19 abril, 2024

Imágenes de la compañía Aalto Ballet Essen.

El teatro sevillano de la Maestranza inaugura el año 2022 con el clásico ballet de El lago de los cisnes, llevado a tablas por la compañía Aalto Ballet Essen. El espectáculo, que se estrenó ayer con gran éxito, podrá verse hasta el sábado 15 de enero.

Es sobradamente conocido por todos el trágico amor entre el príncipe Sigfrido y la princesa Odette, quien sufre la maldición de tomar la forma de un cisne durante el día. El lago de los cisnes, una de las obras más famosas de todos los tiempos, ha sido la elegida para recibir el año 2022 en la ya típica función anual de ballet con música en vivo que ofrece el teatro de la Maestranza.

La Real Orquesta Sinfónica de Sevilla interpreta en directo la partitura de Chaikovski mientras los jóvenes integrantes del Aalto Ballet Essen dan vida a este clásico de clásicos. La compañía alemana —que también representa composiciones contemporáneas, lo cual se nota en su trato al ballet blanco— ya trajo Romeo y Julieta en 2016 al teatro sevillano.

Imágenes de la compañía Aalto Ballet Essen.

En esta ocasión ha sido de nuevo el belga Ben Van Cauwenbergh —en la dirección de la compañía desde 2008— quien se ha encargado de la coreografía. El resultado parte del famoso trabajo de Lev Ivanov y Marius Petipa, aunque Van Cauwenbergh ha decidido revisitar la obra desde el optimismo y la gracilidad, optando por un final esperanzador e incorporando algunos efectos visuales muy impresionantes.

Con ciertos toques contemporáneos —como la identidad claramente flamenca de una de las pretendientas del príncipe en el tercer acto—, el espectáculo se caracterizó por una fuerza y un frescor que hicieron mella en el público, el cual dedicó largos minutos a la ovación final. Odette (Mika Yoneyama) y Sigfrido (Artem Sorochan, un bailarín de altura destacable) lograron alcanzar una compenetración palpable y hacer gala de sus indudables habilidades técnicas. También destacaron los muchos solistas que tuvieron tiempo para lucir sus destrezas, así como los maravillosos y delicados bailes en grupo.

Resultó asimismo notable la elección de vestuario (Dorin Gal), con un despliegue de texturas y escalas de color que recordaba a flores silvestres, a la crudeza de la naturaleza; a inevitables plumajes, a cielo nocturno. Asimismo, el diseño de escenario (también a cargo de Dorin Gal) destacó por sí mismo, aunque mención aparte merecen el espectacular salón de baile del tercer acto y el lago final.

El resultado fue el de una narrativa que alcanzó el éxito en su estreno sevillano y que dejó muchos corazones vibrando en los asientos. Estamos ante un espectáculo que, sin duda, ha estado a la altura de dignificar tan trágica y célebre noche. Merece la pena disfrutar de esta maravillosa representación que ha culminado su cita con Sevilla con todas las localidades agotadas.

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