20 abril, 2024
Dry Martina, Aretha Soul Divas & The Silverbacks y Mambo Jambo electrizaron al público sevillano con sus tres propuestas diferentes en torno a la música negra

Fotografías Antonio Andrés

Bien sabido es que gran parte de la historia de la música en el s. XX es un grupo de negros investigando nuevos sonidos, nuevos matices, nuevas formas; experimentando, creando un género nuevo, original y genuino… y un blanco pegando el oído en la habitación de al lado para copiarlo y exportarlo al mundo. Pasa en el jazz, el blues… e incluso en géneros más jóvenes, como el rap o el hip hop. Y demás derivados. Un sinfín de géneros con un mismo origen que son, hoy en día, una de las grandes bases de las músicas populares. Aunque, finalmente, el soul, con su auge en los 60, quedó primando como principal estandarte dentro de ese concepto denominado música negra, salpicado de rock, de jazz y de otros tantos estilos.  Ese es el centro de la celebración de Soulville, la gran cita sevillana con la música negra, que este año alcanzó en el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo su cuarta edición.

En tres platos se presentó esta deliciosa velada. Y bien variados. En primer lugar salió a escena Dry Martina estrenando formación con su renovada propuesta, manteniendo sus refrescantes temas pop con tintes swing e impulsando un perfil más dinámico y bailable con la presencia de DJ, además del acompañamiento de los vientos. El grupo de Laura Insausti repasó temas de sus anteriores trabajos discográficos y presentó, además de algún inédito de su próximo álbum, su último single, Tú quieres mambo. La cantante malagueña, en algún momento ukelele en mano, ofreció con su tono optimista la propuesta más ligera y refrescante de la noche y provocó la sonrisa con la que recibiríamos a Aretha Soul Divas & The Silverbacks.

En el nombre de la Reina del Soul se presentaba esta formación y había que estar a la altura. Con un conjunto que reunió diez músicos en escena, incluyendo un cuarteto espectacular de cantantes, el repertorio de Aretha Franklin no pudo recibir mejores honores. Tristemente fallecida en agosto del año pasado pero despedida con la elegancia que siempre le caracterizó (significativa esa imagen del ataúd dorado rodeado de flores, y ese vestido con volantes y esos tacones rojos cruzados), su magia no se olvida. Sonaron, en una representación de cada una de las aristas de su legado (más rockeras, más soul, disco, baladas…) las perlas más celebradas de la mítica cantante americana. Say a Little Prayer, Respect, (You Make Me Feel Like) A Natural Woman, Think, Rock Steady, You Send Me… interpretadas por cuatro voces virtuosísimas a la par que diferentes entre sí. Las exigencias y el matiz acorde de cada canción llevaron el protagonismo a una u otra cantante según casaba mejor con su perfil. Las Aretha Soul Divas estuvieron insuperables con sus vozarrones: desgarradoras, salvajes, poderosas, sensuales, sensibles, inspiradas. Un auténtico tornado pasó por el escenario haciendo temblar todos los cimientos. Mayka Edjole, Astrid Jones, Juno y una entregadísima Shirley Davis pusieron patas arriba la fiesta, lujosamente acompañadas por unos Silverbacks, potentes desde los primeros compases, con los que se impusieron sobre las tablas, un sexteto de saxo tenor, trompeta, guitarra eléctrica, bajo, teclado y batería.

El final de esta enérgica noche llegó con el apoteósico culmen de los Mambo Jambo. Qué barbaridad de cuarteto instrumental, la conjura de Dani Nello (saxofón), Dani Baraldés (guitarra), Ivan Kovacevic (contrabajo) y Anton Jarl (batería). No tienen cantante…porque no les hace falta. Les sobraría. Derrocharon estilo, rock and roll puro y duro, guiñando a Tarantino, levantando polvo en las carreteras secundarias que cruzan la frontera, luciendo músculo ibérico (qué enorme versión rockabilly de El Hombre y la Tierra), mezclando fuego y gasolina con altas dosis de surf , swing y rhythm & blues. El inflamable sonido jambofónico sacudió eléctricamente al público sevillano. No se puede cantar más con un saxofón, conducir más rápido que ese batería o prender la llama como ese guitarrista. Y ojo a ese increíble Kovacevic, un hombre de dos metros haciendo bailar un contrabajo como si fuera un ukelele. Puro show.

Una brillante edición de Soulville se llenó de color con tres shows de gran calidad muy diferentes entre sí. Muy elogiable fue además el trabajo de la organización del festival que, exitosamente, logró que la espera entre concierto y concierto fuera brevísima y aliñada con buena música enlatada  correspondientemente bien servida, lo que dinamizó la noche sin dar apenas tregua a la música y a la diversión. Una organización que no para y que ya otea nuevos sones souleros en el horizonte: ya se ha confirmado que Soulville volverá tras el verano con su quinta edición e incluso ha adelantado ya el primer nombre del cartel, el grupo Cosmosoul. En septiembre vuelve la fiesta de la música negra, no se la pierdan.

Soulville IV Sevilla

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