24 abril, 2024
Acostumbrados como estamos a productos precocinados, a pseudomodernos copiandose los unos a los otros, a rockeros pasados de vueltas y niñatos que basan su éxito en “likes” y la falta de respeto un álbum como el de Luis Ramiro es agua caída del cielo.

Tras 4 discos nos llega al fin Magia, publicado el 12 de Febrero. Con este trabajo el propio Luis Ramiro nos confiesa que ha llegado a su cénit compositivo. Y no es para menos ya que con el apoyo del productor Pablo Cebrian y Oscar Vinader el disco alcanza unas cotas muy altas en producción y sonido.

A priori basta pensar en la tremenda oferta de pop nacional que existe ahora mismo en el mercado para dejarnos claro que si antes de su lanzamiento ya se habían confirmado 19 fechas para su gira es porque el disco tiene que tener algo que lo distinga de los demás. Y tras su escucha os podemos decir que no sólo tiene alguna cosa sino bastantes.

De momento a pesar de ser pop al uso me cuesta trabajo imaginármelo en las radiofórmulas comunes, salvo contados temas como “Magia”, su single presentación, por ejemplo. Uno de esos temas bien hechos y que lleguen con la inusitada facilidad con la que se nos meten dentro algunos de los mejores temas pop de la historia.

Sin embargo, y para nuestro regocijo el disco no se queda en una sucesión de singles de consumo masivo que aunque entran fácil también tienen la extraña facultad de olvidarse con la misma rapidez. Cortes como “Contigo” o “Mi último paisaje” nos demuestras que las letras van a estar más presentes que de costumbre en un disco de este tipo. Y no es por desmerecer a los demás pero se nota mucho cuando hay muchas horas tras unas líneas, para que todo cuadre, para que no se pierda la línea argumental en ningún momento, para que todo quede redondo. Con frases como “Si la especie humana se abocara a la extinción quiero que seas mi último paisaje” creo que visualizareis perfectamente lo que pretendo decir.

El poderoso valor del lenguaje tratado desde el máximo respeto posible es lo que desprende un disco que te estremecerá en más de una ocasión, quizás como muestra el botón de “El Universo”. Un corte discreto melódicamente hablando, que bien parece que sea una declaración de intenciones ante todo el que regale su tiempo al escuchar su disco. Tierno sin ser meloso, poético pero cercano, discreto pero sincero, realista sin tener los pies en la tierra.

Acostumbrados como estamos a productos precocinados, a pseudomodernos copiandose los unos a los otros, a rockeros pasados de vueltas y niñatos que basan su éxito en “likes” y la falta de respeto un álbum como el de Luis Ramiro es agua caída del cielo. Pop sin querer aparentar otra cosa, gritando al viento la fuerza de su mensaje, sencillo, cotidiano y a la vez extrañamente especial. “Perfecta” es el acompañamiento perfecto a “Para los dos” de Rozalén. Cada uno tratando el tema desde un punto de vista distinto pero diciendo lo mismo.

Ser el que era” y “Ramiro” nos muestran de una manera muy palpable que cuando u escritor plasma palabras que salen de dentro normalmente se llevan del lugar de donde han salido un trocito de uno mismo. Y os aseguro que como oyentes lo agradeceréis ya que cuando hay trocitos de una persona entremetidos entre las frases de una canción la realidad se hace más tangible y gustosa. Se comparte, se entiende, se interioriza y se goza de una manera muy peculiar. Nada que ver con productos congelados, sacados de unas cámaras gigantes donde existen miles de artículos iguales.

No os vamos a desvelar todos los entresijos que esconde este disco porque sinceramente nos gustaría que fuerais vosotros mismos los que os deleitarais al descubrir y redescubrir cada una de sus composiciones. Os alentamos a que no dejeis de escuchar , por ejemplo, “El café” o “Poemas en el tejado”, corte con el que termina el disco.

En definitiva, estamos ante un trabajo pensado, mimado y disfrutado tanto en su proceso de creación como en su proceso de escucha posterior. Hablar de lo que uno lleva dentro no tiene por que resultar doloroso ni agotador, también puede ser liberador, dulce y cercano, como un proceso en el que seas capaz de compartir por un momento tus sentimientos con un extraño simplemente con mirarse a los ojos. Una charla con un amigo de verdad una fría tarde de febrero en tu café favorito… quizás incluso haya tiempo de “besarnos cuando se apaguen las luces…

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