24 abril, 2024
Dos grupos que ligan aptitudes y actitudes a golpe de sabiduría emocional. Unos, brasileños y otros, sevillanos. Dos cuartetos y mucha psico. La sal y la pimienta de un buen bistec.

Fotografías por Lorena Lucenilla

Lo dijimos en la previa, la añada no comienza en enero. Se pongan cómo quieran los más conservadores, lo bonito siempre nace en el noveno del lapso.  Así que rápido encontramos el directo para el  Happy New Year. Y qué mix tan mix. Dos grupos que ligan aptitudes y actitudes a golpe de sabiduría emocional. Unos, brasileños y otros, sevillanos. Dos cuartetos y mucha psico. La sal y la pimienta de un buen bistec. Terminamos  con la penúltima en la esquina de arriba y entramos en la cueva.

SALA X tiene la misma pinta de siempre. Ya sabemos que lo bueno se mantiene bueno porque poco cambia. La sala más puntera de Sevilla -para muchos-, además, celebra este mes su segundo aniversario. Tendremos que añadir, entonces, que todo lo bueno viene junto. Y es cierto, allí estamos, más juntos y más buenos que nunca. La visita de Boogarins genera una expectación de aquí te espero. Si no llegamos a ellos por cuenta propia,  la cuenta ajena se encarga de recomendárnoslos a diestro y siniestro. Y aunque las opiniones difieren las unas de las otras, todos coincidimos en que una oportunidad así se hace delito si la dejamos escapar. Los «Tame Impala» del Brasil -según voces que nos rodean- llegan a Sevilla para armar una buena.  La inauguración corre a cuenta de nuestros Vera Fauna y llegados a su penúltima nos quitamos los cinturones. Nos detenemos en ella porque lo merece. Lo merece todo. En una fiesta así de bonita es normal que la sala coree las canciones. Para muchos era nuestra primera vez. AlB da sus primeros pasos y allí somos más felices que nadie. Hay pleitesía. Obedecemos a sus buenas intenciones. Vibramos con ellos. Queremos resaltar la postura de ese tipo sentado a la batería. Estamos rodeados de geneliades y él es una de ella. Nuestro cariño se transforma en querer del puro. Todo el camino que tienen por delante es lo mejor que nos ofrecen. Suenan bien porque quieren sonar mejor. Esa es la clave de todo esto. Y este es un caso más de que un buen comienzo es imprescindible para un buen final. Ya veremos cómo sigue su aventura por la musique, dispuestos estamos a comprobarlo en primera persona. No olvidamos que «Animalada» ronda nuestros corazones, «Nova Cançao» nos pide otra cita y «Verano» nos pone nerviosos. Esto pinta a amor correspondido. Decimos sí y nos casamos allí mismo. Pero comencemos por el principio:

Corre el verano del 2016 en una de las ciudades más guapas del mundo. Después de tres meses de festivales y quinientas fotos más en Instagram, agosto se pira y nosotros con él volvemos a casa. A la de las ventanas de par en par.  A la de toda la vida.  A Sevilla. Volvemos a sus calles, tan nuestras. A sus bares, de nosotros también. A sus salas. A sus conciertos bajo techo. Al reencuentro. A salir a la puerta. Volvemos a la vieja usanza. Y lo hacemos porque queremos volver. Podamos o no, volvemos. Pero podemos. Podemos porque no queremos perdernos una temporada que arranca de pura madre. O de puta madre, qué coño. Porque, digan lo que digan los contrarios a ello, esta ciudad siempre vence a cualquier alternativa.  Era de esperar, huele a otoño por la fecha y ocurre. Sevilla se pasa de lista y  agradece la tregua antes de tiempo. Porque, para calor, el nuestro todavía. A cinco de setiembre, las temperaturas alcanzan sus máximas y los lugareños -asombrados un año más, qué arte- juran que no aguantan esta bofetada de calor -que también es nuestra, recuérdenlo-. Pero volvemos. Volvemos de la playa a la ciudad que -gracias al Señor- no tiene de eso. Volvemos a hojear el calendario. A consultar agendas. Volvemos a salir de casa para meternos en algún lado. Pero no en el que sea. La noche del cinco del nueve tiene sala reservada y la cita es noticia desde hace mucho. Con los pies enterrados en alguna playa de vete tú a saber dónde, ya bicheas las redes y das con el cartel. El 5 de setiembre es sinónimo de Boogarins + Vera Fauna en SALA X. Oh lá lá. Canela fina.

Siempre es interesante conocer el directo de grupos que recién descubrimos. El hecho de que pisen la ciudad ya se convierte en motivo. Boogarins venden de sobra con todo lo que tienen. Los brasileños son buenos, muy buenos, y muy cercanos a lo que nos tienen acostumbrados los elogiados «Tame Impala», aunque las cosas siempre pueden salir peor, pero ellos no entienden de eso. Cuando el sonido de unos nos recuerda al de otros de esa manera tan fiel, siempre es bueno. Sí, se parecen, pero es que se parecen mucho. Estos tipos maman de una corriente y la reproducen con acierto. Por no decir lo mucho que les vimos disfrutar. Pero con «Tempo» disfrutamos nosotros. La que nos sume en esperas infinitas pone a la peña a tono. Buen tema de inflexión. La más escuchada de su segundo disco, «6000 días», la reconocemos al momento, la bailamos, ella sola nos mueve. Y para hacer referencia a su primero, «Lucifernandis», que reproducen de forma diferente, más pausada, menos rockera, más psicodélica. Y así, lo que para algunos se nos hace un pelín largo, para otros brilla por sí solo. En Sala X estuvimos los que fuimos y si quieres saber lo que pasó de verdad y no bajo el efecto de mis letras, tendrías que haber asistido. Porque el orden de los acontecimientos siempre altera el producto. Y opiniones hay tantas como gente en un directo. Hay momentos y momentos. Para mí el año no podría haber comenzado mejor. Ni siquiera diferente. Estos Boogarins y nuestros Vera Fauna deben coincidir de nuevo en el tiempo.

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