18 abril, 2024
Que los Pony Bravo van a contracorriente no nos coge de nuevas. Tampoco que ayer llenaran la Sala X de Sevilla pese a que la noche invitaba a todo menos a salir de casa. Los echábamos de menos desde la última cita este verano en el ciclo de conciertos de Nocturama.

Fotografía: Rafa Marchena

Que los Pony Bravo van a contracorriente no nos coge de nuevas. Tampoco que ayer llenaran la Sala X de Sevilla pese a que la noche invitaba a todo menos a salir de casa. Los echábamos de menos desde la última cita este verano en el ciclo de conciertos de Nocturama. El cuarteto cerró gira y año en casa, tras recorrer salas y festivales de media España presentando su nuevo trabajo, De palmas y cacería y desmontando el mito aquel de que nadie es profeta en su tierra.

En un escenario apenas iluminado por dos lámparas de sobremesa  y con casi una hora de retraso empezó a sonar la sinuosa “El mundo se enfrenta a grandes peligros”, último track del disco, guiado por una guitarra precisa de Pablo Peña que dejaba la voz en segundo plano de Daniel Alonso. No iba a defraudar la banda al escuadrón de seguidores que abarrotaba la sala y pasó inmediatamente a temas más profanos y conocidos como la aclamada “Noche de setas”, que fue acogida con alborozo general. Al grupo se le intuía a gusto en un sitio donde se les reconoce con las primeras notas de cada tema. Así sucedió con la ya famosa, por formar parte de la banda sonora de Carmina y amén, “Turista  ven a Sevilla” (sigue sorprendiendo y alegrando al tiempo escuchar a los Pony en una promoción en la televisión nacional)  y su coreado “turista, te queremos/tu trae, el dinero” como un lema memorable. Tras los 69 conciertos que han ofrecido a lo largo de este 2014, la de Sevilla era “la guinda del pastel a un año muy dulce”, como comentó Pablo.

Si algo caracteriza a estos músicos tan polivalentes es su capacidad para crear un ambiente concreto, un clima muy personal fácilmente reconocible que nos deja vagando en amplios pasajes de instrumentación intrincada a todo volumen. Combinando, tanto posiciones entre los músicos como temas de ácida crítica política que, a su vez,  se mezclan con otros más ligeros y bailables. En esa dualidad y casi a oscuras escuchamos como empieza “Eurovegas” guiada por la guitarra distorsionada de Darío del Moral y, antes de que nos dé tiempo a indignarnos, se meten con “La Mangosta” (“cultívese si quiere recoger”) canto divertido que genera bailes con un “maaaambo” de Pablo en el instrumental. Expertos recogiendo el pensar popular, conectan de nuevo con los presentes a través de “El político neoliberal” (banda sonora de este nuestro país) y sigue, como si se refiriera al mismo personaje, el rock andaluz potente de “Fullero”. Pide el grupo algo de relajación (probablemente a ellos mismos también) antes del ritmo pausado de uno de las pocas composiciones amorosas de su último trabajo, la tropical “Guajira de Hawaii”.

No dio tregua anoche la banda con los temas que siguieron en la segunda parte del concierto. La audiencia le hizo los coros en “Cheney” y enloqueció con “La rave de Dios”, su fuego sanador y su final electrónico. Género en el que también habita “Ibitza”. Tenían los Pony más madera que quemar para calentar el ya casi irrespirable ambiente de la sala y nos sorprendieron con una divertida versión de “Heres Comes the Hotstepper” del jamaicano Ini Kamoze. Eso sí, justo antes de empezar la “Zambra de Guantanamo” anunciaban que todo lo bueno se acaba, tarde o temprano.

Apenas cinco minutos estuvo el grupo fuera de escena jaleados por un “bravo, bravo” de su gente que los reclamaba de vuelta. “China da miedo” y la enérgica batería de Javier Rivera dieron paso a la psicodélia de “El campo fui yo”. Para terminar, y mientras les seguían pidiendo temas que se quedaron en la recámara como “Niña de fuego” o “El guarda forestal”, Pony Bravo remató con “Mi DNI”. Una aguda crítica al submundo de la escena independiente en la que viven que se presentó con maracas incluidas y estribillos cantados en karaoke por una audiencia entregada y arremolinada en las primeras posiciones. Y así nos dejaron, sudorosos y enganchados, esperando pronto su cuarto disco o lo que venga porque, siendo ellos, será bueno. Seguro.

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