25 abril, 2024
Una fiesta que congregó a amigos e incondicionales entre las paredes del patio del CAAC. Presente y futuro de la música hispalense conjugados en una única noche.

Fotografías por Valentina Ricci Photo

No esperéis una crónica al uso porque es harto difícil, además de improductivo, describir una fiesta. La montaron el pasado jueves dos formaciones sevillanas cuyos setlist conocemos de sobra. No podía ser de otra forma cuando los que se subieron al escenario de Nocturama eran Genérica y Full, conjugando entre las cuatro paredes del patio del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo el presente y el futuro a un tiempo. Dando fe de lo que está pasando y vaticinando aquello que aún está por venir. Ahí es nada.

Lo que está por venir lleva camisa estampada y disfruta sin complejos sobre el escenario. Bebe de varios estilos pero no se casa con ninguno. Remite de entrada a un sonido ya familiar aunque realmente a nada en particular, salvo a ellos mismos. Seguro que habréis oído aquello de que si no sabes por qué te gusta, eso es amor. Pues esa es la historia.

Genérica enarboló una frescura que asaltó sin contemplaciones a aquellos que nunca habían oído hablar de ellos. La formación empezó a levantar culos del césped cuando apenas iba por el segundo tema, «Los Cuervos», y su negocio del siglo. O quizás fueran los aullidos de esa versión de «Lobo-Hombre en París» la que reclamó la atención de los que aún confraternizaban con sus semejantes mientras la banda ejercía de telón de fondo. Sea como fuere, nos quedamos (me la pone para regalo, por favor) con el colchón grueso de la voz de Rafael Pachón y el acompañamiento de Íñigo Pérez-Perea “Mike”. También con el contagioso movimiento de Alejandro Vigil, que alterna instrumentos al son de un incesable vito.

Pop electrónico y psicodelia a todo trapo la de «Secta del 83» «Atarme al mastil», que hacen complicado no menear, al menos, la cabezaSe jugaba el tipo en la batería José Ángel,  integrante «prestado» de Bittersweet y que resolvió con soltura la noche. Nos gusta el cambio de tercio de «Laberinto» y, como no, ese fantástico «Vudú» que se engancha en el paladar. Nos fuimos con «El despido», uno de los cortes de su primer EP y, en directo, una demostración de voz y sección de cuerdas planteando la cara más rockera del conjunto. Esto es lo que será, señores, tengan sus oídos bien abiertos.

Y lo que es, lo que está pasando, se subió al escenario tan solo veinte minutos después. La presencia de Full ocupó la tarima y el público se arrimó a las primeras filas. Durante la siguiente hora todo fueron canciones coreadas y demostración de cómo una banda madura en cuestión de meses. Ya avisaron a principios de año cuando la Sala X colgó el cartel de «no hay billetes» para celebrar el fin de la gira de despedida de «Mi último atraco», al igual que había sucedido en Málaga y Madrid. Tras aquello, los sevillanos se han echado kilómetros a la espalda sacándole partido a la temporada de festivales de verano. Y eso se nota.

Relajados porque jugaban en casa, rodeados de amigos, con el terreno más que allanado y empezando por «Un espectro más», fueron desgranando los temas de ese asalto que les ha granjeado tantos beneficios. Entre ellos, la actitud escénica, que ha ganado enteros en este tiempo y ahora exhibe un papel protagonista. Ocurre igual cuando uno ha visto alguna película más de una vez, que en las siguientes ocasiones presta atención a detalles en los que antes no había reparado. Y aunque ya lo sabíamos, la voz de Javi Valencia volvió a erigirse como una de las principales bazas de la banda. Con una afinación excelente y variedad de registros, se une al trabajo del propio frontman con la guitarra, donde tampoco se queda atrás. Y es que este chico es un partidazo.

El listón de la intensidad se quedó en lo más alto mientras fueron desfilando entre algarabía y pulmones llenos «Distintos», «Burbuja de Champán» «Mejor opción». Llegó rotunda y pautada «Desastre», seguida de «Azul Eléctrico», envuelta en un ritmo trepidante y repleta de efectos. Y aquí nos detenemos en Manu Jurado. Repasando anteriores textos descubrimos que ya nos llamó la atención en su momento. Se trata de uno de los soportes de la banda pese a que, como sucede frecuentemente con los actores secundarios, no llame la atención si uno no repara en que le da forma a gran parte de las melodías de la formación. Se quedó a solas con Javi en una «Inmortales» que sonó casi como una saeta, íntima y pública a un tiempo, redonda cuando se incorporó el resto y magnífica cuando enganchó con «Creep» de Radiohead.

No debemos desmerecer la contundencia de Javier Guitérrez en la batería, desempeñando su papel como un trabajador incansable en la sombra. Tampoco la del bajo, Jesús, su hermano y compañero en el cuerpo rítmico de la banda. Por algo Full es un todo hecho de partes que encajan a la perfección.

Escuchamos un par de temas de lo que será el nuevo trabajo de la banda, saltamos con frenesí de quinceañeros en «Adiós» y el público se tomó la libertad de empezar «Quienes somos realmente» para coger algo de resuello antes de verlos encenderse y enredarse con los cables. Bubby Sanchís se retorcía exprimiendo la guitarra y levantando oleadas eléctricas cuando llegaba el final de la noche con su «Atraco». Despedida y constatación del dulce momento de un conjunto al que, como ya pronosticamos, le esperan altas cotas si continúan caminando por el mismo sendero. Nuestro pasado reciente, presente continuo y un futuro prometedor. El ahora de la música hecha en la ciudad, ese «sí se puede» de otros que, como ellos, comenzaron desde un será.

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