Fotografías por EsperanzaMar
La primera edición de un festival es como un episodio piloto si hablamos de series televisivas, o como un vector unitario si hablamos físicamente. Podemos saber la dirección y el sentido que tomará el festival pero en ningún momento podemos pasar a evaluar su módulo.
Y, precisamente por eso, es tan importante acudir a estos eventos, para poder constatar los cambios que se producirán posteriormente en beneficio o detrimento de la calidad musical o empresarial.
Si analizamos un poco lo ocurrido en la I edición de la Fiesta de la Primavera en Tomares nos quedaremos con luces y sombras, como debe ser, porque siempre se puede mejorar. Una buena acogida del público, un sitio precioso para enclavar el evento, buena oferta culinaria y con bastantes metros de barra, un sonido muy decente que acompañó a la perfección a los distintos estilos musicales y un ambiente en general muy acogedor y familiar, fueron son puntos positivos.
A mejorar, los escasos servicios que crearon colas de más de 20 personas por momentos, el DJ que amenizaba entre grupos hizo una selección musical francamente fuera de lugar con respecto a los estilos que se barajaban en directo, la falta casi completa de sombra que hizo que la gente se apiñara bajo “dos árboles” durante las horas más cálidas del medio día y la sensación a ensayo general que destilaban los grupos, que salvo excepciones, no se tomaron ni medianamente en serio el concierto.
Está claro que esta clase de citas son tomadas por los grupos “grandes” como hora de ensayo, más que por un concierto al uso. Son momentos para ir afinando la compenetración con nuevos integrantes de la banda, o para retomar de manera un poco más en serio los ensayos que durante los meses de invierno no han sido tan asiduos como deberían. Además, ya llegan los festivales potentes de verano, y ahí todo el mundo quiere llegar en condiciones ya que irán muchas personas que quizás no os conozcan y sean futuro público target.
Pongamos dos ejemplos significativos. Por un lado los No me pises que llevo Chanclas, divertidos como pocos. Me reí de lo lindo recordando los miles de momentos que se nos venían a la mente escuchando “Y tú de quien eres”, “Acá Conil”, “Tengo una tasquita en Triana”, “Las calles de Chicago”, “se me ha muerto el canario”, “No veo ná” y, por supuesto, “Bolillón”. Botamos, bailamos, cantamos, gritamos y nos descojonamos cuando las miradas entre colegas hacían referencia a aquella noche de desfase sin decir una palabra. Los temas de siempre rescatados en su disco 25 años de agropop publicado el año pasado. Sin duda, lo mejor de la noche. Por otro lado, Antílopez. Otro de los cabezas de cartel junto a unos muy decentes O´Funk´illo. Pero con Antílopez la cosa no cuajó del todo. Es cierto que bien te lo pasas seguro. José Félix López y Miguel Ángel Márquez siguen haciendo un show con todas las de la ley, pero con la banda se ha diluido bastante en post de una continuidad algo encorsetada.
La banda de la que ahora se acompañan no pueden hacer sus cortes, sus chascarrillos, sus incisivas inflexiones musicales en forma de conexiones entre temas clásicos y populares. Ahora todo es más como en el disco, pero distorsionado. Los temas duran sus 3 minutos de rigor pero no se escuchan limpios. Han perdido tono clown, pero tampoco es que hayan ganado mucho más musicalmente. En resumen, un directo mediocre. Y entiendo que aún se están adaptando a esta nueva realidad, y que tras años de ser un dúo, convertirse en 5 tiene que costar, así que opinaré con más criterio la siguiente vez que los vea en este formato.
En resumen, una bonita apuesta en un gran enclave, que no volverán a repetir por problemas con el ayuntamiento de Tomares. Un montón de buenos grupos por un precio irrisorio, 8€, que es la mejor manera de acercar la cultura musical a la gente de los pueblos. Una cita que desde 8pistas esperamos que continúe por sus muchas virtudes pero a la que le pediríamos algunas pequeñas mejoras, lo típico.
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