29 marzo, 2024
La formación sevillana especializada en música contemporánea Zahir Ensemble, interpretó la ópera “La Caída de la Casa Usher” de Philip Glass con unos solistas de excepción.

Teatro Central, 26/04/2017

Fotos: María Marí-Pérez

La formación sevillana especializada en música contemporánea Zahir Ensemble, interpretó la ópera “La Caída de la Casa Usher” de Philip Glass con unos solistas de excepción.

El compositor estadounidense Philip Glass tiene un estilo único muy característico. Desde la década de los 70, cuando empezó a sorprender al público con sus primeras obras, y sobre todo con la rompedora ópera “Einstein in the Beach” ha llovido mucho.

En este tiempo ha compuesto nueve sinfonías, multitud de Bandas Sonoras para el cine, y diversas óperas. Una de ellas es “La Caída de la Casa Usher”, compuesta en 1988 y estrenada originariamente en el American Repertory Theatre de Cambridge (Massachussets). El pasado miércoles se representaba por primera vez en nuestro país de la mano de Zahir Ensemble.

Basada en un relato de terror del dramaturgo Edgar Allan Poe, cuenta la historia del joven William (interpretado por el barítono David Lagares), que al recibir una apesumbrada carta de su atormentado amigo de la infancia Roderick Usher (Alain Damas), viaja hasta su oscura y enigmática casa para intentar ofrecerle apoyo y consuelo. Una vez allí, descubrirá que su hermana, (Sachika Ito), ha caído gravemente enferma.

La obra comienza con dos breves monólogos de los dos personajes principales, y aunque la ópera se interpretó en inglés, esta introducción fue recitada traducida al castellano. La música hace su aparición a través de la guitarra eléctrica, y al levantarse el telón, empezamos a escuchar las secuencias repetitivas tan representativas de la música de Glass que nos meten de lleno en la historia.

La escenografía es minimalista, al igual que la música. De hecho, durante gran parte de la ópera, los únicos elementos visuales sobre el escenario son luces proyectadas en el suelo a modo de caminos por los que discurren los personajes. A pesar de ello, la atmósfera opresiva y de misterio nos envuelve desde el primer minuto gracias en gran parte a los bucles melódicos que interpretaba con gran determinación la orquesta de cámara dirigida por Juan García Rodriguez. Este tipo de música tan estructurada y precisa necesita de un conjunto bien cohesionado que funcione como el mecanismo de un reloj, y la formación sevillana cumplió con creces el reto.

Sorprende la gran variedad temática que Glass pone en movimiento. Los temas se van sucediendo desarrollándose sin aburrir en ningún momento, temor que planea siempre sobre este tipo de género.

Los solistas se introdujeron de lleno en sus roles, y desde el primer momento pudimos apreciar la gran calidad vocal de cada uno de ellos. Abundan en la obra los duetos, y los enfrentamientos interpretativos entre William y Roderick son uno de los puntos fuertes de “La Caída de la Casa Usher”. La potente pero afilada voz de David Lagares consigue llevar a cabo la difícil labor de llevar sobre sus hombros gran parte del peso de la obra, y Alain Damas, con su imagen torturada e inquieta, consigue ponernos la carne de gallina con sus diestras entonaciones, cantando las líneas más angustiosas compuestas para la ocasión.

La soprano Sachika Ito, como Madeline Usher brilla en cada una de sus fantasmagóricas apariciones. Quizás debido al halo misterioso que la envuelve, en lugar de texto solo tiene vocalizaciones, envolviendo todo a su alrededor con un tenebroso velo de ultratumba.

 A medida que avanza la obra, se van introduciendo algunos elementos de atrezzo, como un manzano suspendido, una cama, o un paisaje de sillas. La soberbia dirección escénica es obra de Thierry Bruehl, que da en el clavo al complementar la hipnótica e intensa música de Glass, que se tornaba increíblemente tétrica y siniestra en los momentos más álgidos del relato.

Hacia el final, con el descenso a los infiernos de los personajes, ya contagiados del ambiente mortecino con el torso pintado de rojo sangre, la obra adquiere altas cotas de macabra intensidad. Uno de los motivos melódicos principales puestos en juego es deconstruido en el último acto, y junto a la poderosa percusión y la desaparición paulatina del discurso, se nos ofrece un final arrebatador en un éxtasis de minimalismo imbuido en el ambiente victoriano de Poe.

Sin duda fue una experiencia única, y una gran satisfacción el poder comprobar que se pueden llevar a cabo este tipo de producciones con un equipo 100% sevillano. “La Caída de la Casa Usher” es una de esas creaciones contemporáneas que parecen de otro planeta. Ecléctica, terroríficamente hermosa y trágica. Al salir del teatro, uno siente un efímero alivio de que el aburrido mundo de siempre aún continua ahí fuera.

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