28 marzo, 2024
Silvia Pérez Cruz es un milagro hecho carne, y a la espera de poder disfrutarla de nuevo el próximo lunes 20 de Octubre en el Teatro Nuevo Apolo, recordaremos la mágica noche que vivimos el pasado 17 de Junio también en Madrid

Ya pudimos disfrutar de ella en Las Noches de la Buhaira este verano en Sevilla, ahora recala de nuevo en Madrid para el puro deleite del personal.

Silvia Pérez Cruz es un milagro hecho carne, y a la espera de poder disfrutarla de nuevo el próximo lunes 20 de Octubre en el Teatro Nuevo Apolo, recordaremos la mágica noche que vivimos el pasado 17 de Junio, cuando presentó su último disco junto a Raúl Fernández Miró en Madrid:

Entramos en la Sala Roja de los Teatros del Canal, llena a reventar, preparados para explotar con esa «granada» que vienen a regalarnos.

Unos labios rojos acompañados de una inagotable sonrisa, tardan segundos en bañar de luz toda oscuridad: «Abril 74» de Lluis Llach, olor a claveles y revolución para empezar a desgranar la noche. Silvia no conoce límites, nos atrapa en cada tema. Hipnótica y aterciopelada en «Tonada De La Luna Llena«, «Albert» o en una «I Get Along Without You Very Well» de las que no se olvidan. Y cruda y desgarradora en «Calaveras De La Nada» o «Corrandes D’Exili«, una de las cimas de la noche.

Raül exprime y juega con la distorsión de su guitarra hasta el límite, el aura de la Velvet Underground se apodera de la sala por momentos y se funde con la voz de Silvia a la perfección.

Con «Hymne A L’Amour» se para el tiempo y sentimos a quien está tan cerca y tan lejos… Y con la «Elegía a Ramón Sijé» unida al «Que Me Van Aniquilando» (Morente siempre presente), sobrepasan lo sublime y hacen que nos duela hasta el aliento.

Una versión inolvidable del «Pequeño Vals Vienes» lorquiano, superando a Cohen y abrazándose con «Omega«, fue el punto final al repaso completo de un disco que NADIE debería perderse.

Y cuando parecía que era imposible dar y recibir más, Silvia se despide con ese «Ay, si es que yo miento que el cantar que yo canto lo borre el viento. Ay, qué desencanto si me borrara el viento lo que yo canto…«. Imposible, imborrable, no hay desencanto ni mentira ante un milagro tan auténtico.

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