19 abril, 2024
Una noche sin complejos, sin inhibiciones y casi sin recuerdos

Fotografías por Jon Nuevo

Si esta época del año es célebre por sus excesos, la fiesta que el sello Happy Place ofreció a sus acólitos el pasado 23 de diciembre no se quedó atrás. Multitud de caras conocidas se reunieron en la Sala X para disfrutar de cuatro directos de intensidad creciente y un ambiente festivo que se extendería hasta el amanecer. Esta nueva tradición, que ya hemos incorporado al acervo navideño, se sirve siempre acompañada de buena música, saludos por doquier y una resaca monumental de casi dos días.

Aún con algunos huecos por completar en una sala que acabaría hasta la colcha, fueron Vera Fauna los encargados de dar comienzo a la velada. Si bien el arranque resultó un tanto frío, cogieron rodaje rápidamente y nos enrolaron sin dificultad en sus bucles, dejándonos prendados de sus ecos, sus puentes y sus cambios de ritmo. Pese a que la psicodelia es últimamente el santo grial de muchas bandas noveles -convirtiendo en wannabe sus intentos de sonar como Pink Floyd o Tame Impala– ellos se desmarcan de la tendencia, haciendo que su propuesta resulte sincera. Vera Fauna es de colores.

La llegada de All La Glory fue un golpe encima de la mesa. Los sevillanos demostraron la experiencia que los avala con un sonido rotundo, clásico y engrasado que dio comienzo con «Looking for a thrill», de su último trabajo Everybody’s breaking everybody’s heart. Sala entregada y el ambiente propicio para disfrutar de una de esas bandas con las que la justicia es más ciega -o sorda- que nunca.

Una cultura musical propia de un doctorado se ve reflejada en el estilo de unos All La Glory que a veces brillan rockeros –«Pretty eyes»-, otras lucen ochenteros –«L.A.M.F.»– y siempre funcionan. Hasta se marcaron una versión con clase de «Thunder only happens when its raining» de Fleetwood Mac. No es de extrañar que se marcharan entre peticiones de bises que nunca llegaron dado lo apretado de la noche.

A partir de aquí, la velada tomó otros derroteros mucho más oscuros (y quizás más insensatos) pero no por ellos menos divertidos. The Aspidistras repartieron versiones a ritmo de rock and roll como un Santa Claus en vísperas. Sin ceder tiempo para coger resuello, sonaron «Psycho killer», «All this and more» o «Did you no wron» de Sex Pistols. Una prueba de memoria, un viaje al pasado y un show trepidante en el mismo saco.

El siguiente escalón hacia la perdición lo bajaron Las Janes. La labor del cronista es describir con la máxima precisión el devenir de los acontecimientos pero lo cierto es que resulta complicado encontrar calificativos poco trillados para detallar la actuación de esta nueva banda. Frescas, descaradas, divertidas y entregadas -¡qué alegría poder escribir tantos adjetivos en femenino!-, no existen registros de nadie que se haya aburrido en un concierto de Las Janes.

Después de esta nueva entrega de la girl-band de moda, ya más cerca del amanecer que de la medianoche, llegó el momento de disfrutar del baile en manos de Andy Jarman. En este instante, quien abajo firma se relevó de sus funciones como narradora para entregarse a la mandanga. Y  es que, a partir de aquí, lo que ocurrió en la fiesta de Happy Place se queda en la fiesta de Happy Place.

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