20 abril, 2024
Daisuke Yoshimoto maestro de la danza butoh, dejó conmocionado al entregado público que asistió a su espectáculo “Mortaja del cuerpo” en la sala TNT Atalaya.

Fotografía: Centro De Documentación Teatral De Las Artes Escénicas

Daisuke Yoshimoto sabe que la solemnidad no funciona ni en la vida ni en la escena, es por eso que mientras el público (que abarrotó el Centro TNT) esperaba para entrar a sala, Daisuke estaba dando un paseo a ojos de todos los presentes, ya preparado para salir a escena, cuerpo blanco, traje de mujer y zapatos rojos. El viaje que todos íbamos a presenciar lo iba a llevar tan lejos, que necesitaba comenzar con los pies en la tierra, no despegarse de ella, y aferrándose a lo cotidiano y convencional.

Una vez en sala, Daisuke comienza a dar vueltas por la sala y de vez en cuando se sienta en una silla, sus movimientos parecen aleatorios, cercanos a la locura pudiera decirse y puede que así sea, el maestro japonés improvisa en escena, es vida en escena y para ello realiza movimientos buscando una afectación, es decir parte del movimiento para llegar a un estado dramático, y una vez que lo consigue…. ya no hay vuelta atrás. Daisuke queda conectado con Dios, imaginaos que fuerza tan inmensa, una fuerza que hace ver a un ser embrujado, encantado, o endemoniado, ahí comienza a mostrarse uno de los mayores horrores del ser humano, una de las vergüenzas que siempre perseguirán al hombre: La bomba atómica de Hiroshima y Nagasaki.

Comienzan los movimientos lentos y expresivos, el maestro Yoshimoto tarda 15 minutos aproximadamente en recorrer cinco metros para colocarse en proscenio, en frente del público, cinco metros en los que mantiene al público absolutamente entregado, silencio absoluto, musica esencial, cinco minutos en los que mostrarnos el terror, seres destrozados por las bombas, sin cuerpo, con la piel arrasada, con los ojos salidos de las órbitas, envueltos en la locura y que tan comunes eran en las calles de Hiroshima y Nagasaki tras la bomba atómica.

Pero la gran potencia de este espectáculo, su esencia no es esa primera mirada, es la que viene soldada a ella, ¿Cómo seguir viviendo cuando estoy muerto en vida? ¿Cómo vivir sin cuerpo, sin ojos? ¿Cómo vivir después de la tragedia y la masacre?

Daisuke nos da la respuesta, su danza nos muestra la liberación del cuerpo, el perdón, y la vida más allá del dolor eterno. Yoshimoto muestra el camino que atraviesa la locura y la vence. La danza butóh en la lentitud del

La danza butóh no sólo muestra el terror de Hiroshima y Nagasaki, muestra la degradación humana actual, el hambre, la guerra, la pobreza, el odio y muestra que es posible superar tanta desgracia.

Algunos teatros asiáticos siguen manteniendo una cosa totalmente perdida en el teatro moderno y contemporáneo occidental, y es que cuando sale el actora escena es una conexión sagrada, una conexión con Dios, no un Dios religioso y normativo, sino una conexión suprema, que le da al actor una fuerza escénica brutal. Para bien y para mal nosotros eso lo perdimos.

Esto y el excepcional trabajo hicieron que el espectáculo finalizará con una sonora ovación, gran parte del público conmocionado y puesto en pie.

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