28 marzo, 2024
El 30 de septiembre Loquillo dio un espectáculo lleno de energía en el Centro Andaluz de Arte. Rock and Roll en cada nota y bailes ochenteros hasta el final.

Fotografía por Lorena Lucenilla

¡Atención, trogloditas! El viernes 30 de septiembre por fin volvió a pisar tierra sevillana el loco del rock, ídolo de generaciones pasadas, presentes y futuras. Estamos hablando, por supuesto, de Loquillo.

Las inmediaciones del Centro andaluz de Arte Contemporáneo se convirtieron en un reguero de fans desde horas antes del comienzo.

En las primeras filas podíamos ver desde los más jóvenes hasta adultos tatuados con sus frases. Y así fue que empezó con “Salud y Rock and Roll”, como no podía ser de otra forma. Justo al comienzo también pudimos escuchar “A tono bravo” o “El mundo que conocimos”, de su último disco Viento del Este, publicado en este 2016. En los primeros compases de la cuarta canción por fin hizo un alto para hablarle al público escuetamente. «Aquí reina la música y sobran las palabras«. Huelga decir que su puesta en escena es impecable, un no parar de música y movimientos ochenteros que tanto nos gustan. Sin duda alguna, se encontraba cómodo, y no era para menos, ya que estaba ante un público que había llenado cada rincón.

Los asistentes, que estaban completamente entregados, pudieron disfrutar de temazos como “El hombre de negro”, “Cruzando el paraíso”, “Viento del este”, “La mataré” o con “Chanel, Cocaína y Don Perignon”. Aunque, por supuesto, se notó un revuelo especial cuando empezaron a sonar los primeros acordes de “El rompeolas”. No hay otra palabra para definirlo que impresionante. Bailamos como si se fuera a acabar el mundo con “Yo para ser feliz quiero un camión”, “Esto no es Hawaii”.

No podemos olvidarnos de la banda que lo acompañó, compuesta por Josu García, Igor Paskual y Mario Cobo a las guitarras, con el bajo y el contrabajo vimos al talentoso Alfonso Alcalá, Laurent Castagnet en la batería y Raúl Bernal al mando del teclado. Un conjunto excepcional que desbordó energía y diversión sobre el escenario, aparte de una excelente calidad musical, magia para los oídos, desde la guitarra al bajo pasando por el acordeón.

La noche rozaba a su fin con una traca final de infarto que nos llevó a los mejores momentos de la música española. En el bis pudimos escuchar una tras otra “Rock and Roll actitud”, “Feo, fuerte y formal”, “Rock And Roll Star” y “Cadillac solitario” para terminar como se merecía la velada.

No se puede evitar la cara de felicidad cuando ves tantos corazones, de todas las edades, conquistados por el Rock & Roll. Sólo nos queda decirles a los papás, mamás, titos y hermanos mayores que gracias por llevar a los más jóvenes a los conciertos que a vosotros os hubiera gustado ir de pequeños. Las futuras generaciones os agradecerán que el buen gusto no se pierda.

¡Salud y Rock And Roll!

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