25 abril, 2024
Los valencianos Moonflower están en un momento dulce. Fichan por Sello Salvaje y se traen un larga duración fruto de su etapa por Estados Unidos.

Es inevitable imaginar sonidos cuando oyes  el nombre de un grupo por primera vez;  es un proceso de agitación confusa que dibuja referencias y deseos, aunque esta sensación se templa en el momento en que el CD cae en tus manos. El sonido se va perfilando, mentalmente, hasta el momento en que rompen los primeros  acordes. Lo que tengo entre las manos es una caja que guarda dentro lo que parece la crónica de un viaje;  un bonito envoltorio. Ya no hay marcha atrás, la música empieza a sonar. Ahora sí;  la primera canción. Allá vamos:

Round Trip es el segundo largo de Moonflower, la banda liderada por María López, que vuelve tras una provechosa estancia por Estados Unidos. Los viajes siempre son emocionantes porque significan adentrarse en lo desconocido, aprender de nuevas experiencias y, al final, volver a casa. Y la vuelta  a casa de María y los suyos no puede ser mejor, con un nuevo trabajo en sus mochilas que revisa el carácter de su primera vez (First Time, autoedición 2011). Siempre he pensado que una de las buenas noticias de grabar un segundo disco es que significa que alguna vez tuvo que haber un primero. Tiene que dar vértigo ahuyentar los fantasmas  del éxito, (“Fantasmas”, precisamente, es un temazo de First Time, todo una demostración de fuerza y sensibilidad);  un éxito, decía, que ha llevado a Moonflower a girar por Estados Unidos y fichar por Sello Salvaje, dándoles  tanto bueno.

Aplaudo su audacia. Ya sabemos que el pop preciosista está en alza, y desmarcarse de la multitud de propuestas que hay en la escena es una tarea bastante complicada, aunque quizá más directa si se cuenta con el talento de un gran arreglista para sacar brillo a unos temas que llevan mucho de María.  Josep Bartual reviste la estructura de cada canción con arreglos de guitarras y variadas capas sonoras, dejando delante brillar una voz con identidad propia. Pero ojo; que esa supuesta complejidad no nos haga perder el norte; entre los outros, estribillos y variados puentes hay un mensaje muy claro: este viaje hay que hacerlo ligero de equipaje, sin prejuicios.

Escucho este disco como percibiría la experiencia de un viaje en sí mismo, desde los preparativos  (“Entrenamiento para Astronautas”), la ilusión del comienzo (“La ciencia de la Insistencia”), la nostalgia que produce estar lejos (“”, “Lluvia”) , o la inevitable sensación de perderse para volverse a encontrar (“Amor”, “Dolor”). Es una interpretación libre, desde luego, pero me divierte pensar que María cierra el disco cantando en inglés como si traspasara alguna frontera imaginaria, llegando a su destino (“Reflections of the Sun”, “Come Around”) y dejando para el final los cortes con carácter más acústico para dedicárselos a la vuelta a casa (“A little bit of Sun”), ese momento que, invariablemente, llega en toda aventura.

Y así concluyo yo, como concluyen los viajes;  dejando una sensación agridulce, de experiencias vividas y de temor por volver al tedio, a la rutina. Round Trip bien merece la escucha; bien merece adentrarse en sus paisajes sonoros y perderse en sus arreglos. Yo prefiero volver a sus canciones cuando las escuche en directo. Algo me dice que tendré la oportunidad muy pronto, quizá el día de los enamorados. Sería muy oportuno, porque  mi amor por la música me dice que estas canciones lo merecen. Espero que suceda para comprobar, de una vez por todas, que lo que nos duele nos hace quererlo más.  “Si es amor, se parece al dolor” No podría estar más acuerdo.

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