25 abril, 2024
Coco es una cinta con notables puntos fuertes, empezando por ese acercamiento a una cultura que para el gran público americano les resulta tan desconocida como el Día de los Muertos de México.

Disney es una máquina productora de fantasía, ofreciendo al mercado historias de todo tipo, gusto y color para satisfacer todos los paladares, aunque siempre buscando las fórmulas de éxito seguro. Ahí es donde entra Pixar, que ya podríamos considerar un término sinónimo de ‘’emotividad’’, ‘’lágrimas’’ e ‘’imborrable’’. Pixar logra alejarse de las historias Disney que tan bien conocemos, tan cercanas nos resultan y, a veces, ¿por qué no decirlo? tan repetitivas. Los estudios de animación 3D son la vertiente más original de la compañía líder de la animación, ofreciendo títulos cuya narrativa, cuyos argumentos, se distancian de las princesas y príncipes característicos de la factoría Disney. Ahora, la nueva apuesta es la música…y la política. Sí, hasta la animación infantil ha llegado la política, pues no parece casual que una cinta que ensalza la cultura mexicana (aún cayendo en tópicos) sea distribuida cuando en la Casa Blanca un señor poco amigo de los mexicanos pretende levantar un muro entre su nación y esta. No podemos ignorar esa sensación de sospecha ante la intencionalidad de Disney por posicionarse como empresa liberal, antirracista, integracionista. Y todo ello por el interés mercantil, por supuesto.

Dicho esto, la cinta dirigida por Lee Unkrich (co-responsable de otras obras míticas de Pixar como Toy Story 2, Monstruos, Inc y Buscando a Nemo, y responsable absoluto de Toy Story 3) promete lo que cumple como deleite para la vista, con una carga visual de colores radiantes que empapan cada fotograma de energía y vitalidad. Si a eso le añadimos un guion coherente, con giros inesperados incluso para un público adulto y experimentado, y una canción emotiva que echa anclas en nuestra memoria para hacernos saltar la lagrima fácil, el éxito está garantizado. La historia, ambientada plenamente en la festividad mexicana del Día de los Muertos, nos presenta a Miguel, un joven músico que admira a la gran estrella Ernesto de la Cruz, a pesar del rechazo de su familia por la música debido al abandono familiar que un antepasado suyo realizó al preferir la música a su familia. En este planteamiento, Miguel vivirá una gran aventura que le enseñará sobre la importancia de la familia y a la vez seguir sus sueños, la amistad sincera y la realidad tras los mitos.

Miguel es ese niño que todos llevamos dentro, incomprendido al mostrar alguna inquietud no bien vista por su familia, y con el que todo espectador se siente identificado de una u otra manera. Es cierto, y eso no resulta algo casual. Esta historia, más cercana a la propaganda ‘’disneysiana’’ que a las cintas más originales y arriesgadas de Pixar, tiene un regusto notable a producto comercial que busca ser considerada una buena cinta por su emotividad y representatividad, elementos que consigue, sí, pero de forma forzada. Disney encontró hace tiempo la fórmula del éxito: mostrar personajes con los que su público infantil podía sentirse identificado piel con piel, añadir algún animal o compañero de viaje parlante y/o desternillante, canciones emotivas y fáciles de recordar, y ¡tachán!. Por supuesto, si algo funciona ¿por qué cambiarlo? Pues bien, porque tú público crece, madura, adquiere sentido crítico, y ve que una película puede ser emotiva, empática y divertida sin ser por ello de calidad, novedosa o memorable. Si usas la misma fórmula con diferentes personajes, escenarios e historias, pero siempre bajo la misma premisa, no creas cien películas diferentes: creas una con cien variantes.

Coco es una cinta con notables puntos fuertes, empezando por ese acercamiento a una cultura que para el gran público americano les resulta tan desconocida como el Día de los Muertos de México. Y no solo logra ese acercamiento, logra conectar con las emociones para que sintamos empatía, respeto y cariño hacia un pueblo tan rico culturalmente y a la vez tan ignorado como el mexicano. Lamentablemente, no se percibe como una gran cinta que vaya a pasar a la posteridad como otras propuestas de Pixar más clásicas y más originales, sino que será la apuesta invernal de Pixar para inicios de este 2018 y que en verano se habrá olvidado en favor de su siguiente apuesta, que sabrá Mickey qué será. La suerte es para los audaces que apuestan y arriesgan, Walt.

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