29 marzo, 2024
El único festival con cuernos de la ciudad desplegó orgulloso las astas para dar inicio la segunda de sus jornadas, marcada por una jugosa programación.

 

Fotografías por El Caballero Oscuro

Inquebrantable, como la lluvia que cayó a lo largo del fin de semana, prosiguió el sábado Renofest. El único festival con cuernos de la ciudad mudó posada a la Sala X y desplegó orgulloso las astas para dar inicio a la segunda de sus jornadas, marcada por una jugosa programación. La misma que reuniría en una sola noche a Polock, Sonars, Hola Chica y Arista Fiera, junto a tres sesiones de DJ y una conga que atravesó la sala varias veces (y de la que pocos pudieron escapar). Si el viernes ya comprobamos que el público de Renofest es una de sus mejores bazas, el sábado asistimos a la firma ante notario.

Cuando algunos aún apuraban el serranito en el bar de la esquina, comenzaron a ambientar la velada a los platos el dúo Quierosersanta. Con una exquisita selección de cortes, todos ellos protagonizados exclusivamente por voces femeninas (de-ta-lla-zo), la sala comenzó a coger color y forma. Arista Fiera fueron los encargados de romper el hielo, abriéndose paso a través de un mar de capas globosas que mutaron el espacio en una suerte de pecera sin agua.

La formación malagueña extendió sus tentáculos demostrando que el noise pop made in Andalucía debería tener ya una denominación de origen. Herederos por derecho del sonido planetario, ese que se ha incorporado ya en el acervo musical de toda un generación, Arista nos deleitó con los temas de su, hasta ahora, único trabajo: Simetría Par.

Tras la segunda de las tres sesiones que conformarían el programa que tenían preparado Quierosersanta, llegó el turno de Sonars. El dúo italobritánico presumió de cacharraje y cableado en escena, creando un aparente caos sometido a cierto orden electrónico de tintes oníricos. Una vez entrada en la espiral, samplers y loops atrapan al oyente en la inercia de un bucle infinito que apenas se interrumpe entre los cortes. Un afamado cronista de esta nuestra ciudad lo definiría como si Kevin ParkerBradford Cox tuvieran un affaire a los pies de la Fontana. Nosotros también.

Si a partir de ahora dejáramos de lado el lenguaje propio de una crónica periodística, podríamos afirmar que lo que vino después fue un completo abuso. Retomando el tono formal, Polock dio un golpe sobre la mesa (también la partió, la hizo astillas y luego se la fumó) con un directo vibrante e impecable, conectando desde el principio con un público completamente subyugado. Los valencianos exhibieron una energía desbordante durante un show que se hizo corto y en el que sonaron la mayoría de cortes que componen su último trabajo.

También hubo espacio para los hits que ya han hecho de Polock una de las formaciones más sólidas del indie-rock patrio. La audiencia coreó «Oh I love you» ó «Everlasting» y hasta guardó silencio cuando la banda lo requirió. A lomos de una sección rítmica de infarto, intensa y enérgica, nos enganchamos al magnetismo de Papu Sebastián, un frontman que besó -literalidad- el suelo que pisábamos.

 

Difícil papel le tocaba a Hola Chica y arduo también bajar de la nube a la que Polock nos había aupado. Sin embargo, tras la sesión de nuestro porcino piadoso favorito -léase Jamonja– los catalanes amortiguaron y mantuvieron el high en su punto adecuado. Estrenando single -un «Mirage» delicioso- como adelanto del trabajo que aún está por venir, lucieron los galones de un pop electrónico vivaz y de melodías pegadizas. La sonoridad robusta y encajada del conjunto terminó de revolver a la agitada concurrencia, que ya se entregaba a la conga sincopada y al Ballantine’s de cortesía.

Comenzaba La Rubia Pincha cuando el reno volvió su cara hacia la tundra y desapareció con esfuerzo, aclimatado como estaba ya a latitudes más cálidas. Eso sí, llevaba consigo la satisfacción del deber cumplido, obtenida tras las incursión kamikaze que supone hoy en día organizar un evento sin ánimo de lucro. Nos descubrimos ante esos animalitos que aún ponen en marcha un proyecto fiel, que crece en cada una de sus ediciones y sigue apostando por ofrecer una programación que no cuesta lo que vale. Sino mucho más. El Reno volverá, seguro. Puede que antes de lo que crees.

Renofest 2018

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