28 marzo, 2024
Un concierto lleno de ritmos y sentimientos, de amor y despertar, de tristeza y desasosiego, de intimidad y gente a tu alrededor, de luces reflejadas y oscuridad impaciente. Un concierto para vivirlo e interiorizarlo, para disfrutarlo y saborearlo.

Fotografías por Rocío Castro (Teatro de la Maestranza)

De un pequeño país de Sudamérica con el nombre de un río a la conquista del Oscar a “Mejor canción” con “Al otro lado del río”, Jorge Drexler atravesó el mar de la música y surfea en las olas del pop internacional como uno de los mayores compositores contemporáneos.

Así se presentaba el artista en el programa de mano que el Teatro de la Maestranza entrega siempre en cada concierto. Uno más de los detalles que hacen a este lugar único en su clase dentro de nuestra ciudad. Y no es sólo eso, ni mucho menos, sobre todo y por encima de todo está su maravillosa acústica.

Concebida para óperas y grandes obras de teatro, no nos cansaremos de decir que para conciertos es simplemente sublime. Ya hemos tenido la suerte de ver varios conciertos maravillosos entre sus butacas y tanto público como artistas siempre han quedado prendados de la acústica del lugar. Jorge Drexler no iba a ser menos, y desde el comienzo de su concierto comprendió que el ruido se propaga distinto en un espacio como este. Músico, compositor y curioso que es, quiso probar los límites del espacio con varios juegos a lo largo del show. Y he de confesaros que nos dejó con la boca abierta en más de una ocasión.

Mientras nos acomodábamos y entre algún que otro bailecillo del señor Drexler y los músicos se iban sucediendo temas como “Esfera” o “Transporte”. Mientras, nos fijamos que una bola de discoteca es el único aditivo que tiene el tremendo escenario del Maestranza. Algo que bien podría resultar extraño o vacío, y que sin embargo aúna a la perfección tanto el sentimiento como la manera que tiene Jorge de transmitir sus canciones. Sencillo, con un cierto aire añejo y aunque festivo en ocasiones, casi siempre con un halo de tristeza en el fondo.

Para este concierto le acompañan Norja Barrueta (batería), Carlos Campón (Ukele, Prog), Fabrizio Scarafile (Saxo), Santiago Cañada (Trombón), Mariano Roque (Trompeta), Martín Leiton (Bajo eléctrico) y Sebastián Merlín (Percusión). Además trae sus propios técnicos de iluminación y sonido. Me pareció curioso ya que el teatro cuenta con técnicos muy buenos.

Esta noche además estamos de celebración ya que hace poco apareció la noticia de que Jorge está nominado a 5 Grammys Latinos. Y para festejarlo que mejor tema que el “Cái creo que caí”, canción compuesta para los carnavales de Cádiz 2013, y dedicada a Jesús Bienvenido, componente de la Comparsa Los del Piso de Abajo, presente esta noche en el teatro.

Las transeúntes” y “La luna de espejos” nos adentra en la versión más romántica de Jorge. Y acto seguido llega uno de los momentos de la noche. Tanto Jorge como algunos de los componentes de la banda empiezan a sacar a gente a bailar frente al escenario una especie de jazz de los años 20. Un momento congelado en el tiempo que se contagia, que se te mete dentro, tanto que hay incluso otras parejas que se animan y acompañan a los citados en un suave contoneo al ritmo del saxo tenor, mientras la bola de discoteca refleja destellos de una tenue luz azul. Como supondréis…algo mágico.

Para la vuelta a la realidad el momento mainstream, “Sea”, “Guitarra y vos” y “Organdí”, dedicada como no podría ser de otra manera a sus hijos, que además nos confiesa que es el primer concierto que ven en directo de esta nueva gira.

¿Os sabéis aquella historia de las Noctilucas? Para el que no lo sepa, la Noctiluca es un protozoo u organismo unicelular marino que la biología incluye dentro del género de los protistasdinoflagelados, dentro de la clase Noctiluciphyceae y el orden de los Noctilucales. Estas algas tienen una enzima que, cuando reacciona con oxígeno, provoca un destello de luz bioluminiscente, de la que el organismo recibe su nombre. (Wikipedia).

Preciosa historia para introducir y contarnos más detallitos de por qué ese nombre tan peculiar para una canción.

Dentro de esos experimentos que Jorge Drexler estuvo haciendo desde el comienzo del concierto en cuanto a sonido y reverberancia en el teatro, podemos destacar el precioso a capela que se marcó con “Al otro lado del río”. Sin ayuda de micros, ni instrumentos y al borde del escenario nos dejó ver como aun no siendo un intérprete de voz alucinante es capaz de hacer lo que muchos ya desearían, transmitir con cada palabra que sale de su boca. Sencillamente delicioso.

La edad del Cielo” a petición de un valiente, que a voz en grito, la pide desde la palestra. No sé si daba la casualidad de que era la canción que seguía en su tracklist pero nos encantan estos pequeños gestos de espontaneidad. Que no todo esté tan medido y que haya espacio para la improvisación.

Volvemos a su último trabajo con “Todo cae”, una especie de ranchera metafísica, mientras la bola del escenario va cayendo hasta el suelo.  Continúa con “La plegaria del paparazzo” y “Data Data”.

Cuando “Deseo” toma el escenario llega otro de esos momentos de experimentación. En este caso nos pide que nos levantemos de nuestros asientos, mientras todo el mundo canta con los ojos cerrados aquello de “mire donde mire, mire donde mire te veo…”. Como buen compositor es el momento perfecto para experimentar con la acústica de su guitarra, sacando sonidos extraños, acordes complejos y voces en eco.

Para terminar este primer pase nos cuenta la preciosa historia de sus padres y Bolivia. Motivo por el que escribió el tema que lleva el mismo nombre.

Después de un apoteósico aplauso para su regreso nos tiene preparados muchos de sus temas esenciales que se habían quedado en el tintero. Como “Universos paralelos” y ese bailecillo inconfundible a tres bandas del que hacen ya gala en el vídeo del tema.

La luna de Rasquí” crea para todos un punto ciego de la pena en este teatro, justo, justo como en aquella isla del Caribe venezolano. Por cierto, este tema tiene una deliciosa introducción con el bajo. Gran dificultad en arpegios fluidos apenas perceptible.

Y para terminar “Todo se transforma” y “Me haces bien” dejan el listón por las nubes, como no podría ser de otra manera.

En definitiva, un concierto lleno de ritmos y sentimientos, de amor y despertar, de tristeza y desasosiego, de intimidad y gente a tu alrededor, de luces reflejadas y oscuridad impaciente. Un concierto para vivirlo e interiorizarlo, para disfrutarlo y saborearlo.

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