver.

Daban las 10, ya no había mesas libres. Nos encanta ver una sala así un viernes noche, sobre todo si apuestan por la música de autor. En el caso que nos ocupa quizás de uno de los más grandes cantautores vivos, Silvio Rodriguez.

La velada comienza con “Tocando fondo” y lo primero que se me viene a la cabeza es “madre mía la voz de Antonio Amuedo es exacta a la de Silvio”. Cuando la piel se te estremece es signo univoco de que los sonidos se te meten dentro, quizás a través de los poros, quizás cruzando raudo y veloz tu cerebro para expandirse dentro de tu cuerpo….no lo puedo evitar la poesía de las letras me ha cautivado.

«Juego que me regaló un 6 de Enero” y “Monólogo”, ambos del disco Silvio, nos volvieron a llevar a nuestra adolescencia. Me sorprendo canturreando a media lengua la letra de este tema que en su época se me grabó quizás para toda la vida, por lo que puedo comprobar. El silencio de la sala se palpa, la respiración contenida, los recuerdos floreciendo como luces entre las gentes que con ojos entrecerrados nos dejamos llevar.

«Casiopea«, el tema que da nombre al proyecto «Causa y azar» y «Flores nocturnas«, canción dedicada a las prostitutas de la 5a avenida de la Habana, fluyen delicadamente sin apenas receso ni interrupciones.

No sólo la voz es una alegoría a nuestros momentos musicales más íntimos, el color de las notas de Silvio se percibe a la perfección a través de los dedos de Joaquín Calderón. Su peculiar tempo, sus combinados acordes que tienen un lenguaje propio y fácilmente reconocible para todos nosotros están perfectamente trazados con minucioso cuidado por unas manos experimentadas, por una mente que es capaz de almacenar miles de notas en deliciosa sincronía.

Confiesan que el disco Mujeres fue el primero que escucharon ellos por separado y me llena de orgullo saber que también fue mi puerta de entrada al maravilloso mundo de Silvio.

Con el tema «Y nada más«, si que sí. Cada nota, cada palabra, cada silencio ha salido de mi como con necesidad. Una de mis canciones top de cualquier género musical. Simplemente deliciosa y magistralmente interpretada.

Seguimos con “El necio”, «El pintor de las mujeres soles» y como no podía ser de otra manera «Óleo de una mujer con sombrero» y un ohhh brota imposible de parar de nuestras bocas, a lo que sigue un coro por lo bajini delicado y bucólico.

Con «Mujeres» dejamos paso a un invitado esta noche.

Todo el que hace canciones debe escuchar a Silvio y creer en él como un físico cree en la teoría de la relatividad o algo así”. Palabras del cubano Amauri Muro justo antes de cantar en solitario «Historia de las sillas«

Estará los martes aquí mismo y la verdad nos ha impresionado la voz tan personal que tiene este chico. Habrá que venir a verlo pues está recomendado nada menos que por Alfonso del Valle.

Tras la vuelta al escenario de Joaquín y Antonio se suceden los temas «Compañera«, «Y Mariana» y «Quien fuera«. Nos damos cuenta de que un mundo infinito como el de Silvio es siempre un placer por descubrir. De sobra por todos conocidos los temas de sus discos más emblemáticos pero sus composiciones se cuentan por cientos, quizás por miles, así que sólo podemos bordear la superficie de un mar azul oscuro, inmenso en su belleza. Un verdadero placer tocar con la punta de los dedos nuevas melodías aparcadas en un lado de nuestra memoria.

«La maza» llega con un desolador comentario previo de vamos a ir acabando. Y para la recta final el delicioso sabor de boca que nos acerca a sus composiciones más presentes en nuestros recuerdos, como «Te doy una canción«, tema que evidentemente terminamos cantando todos a voz en grito. De esos momentos de ojos cerrados y comunidad platónica.

Y para terminar de derretirnos «Esto no es una elegía«, «Ya no te espero«, «Río» y «La canción del elegido«.

Que de letras tenemos metidas en nuestro subconsciente, que de música en nuestros corazones, que de luz en nuestro espíritu.

Muy a nuestro pesar la noche se termina con «¿A dónde van?» también del disco de Mujeres.

Sin dar pie al paripé de irse y volver con los bises terminan con una evidente y coreada entre susurros «Ojalá«

Una sonrisa en los labios, quizás el recorrido de una lagrima por la mejilla, o puede que un pecho encogido por los recuerdos. Los que salimos por la puerta de La Sala lo hacemos tranquilamente, absortos en nuestros pensamientos, disfrutando de la música que aún suena en nuestros corazones.

Realmente pienso en eso de “dos que han sido uno, uno que un día fuimos todos

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