29 marzo, 2024
En el Teatro Central asistí a una de las obras más potentes e impresionantes que haya visto en mi vida.

Que Peeping Tom es una de las compañías de danza teatro más importantes del mundo ya lo sabíamos, pero eso no nos prepara para lo que vamos a experimentar con ellos, porque son impredecibles y siempre te llevan a irrumpir en nuevos mundos.

Creo que esa es la magia de Gabriela Carrizo y todo su equipo, crean una obra que consigue que conectes con zonas de dormidas, escondidas, olvidadas e incluso desconocidas de uno mismo, tienen la fuerza de evocar en el espectador emociones muy dispares que van desde el humor, al terror, al placer, la perturbacion, y no te van guiando por esos posibles sino que provocan que una misma imagen, un mismo movimiento lleve en los espectadores afectaciones muy dispares, consiguen conectar con nuestra intimidad de una forma personal, delicada, bella y al mismo tiempo brutal.

“Moeder” es increíblemente fascinante, es un derroche de imaginación que no acaba nunca, consiguen sorprenderte una y otra vez, es belleza sin concesiones, sus imágenes duelen, perturban, conmocionan, no te dejan indiferente, porque no te proponen que juzgues, ni que te posiciones, estallan dentro de tí y te hacen entregarte a aquello que han despertado en tí, disfrutar de un viaje.

Cuando salí de la obra no tenía palabras, estaba removido y fascinado, hoy intento encontrar las palabras que hagan posible a quien lee, percibir las posibilidaes infinitas que brinda Peeping Tom, no creo que lo consiga y todo quedará en una aproximación subjetiva, la próxima vez tendréis que asistir, porque es difícil poner en palabras tanta fuerza, tanta belleza, tanta danza y tanto teatro.

“Moeder” significa madre, que palabra tan grande, madre. Madre que pierde a su hijo, que se lo roban, madre, que no puede criar a su hijo, madre que no puede ser mujer, que crece y muere, o que no crece y muere, madre sin haber sido niña, o todo lo niña que hay que ser cuando se es pequeño, madre sufridora, madre luchadora, madre indecisa, madre memoria, madre, madre, madre.

“Moeder” es expresión de hermosura, todo en Pepping Tom es belleza, aunque duela, perturbadora, inquietante, despiadada, y a la vez extrañamente familiar, belleza que no puede ser de otro modo, que te conmueve, y por supuesto que te hace de reir, porque el humor está incrustado en la obra tanto como el dolor, como en la vida misma.

Te agita, te inspira y te obliga a claudicar, a renunciar a juicio moral, no sé si renunciar es la palabra, lo que quiero decir es que “Moeder” deja en suspensión los pensamientos, es amoral, te saca de tus planteamientos cotidianos  y te obliga a sentir y navegar, no hay nada que juzgar, desencadena en el espectador emociones, y sin querer te encuentras conectado con tu intimidad, sin hacer preguntas, simplemente navegando.  Este viaje te puede llevar a pensamientos, a reflexiones, pero comienza en una conmoción, te modifica, cuando llega el pensamiento ya eres diferente y a eso yo lo llamo transgresión.

Qué placer de actores que bailan como si sus cuerpos fueran de plástico, sin límites físicos para danzar en posiciones plásticas imposibles, y que además ofrecen todo un mundo interior para el expectador. Qué placer de actores que cantan, tocan instrumentos, hacen música con el agua, con la ropa, que hacen arte en toda su dimensión encima de un escenario.

Peeping Tom demuestra las posibilidades de la danza y el teatro para evocar en el espectador emociones que le lleven a viajar a lugares íntimos que difícilmente pueden explorarse por otros caminos, y eso es capacidad de los grandes artistas, el público se lo agradeció en pie con un gran aplauso que en Sevilla como no podía ser de otro modo, acabó a ritmo flamenco, y yo llorando.

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