16 abril, 2024
Reed mundialmente conocido por su sencillo rock and roll; capaz de escribir canciones perfectas, cuando se encontraba de humor, nos ha dejado. Pero no su música, ni su poesía.

Anoche después de un día relajado en el campo, ajena a todas las noticias del día, encendí la tele y la noticia de la muerte de Lou Reed me sorprendió, imagino que como a la mayoría. Todos los recuerdos de mi más “wild” adolescencia vinieron a mi memoria. Se ha muerto el padre de la banda sonora de mi juventud. Esa que acompañaba mis rabonas de clase para tomar litros en la Pila del Pato, los amaneceres sentados en una placita filosofando de la vida con los colegas, las carreras en bici por las calles vacías a la luz de luna.

Reed mundialmente conocido por su sencillo rock and roll; capaz de escribir canciones perfectas, cuando se encontraba de humor, nos ha dejado. Pero no su música,  ni su poesía.

Cuando una estrella del rock muere, hay una tendencia natural entre sus fans y sus periodistas más afines de ensalzar la relevancia de su figura: primero para expresar su pena, y luego como forma de aumentar el número de lectores.

En el caso de Lou Reed, esto es casi imposible, o acaso ¿somos capaces de imaginar el sonido de la música rock, tal como lo hace, si no hubiera existido la Velvet Underground.?

Seguramente los fans de Elvis, Beattles y Dylan estarán en desacuerdo, pero existen argumentos convincentes de que el debut de la “Velvet Underground y Nico” en 1967  es el álbum más influyente en la historia del rock. Realmente, es difícil de pensar en otro disco que alterara el sonido y el léxico del rock de una forma tan dramática, significó la modificación radical de sus parámetros.

Innumerables temas del pop surgen completamente a su sombra: nos resulta casi inimaginable el sonido del  glam, el punk, y todo lo que viene bajo el término “indie” sin él.

Es cierto que la Velvet no era la única banda a finales de los 60 que intentaba tender un puente  entre el rock and roll y la vanguardia y Reed no era el único compositor que pensó que las letras podrían tener el mismo peso e importancia como si se tratara de pura literatura.

Pero ellos fueron los que lo consiguieron de la forma más natural. Nunca sonó cohibido o compleja, era como si no hubiera nada pretencioso u ostentoso en los temas de Reed: lo que él perseguía era representar el lado más provocador de la vida del Lower East Side – las drogas y la diversidad sexual – al curtido estilo de Dashiel Hammett y Raymond Chandler.

Quizás fuera porque encontraron el punto perfecto. En 1966, cuando la música se movía hacia una dirección más compleja, como el rock  psicodélico, Lou abogaba por la sencillez, y mostraba un gusto por estilos pasados de moda. Parafraseando una de sus más famosas frases:”un acorde está bien, dos es dinámico y tres estás tocando jazz”.

Toda su carrera llena de sombras y luces tardías, como todo gran artista adelantado a su tiempo, el mundo necesitaba más tiempo para digerir su lenguaje y sus múltiples facetas. Por un lado, el representaba un cierto tipo de actitud del rock and roll. La cara que presentaba al mundo de sí mismo, al menos en entrevistas, era la de un luchador incansable, despectivo y taciturno. Esto lo podíamos ver a menudo reflejado en su música: los cuatro extenuantes temas que componían la cara B de su álbum  conceptual “Berlín”, producido por David Bowie en 1973 y prohibido en sus inicios en España, eran una expresión  extraordinaria de frialdad y crueldad.

Por el otro lado, Reed escribía canciones de extremado movimiento, que hablaban de  sensibilidad y ternura: como la incomparable Pale Blue Eyes unidad de brillantez; Halloween Parade’s el lamento del corazón partido de la comunidad gay de Nueva York, devastada por el SIDA; su meditación sobre la muerte, Magic And Loss. Capaz de escribir perfectos temas, cuando se sentía inspirado y los duendes le acompañaban; e igualmente era capaz de crear Metal Machine Music, su infame doble álbum de chirriantes ruidos, detestado por la gran mayoría, y aún así punto de referencia para otros. Cada lado de este poliédrico personaje inspiraba a un número incontable de imitadores. No hace falta decir que ninguno de ellos era como él. Y así se convirtió en uno de los artistas más imitados en toda la historia del rock absolutamente inimitable.

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