28 marzo, 2024
A mediados de Septiembre de 2013 Steve Vai volvió a poner a su banda al servicio del público sevillano. Aquello fue una noche inolvidable para todos los asistentes. Aquí os contamos que sucedió.

A mediados de Septiembre de 2013 Steve Vai volvió a poner a su banda al servicio del público sevillano. Aquello fue una noche inolvidable para todos los asistentes. Aquí os contamos que sucedió. 14/09/2013

Fotos por Esperanza Mar 

La tensión se palpa en las caras de las personas que esta noche nos rendimos ante Steve.

La Sala Custom y Riff siguen apostando por traer a Sevilla verdaderas joyas de la música, en todos los estilos y vertientes. Sin decantarse por nada pero también sin cerrarse a nada, lo cual es de agradecer.

La entrada a la sala se hace de manera escalonada y eso que las entradas se agotaron hace tiempo.

Sorprendentemente, puntual como pocos a las 10 un rasgueo de guitarra sobresale entre el humo que inunda el escenario y ahí, justo ahí es cuando empieza lo bueno.

Un atracón de guitarra, como nos decía nuestro compañero Antonio, es lo que nos vamos a pegar esta noche.

La banda compuesta por Philip Bynoe – bajo, Dave Weiner – guitarra rítmica, Jeremy Colson – bateria y Steve hace pequeño el escenario, que casi instantáneamente se ve inmerso en multitud de colores provenientes de todos los instrumentos.

No es hasta el tercer tema y tras 3 cambios de guitarra cuando nos dirige algunas palabras.

Confiesa que está muy contento de estar aquí y que no tocaba en Sevilla desde 1992. Tras presentar a la banda nos desea que disfrutemos de las 6 horas de concierto 😉

No es un showman pero el «the fucking great» levanta los espíritus y gritos de los presentes.

Si tuviéramos que describir cada una de sus guitarras se nos pasaría la crónica con ello, solo os diremos que la tercera tenía leds por todo el mástil, así que imaginad.

Un personaje convulsivo. Si bien su guitarra habla por él, son sus movimientos los que dotan de cara a ese diálogo. Lo mismo te lo ves bailando como un robot que con contoneos sensuales haciendo alusión al «mucho caliente» que hace en la sala.

Las perlas de sudor recorren su rostro a medida que los movimientos nerviosos se adueñan de su cuerpo.

Este año hemos podido asistir a los conciertos de grandísimos guitarristas. Pues bien, ninguno tenía un estilo ni mínimamente parecido entre ellos. Steve no es tan purista y limpio como Paul Gilbert pero tampoco tan desgarrador como Eric Sardinas.

Lo suyo es el virtuosismo, algo sucio, de notas largas y arrastradas. De dedos en vibrato y puro nervio en el mástil. De pose visual y divertida.

Su boca apretada expresa el sentimiento doloroso de los punteos agudos, mientras que su sonrisa relaja los acordes más serenos.

Pero deciros todo eso y no deciros nada es casi lo mismo, el corazón de su música es su intensidad. No necesariamente en la rapidez del acoplamiento de notas sin parar, que también, sino en lo que es capaz de transmitirle a cada frase.

Cada cosa tiene su tiempo y es difícil saber cuánto es el justo y necesario. Eso Steve lo domina a la perfección. Es capaz de crearte una atmosfera agobiante de agudos encadenados sin que te avasalle. Es capaz de deleitarse con experimentos en el mástil sin que resulte monótono. Es capaz de entristecer y deleitar sin esfuerzo alguno.

Solo unos pocos privilegiados tienen ese don, y que bueno que esta noche podamos disfrutar de ello.

Contamos 8 guitarras y eso solo entre las que podemos ver. Los descansos también tienen su aquel porque es Dave Weiner, el otro guitarrista el que toma el papel de entretener a los presentes con uno de los temas de su disco en solitario.

Pues vaya entretenimiento, que con solo una guitarra acústica ha sido capaz de construir en 4 minutos una bellísima pieza llena de matices.

Para la vuelta, cambio de vestuario, con camisa estampada de seda, chalequillo corto y vaqueros con tachuelas. Pero no sólo cambia el vestuario, la música también, ya que ahora nos trae una pieza de su último trabajo que se siente mucho más madura conceptualmente. El tracklisting del concierto lo encontrareis al final de la entrada.

Contiene más complejidad y sobriedad instrumental, alternando entre la psicodelia y los arpegios imposibles, sobre una base que recuerda a las guitarras corales de Queen en «Los Inmortales».

Unos pocos privilegiados consiguen tocar su guitarra cuando se sube a las cajas que están justo bajo el escenario.

Entre el frenesí de dúos de guitarra aparece a ráfagas un bajo que no solo mantiene el ritmo sino que también sabe hacer cosas alucinantes. Sospechamos que Philip Bynoe ya estuvo con él en Sevilla en 1992, pero nos encantaría que alguien nos lo confirmara.

A Steve le gusta darle al pedal y cambiar de sonidos a su guitarra, lo que dota a los temas de mayor profundidad y sobre todo estilo.

Esa es la palabra que estaba buscando, este hombre se gasta un estilazo que ni te imaginas.

Un gesto precioso que no habíamos visto nunca antes en ningún concierto: Pararse durante unos segundos a mirar a cada uno de los presentes a los ojos, para posteriormente llevarse la mano al corazón y con una pequeña inclinación dar las gracias.

Estas son las pequeñas cosas que hacen grande a un artista y que crea seguidores de por vida.

Si habéis pensado que todo esto que os contamos estaba reñido con la música celta mal encaminados vais. El momento intimo y cercano del concierto llega bajo su cobijo. Bajo el manto de lluvia y nubes, bajo sueños de praderas verdes y William Wallace gritando a la libertad. Bajo bosques impenetrables y montañas sin fin. Una delicia vamos.

Este hombre tiene que acabar exhausto porque justo después de deleitarnos con este lento el frenesí y el descontrol perfectamente acompasados toman el escenario.

Todos los componentes de la banda están teniendo esta noche su momento de protagonismo. Tras la majestuosa intervención de Jeremy Colson a la batería unos temas atrás, el bajo sirve de introducción ahora a un Steve en acústico.

Sentado en una silla y con una guitarra acústica negra se deja llevar por sonidos moriscos en el primer tema cantado de la noche. Y la cosa es que sin tener una gran voz sí que cumple perfectamente. A nosotros nos recuerda a la banda sonora de “Supernatural” (sí somos unos frikis).

“We need some justice right now, we need some mercy right now”

La vertiente del concierto ha cambiado radicalmente haciendo hueco a temas más limpios y tranquilos, que nos dan la posibilidad de disfrutar de otro Steve.

Estos cambios conceden cuerpo al espectáculo y matizan las virtudes de cada uno de los integrantes de la banda.

En un momento dado Jeremy aparece de repente por un lateral con una batería portátil al más puro estilo Xbox. Y aludiendo a que “el mundo cambia” se ponen Steve y él a tocar en un mano a mano. Lo mismo nos traen danzas exóticas que se vuelcan en el rock mas clásico o nos envuelven en los brazos mas serranos y acústicos.

Por si no había ofrecido ya bastantes alicientes y alegrías el estar aquí parece que aun les quedan sorpresas bajo la chistera. Después de un apoteósico solo de batería, que levantaría a un muerto, nos teletransportamos a los 70 y toda su psicodelia de pleno.

Sí, esa que ahora nos parece algo cutre bajo un Steve disfrazado, con una larga túnica con hombreras de pico y lleno de arriba a abajo de multitud de luces de colores. Láser en los nudillos y guitarra como la de cualquier Guitar Hero. En el pack también incluimos un casco de soldador igualmente iluminado, que además posee una linterna a la altura de la frente.

Esta noche nos han preparado un espectáculo a lo grande. Para que no olvidemos nunca este concierto. Para que no se nos acaben esos «tío te acuerdas cuando tocaba con las manos cruzadas!!! o cuando salió disfrazado con las luces!! o cuando el batería embrutecido nos deleito con 5 minutos de cambios de ritmos imposibles, o cuando…..» y así hasta el infinito.

Para los dos últimos temas de la noche otra sorpresa mas. Va a intentar escribir una canción en este momento sobre el escenario. Y para ello pide la ayuda de dos personas del público. Suben Cristina y Rrrrrrrebeca «no entiendo nada íngles».

Su función es darle el ritmo a la batería y al bajo para crear la base. Y finalmente darle el ritmo también a los dos guitarras. Sobre este concepto simple y sencillo que arranca las risas del personal podemos asistir en primera persona como se crea de la manera más metódica todo un tema. Steve da las indicaciones al resto del grupo y en 30 segundos aparece un tema completo de arriba a abajo, destripando cada parte, cada break, cada sucesión de ritmos y cada intensidad instrumental. Brutal.

Y para concluir un solo de más de 10 minutos con lengua incluida. Majestuoso es decir poco.

Pero la gente no deja que se vaya y nos concede una más. Este hombre irradia sensibilidad y franqueza por los cuatro costados. Una emotiva despedida con el Hallelujah del gran Leonard de fondo.

Tras más de dos horas y media de concierto, parafraseando a nuestro compañero Antonio, “esta noche dormiremos con el zumbido particular de los buenos conciertos de rock en los oídos”.

Podéis ver todas las fotos del concierto en nuestro 

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