29 marzo, 2024
Y es que The Jayhawks tienen su propia fórmula secreta. No ha habido signo que haya podido con ellos. La prueba son los primeros acordes de “I´m gonna make you love me” que rompieron la noche entre aplausos de bienvenida de un público variopinto aunque talludito

Fotografías por Mr. Hipérbole

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Pongamos que estamos en 1985. Imaginemos que disfrutamos de una buena cerveza acodados en la barra de un local de Mineapolis cuando cuatro chicos suben al escenario. La música suena, su sonido engancha al instante y la cosa promete. El pasado miércoles, arrejuntados por la emoción en el Teatro Quintero de Sevilla, la escena se repitió. ¿La diferencia? Treinta años de por medio para una banda que resiste al tiempo mejor que la Coca Cola.

Y es que The Jayhawks tienen su propia fórmula secreta. No ha habido signo que haya podido con ellos. La prueba son los primeros acordes de “I´m gonna make you love me” que rompieron la noche entre aplausos de bienvenida de un público variopinto aunque talludito. Profecía de una noche técnicamente no del todo perfecta (¡ay, ese micro!) pero musicalmente redonda. E imperdible, como atestiguaba un ‘no hay entradas’ que permitía no obstante disfrutar con amplitud del concierto.

La formación se presentaba apadrinada por el ciclo SON Estrella Galicia y conformada por los miembros  que más tiempo han morado en el grupo. Un conciso Gary Louris presidía el escenario y sonreía cómplice a Karen Grotberg, otro de los pilares del conjunto, mientras paseaba por “Angelyne”, “Take me with you” o la imprevista “Ain’t no end”. Llegó “Save it for a rainy day” y todo fue nostalgia encerrada en negras paredes, inflamada por los pequeños fanales que titilan en un teatro siempre de etiqueta para la ocasión.

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No estaba el guitarrista y compositor Mark Olson. Lo sabíamos y lo temíamos en parte pero la unicidad de la banda suple con creces su ausencia. Grande, en contraste, la presencia de Tim O’Reagan manejando batería y voz con habilidades similares. Era notable que los de Minessotta estaban relajados mientras equilibraban el repertorio. Sonó “Tampa to Tulsa” y otro hitazo, “Waiting for the sun”, que podrían haber escrito ayer pero no, es de hace 23 años.

Abusaron de una impecable armonía vocal para ponernos muy tiernos con “Smile” y “Settled down like rain”, observados por embelesados asistentes que reconocían cada uno de los temas ya en los primeros acordes. Se agradece la sección rockera de banda tocando al completo “Baby, baby, baby” para llegar al primer intento de final con todo el peso de una imprescindible I´d run away”, en la que disfrutar de otro de los solos de guitarra de Louris.

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La noche iba a saber a poco de cualquier manera pero The Jayhawks volvieron pronto para contentar los aplausos que los reclamaban. “Two hearts”, un poco de baile en “Big star” y la hermosa “All the rigth reasons” para certificar la noche con “Until you came along”. Costó aceptar el final pese a lo amplio del setlist y fuimos remolones desalojando el teatro. Nos dejábamos atrás un trozo de la historia del folk que, para nuestra suerte, se renueva y mantiene toda su bendita esencia a un tiempo.

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