29 marzo, 2024
Hay lunes que saben a viernes. Aunque sólo sea durante un par de horas. Ayuda mucho si Eli Paperboy Reed viene a la ciudad, conjurado por el ciclo de conciertos SON Estrella Galicia.

Teatro Quintero – 09/03/2015

Fotografías por Rafa Marchena

Hay lunes que saben a viernes. Aunque sólo sea durante un par de horas. Ayuda mucho si Eli Paperboy Reed viene a la ciudad, conjurado por el ciclo de conciertos SON Estrella Galicia. A golpe de flequillo y aupado por un timbre de registros imposibles, el chico de los periódicos nos obligó a tener los ojos bien abiertos para asegurarnos de no haber entrado en algún garito recóndito del Mississipi, donde la noche hubiera transcurrido en blanco y negro.

Tras la previa en el coqueto ambigú, con cerveza de cortesía incluida, nos adentramos en el aforo casi completo de un Teatro Quintero despojado de asientos y abierto a la imaginación. Con pequeñas luces prendidas de las negras cortinas en una suerte de bosque de cuento, se plantaron en torno a las diez los tres músicos encima del escenario. Igual que, hace ahora diez años, se metieron en un sótano de Boston para grabar lo que tenían trillado por los bares de la metrópoli más poblada de Massachusetts. En un ocho pistas (obligada la referencia) nació Walkin’ and Talkin’ (and Other Smash Hits), álbum con el que el trío ha vuelto a unir caminos, talentos y gira.

La vida les ha cambiado, claro está. Pese a que Eli se ha erigido en referente soul internacional encumbrado por la crítica especializada, no le costó bajar de las alturas y dejarnos hipnotizados durante la hora y media que estuvo sobre las tablas, sin necesidad de armarse con un ejército de músicos. Gesticuló, saltó y pateó incansable el escenario con las scalpers. Imposible no rendirse ante la música negra encarnada en un chico blanco impecable de apenas 30 años que domina voz, guitarra y armónica como si hubiera nacido con ellas puestas. Escuchamos en cascada la vuelta a los orígenes que suponen temas como “I just got to know”, “The tips of my fingers” o “I´m tired of wandering” y se dejó la voz rasgada en los vericuetos de “Something you got” y su “I love you so”.

Establece a través de la única eléctrica que usó, en la que luce grabadas sus iniciales, un diálogo continuo con el público al que interpela en punteos y variaciones imposibles. Explicó, en perfecto castellano, que se trataba de una noche especial y no dudó en calzarse la armónica para arañar las entrañas de “Woman Woman Blues”. También recordó que “Don´t let me down” fue una de las primeras baladas que escribió, con apenas 18 años, antes de saborearla y cosechar aplausos con un escalofriante solo de guitarra al borde de la escena.

El de Boston planteó un esquema que dejaba poco tiempo para recobrar el aliento, pese a que el público sevillano no despegara excesivamente los pies del suelo. Y eso que el espectáculo era para arrancarse a bailar. Y mira que se dejó las suelas y el alma sacándole brillo a la estrella en la que se ha convertido. Le quedaba corto el cable del micro cuando se desprendió de la chaqueta y la guitarra para dejarnos prendados en una prodigiosa garganta que no entiende de límites. Con “Walkin´ And Talkin´(For My Baby)” llegó uno de los momentos álgidos de la noche y subió el nivel de la fiesta en “Think”, donde pidió la implicación de los presentes en los coros de rigor. Arrodillado en el escenario dio Eli Paperboy por terminada una noche de portada a página completa. Tirada agotada de una edición escrita en negro sobre blanco de la historia del soul americano, que quedará grabada para siempre en la hemeroteca efímera de nuestras retinas.

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