19 marzo, 2024
Este disco de la Mala para nosotros es simplemente la evolución del hip hop español que estábamos esperando desde hace años.

Hacía ya tiempo que no sentía eso al escuchar un disco de la Mala. Me acuerdo perfectamente de su primer disco.

Por aquel entonces y con apenas 20 años yo estaba trabajando de pinche de cocina. Mi tío nos trajo el primer disco Lujo Ibérico como si fuera un tesoro, alegando la facilidad de palabra con la que rapeaba esa mujer.

Mi compañero y yo terminábamos el servicio a la 1 de la madrugada pero teníamos que quedarnos hasta las 4 para terminar de recoger.

Durante esas horas nos sentábamos en el coche de alguno de los camareros y escuchábamos música.

Aquel disco estuvo con nosotros noches y noches. Paladeamos cada tema, nos aprendimos las letras, los ritmos y los beats. Y nos sentíamos muy bien con todo aquello.

Después de muchos años y algunos discos entre medio, que rozaban un alto nivel pero que ni de lejos llegaron a esa sensación, por fin nos llega algo verdaderamente interesante.

El disco ha sido descrito en algunos medios como una síntesis de su recorrido con un toque de ese genio que demostraba al principio. Yo personalmente, y no es por llevar la contraria a nadie, no creo que sea así.

Lo que para mi pasa aquí es simplemente la evolución de una artista a la que le está costando encontrar su sonido pero que no ceja en buscarlo de cualquier forma posible.

Sus continuos escarceos con otros estilos musicales, su inconfundible dialéctica a la hora de rapear y su incansable búsqueda de nuevos sonidos y nuevos ritmos consiguen metas variopintas. A veces la experimentación nos desvela un sonido electrónico, vacío y carente de alma. Sin embargo, en otras ocasiones se nos brinda la posibilidad de escuchar esas piezas que todos los amantes del buen hip hop estábamos esperando.

Este disco de la Mala para nosotros es simplemente la evolución del hip hop español que estábamos esperando desde hace años.

Hay cabida para todos. Desde los más radicales con «caja de madera» y «33». Dos temas con una fuerza arrolladora donde la niña nos muestra su lado más duro, su lado de barrio de la macarena, su lado «bruja».

Pero también hay espacio para los más sensibles y sensuales, creo que los mejores ejemplos son «miedo a volar» y «lluvia«. Para mí los dos mejores temas del disco.

Pero decir que el disco son solo esos 4 temas debería ser un pecado. Este trabajo está lleno de las impresionantes rimas con las que la Mala nos sorprendió hace 13 años. Sus versos están llenos de sentido, son concisos, cortos, sinceros y reales, que siempre ha sido lo que ha caracterizado su flow.

Cuando la escuchas tienes la sensación de estar escuchando a Yoda. Alguien que no necesita decir que está por encima de nadie, ya que resulta obvio. Y la verdad que se agradece. Su filosofía es cara, se deja entrever pero no es confusa ni dilatante.

Podríamos sacar aquí un millón de versos, un millón de tonalidades que nos han impresionado. Pero la verdadera muestra de lo que La Mala nos ofrece con este disco es el corte «Rata«

Ese es el tema perfecto del disco. Redondo, básico, crítico y dulce. Una delicia. Lo hemos escuchado al menos 100 veces y aun sigo descubriendo cosas en sus 2:07 segundos.

En definitiva, si aun no lo has escuchado ya esa tardando. Y si aun no te has hecho con él corre, porque algo como esto hay que tenerlo en tu discografía. En unos años esto será un clásico, os lo decimos nosotros.

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