24 abril, 2024
Daban las 22:30 y no bajábamos de los 30°. Sobre el escenario iban apareciendo los componentes de la banda, Finalmente, un carismático acordeón precedía la entrada de Julieta Venegas.

Fotografías por Esperanza Mar

Sol encapotado en uno de los días de más bochorno en el verano sevillano. Y eso es decir mucho. Aun así, habíamos visto a Julieta tomando cervecitas en El Salvador o paseando por las calles de la ciudad. Un preámbulo de inmersión sin miramientos en la realidad que nos rodea para entender lo que aquí se cuece y poder darse completamente sobre el escenario.

Daban las 22:30 y no bajábamos de los 30°. Sobre el escenario iban apareciendo los componentes de la banda, Matías Saavedra: teclados; Juan Martín Medina: clarinete, flauta, acordeón, etc, Freddy Cañedo: bajo; Sergio Silva: guitarras y Eddy Vega: batería y todo tipo de ritmos. Finalmente, un carismático acordeón precedía la entrada de Julieta Venegas.

Sin mediar palabra comenzaron los sonidos de “Original” y “Bien o Mal” de su disco Otra Cosa.

Tras estos primeros dos temas sus primeras frases de agradecimiento, para decir que tenía muchas ganas de volver a Sevilla después de tanto tiempo. Y tanto, yo ni sabía que había venido alguna vez.

Curiosamente, y contra todo pronóstico sale algo fría, apagada, aunque rápidamente el calor de sus canciones, ayudada por la climatología, hace que los contoneos y los coros se alcen poco a poco entre los asistentes. Suena «Te vi» de su disco Los Momentos mucho menos sintético, lo cual, personalmente, agradezco.

«Amores platónicos» es el primer tema a piano de la noche, lo que dota a su interpretación de una nueva dimensión. Los altos controlados de este tema son exquisitos, sutiles a la vez que energéticos, y suena IDÉNTICO al disco. Es impresionante el control que tiene esta mujer de sus cuerdas vocales. Parece no costarle ningún trabajo lo que para otros es un mundo.

Pero es con «Limón y sal» cuando el ambiente se vuelve más festivo. Coreado a voz en grito por todos los presentes, tal y como lo hemos visto en multitud de vídeos alrededor del mundo. Pero vivirlo en primera persona es algo completamente distinto, casi religioso, casi como un rezo compartido por más de 1600 personas, donde el alma toma forma de voz femenina y los sueños más románticos se apoderan de nuestra mente. Y todos sabemos que eso en Nocturama es algo recurrente.

Los saltos, las risas contagiosas y los amores fugaces, de noches de verano, se entremezclan en esta oscuridad de sudor palpable y corazones henchidos.

El honor de ser el primer tema de la noche de su nuevo trabajo se lo lleva “Buenas noches, Desolación”, donde nos confiesa que es un canto al “volver a empezar”. Este tema ya lo habíamos escuchado por la red, y aunque pueda parecer algo triste tiene un trasfondo muy positivo que se transmite a la perfección en directo. Además, el hecho de que sea el primer tema con Julieta a la guitarra hace que parezca más cómoda sobre el escenario, alternando movimientos de caderas, dulces contoneos y miradas de niña pequeña que encandila al más pintado.

Atmósfera que continúa con “Canciones de amor” de su disco Limón y sal, donde es capaz de llevarnos a uno de esos mundos oníricos llenos de campos floridos, de nubes bajas de Hayao Miyazaki, de personajes de Ken Akamatsu.

Sus paseos sobre el escenario son seguidos por cientos de ojos encantados, engatusados bajo la dulce melodía del pop más romántico de “Ilusión” o “Algo está cambiando”. Porque vamos a ser sinceros, todos necesitamos de ese amor correspondido, o quizás no, quizás sufrir es tan deliciosamente bueno. O acaso no os acordáis con cariño de como sufríais cuando erais adolescentes y todo era un mundo en tu cabecita. Todo era el fin de mundo, o el principio de la creación. Julieta tiene ese poder, sus letras te teletransportan a ese momento en tu vida del que quizás nunca quisieras haber salido.

Nos revela que el tema «Los momentos» está inspirado en un poema de Jorge Luis Borges y habla precisamente de lo que sucede con las cosas que no vives. Lo que podría haber sido tu vida si en aquel momento hubieses elegido otra cosa en lugar de lo que decidiste.

 Tras “¿Por qué?” llega el segundo corte nuevo de la noche “Porvenir”. A piano, completamente sola en el escenario, y sinceramente, no le hace falta nadie más. Este tema deja entrever las horas frente al piano creando piezas que salgan de dentro y que convenzan. Piezas que completen y transmitan sentimientos sin sonar técnicas y, sin embargo, deben saciar a una artista consagrada como es ella misma, deben revivir recuerdos y vivencias sin caer en lo manido. Difícil, pero preciosamente resuelto.

Llama la atención que los temas suenen idénticos a como los podemos escuchar en los discos, sin apenas variaciones melódicas, lo que indica que es una artista que mima lo que hace y a los que la escuchan. Les da los que les gusta, su creación tal y como fue parida, tal y como fue creada, sin variaciones posteriores de creador insatisfecho. En definitiva, una delicia para nuestros oídos, muy palpable en temas como «Lento«.

Su extensa discografía sale a flote cuando alternamos canciones de varios de sus discos en un playlist de singles a cada cual más emblemático. «Algún día» habla precisamente de esos errores que intentamos evitar que los demás cometan, sin darnos cuenta que son precisamente esos tropiezos los que dan sal a la vida. “Ese camino”, con el que vuelve a recuperar el acordeón. “Despedida” donde aboga por esa rotura en la que se dice aquello de “nos quisimos y aprendimos mucho, aunque no pudo ser” en vez de “no te quiero ver más en mi pinche vida”. Ya ves, se ve que no ha pillado muy bien el sentir de las sevillanas, porque personalmente eso a mí no me ha pasado nunca.

Su nuevo álbum suena más orgánico y divertido, aunque no todo, también hay espacio para escribirle a uno de esos momentos en los que la realidad se impone ante cualquier pensamiento lógico, «Una respuesta«. Una triste realidad de su país que ahoga su voz en llanto y no se llena con ninguna canción de amor o desamor, por muy sentida que sea.

Pero el desasosiego creado no dura mucho y continuamos con “Debajo de mi lengua” y “Eres para mí”.

Volvemos a Algo sucede con “Esperaba” para cantarle al sentir adolescente de huir de donde estas, ese que todos hemos vivido en alguna que otra ocasión.

Y ahora llega el momento que más me gustó de la noche, el final de mentirijilla, el vámonos para arriba que aquí hemos venido a disfrutar. Y nada mejor que “Me voy” y “El Presente”, para ello.

Hombres, hechos y derechos, machotes de pelo en pecho balanceando al vientos sus brazos peludos mientras sus gargantas fuerzan un agudo demasiado alto para su virilidad. Chicas gritando desde sus entrañas sus más sinceros y oscuros recuerdos. Todo a flor de piel, todo surfeando entre nuestros ojos entrecerrados y nuestros corazones dolidos. No te engañes, lo estas disfrutado como un niño chico, me digo entre dientes.

No se hace de rogar y en cuestión de segundo se va y vuelve del escenario para terminar este espectáculo con dos de sus recurrentes bises “Sin documentos” de Los Rodriguez y “Andar conmigo”. Esta última cantada estrofa por estrofa por todos nosotros con un pequeño pinzamiento en el corazón, ese mismo que te indica que la cosa se está acabando de verdad y que se niega a creerlo.

Todos alzamos aquello de “dime si….tu quisieras andar conmigo…” que se repite en nuestra mente durante toda la noche y la mañana siguiente. Brazos al aire, movidos por el viento, abrazos a tu pareja, miradas cariñosas, vidas fugaces exprimidas en un instante. Delicioso.

Pero la fiesta continúa, como cada noche de este ciclo. Fran Torres y Pablo Peña, o lo que es lo mismo Música Prepost, son los encargados de ponerle la guinda al pastel. Con sonidos experimentales cercanos al estilo Pony Bravo nos hacen bailar de lo lindo hasta bien entrada la madrugada. Con amigos, buena música y alguna que otra cervecita se pasa mejor esta calima de viento sahariano.

Feliz y con una amplia sonrisa en mi rostro llego a la cama, y justo antes de dormir se cruza por mi mente aquello de ”…que lástima pero adiós, me despido de ti y me voy…”. Duermo como un niño pequeño.

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