29 marzo, 2024

La sala está repleta, evidentemente. Un paisaje de fondo, con montañas y árboles secos nos recibe al fondo del escenario. Clara alegoría a su último trabajo.

M-Clan es un grupo bastante visto y muy querido por esta ciudad. Los hemos podido escuchar en multitud de ocasiones a lo largo de su carrera, sin embargo creo que es la primera vez que los voy a ver en esta sala. Quizás una sala con un sonido cuidado como esta y una capacidad máxima de unas 500 personas le pueda hacer mucho bien a este grupo.

Para abrir el concierto “Arenas Movedizas”, “Rock and Roll del Siglo XXI”, “Para no ver el final”, “Basta de Blues” y por último “Escucha mi voz”. Cuando llega la parte aquella de “Gracias por los aplausos por los destellos donde vi felicidad” la sala aplaude al unísono.

El sonido muy limpio y claro. Muy bien estudiado y trabajado. La sala tiene buena acústica pero aquí se nota la mano de un buen técnico de sonido. Habrá que informarse.

El feedback con la gente es tremendo. En las primeras filas el coro entona el tema sin saltarse ni una sílaba, pero cuando llega al estribillo la sala entera canta a voz en grito.

Volvemos al año 1995 con el blues rock sureño de “Perdido en la ciudad”. Esto es apostar sobre seguro. Sabe lo que le gusta a la gente y por qué no dárselo. Supongo que será uno de esos temas recurrentes en sus conciertos, de esos típicos que levanta a la gente y crea una seña de identidad. Desde luego, el efecto lo consigue.

El tipo de la banda es el característico, rockero y vaquero. El deje a lo Carlos Goñi no se lo quita nadie. De Carlos Tarque se podrá decir lo que se quiera,  pero que no se mete en sus conciertos, eso sí que no. Saltos, ánimos, coros con la gente, y un frenesí descontrolado por el escenario de rock y guitarra eléctrica.

“Roto por dentro” nos teletransporta 13 años adelante, hacia Memorias de un espantapájaros. La alternancia de temas de distintas décadas tiene enganchado al personal. Discografía no le falta desde luego, y esta serie de temas fácilmente identificables y coreados son el punto fuerte  de venir a ver a M-Clan. Un grupo de trayectoria intachable, que aunque lleve algunos añitos ya sin ningún éxito tan rotundo como aquel “Carolina” sí que está dejando pequeñas joyitas para sus seguidores.

Una de las cosas que más nos gusta de ver esta clase de directos es la variabilidad de personajes que nos podemos encontrar entre el público. Aunque, evidentemente, la edad predominante es de 30-40. Influido también por los 21€ que cuesta la entrada, lo que hecha para atrás a mucha juventud.

“Noche de aullidos” , oooohhhhh, oh oh ohhhhh y palmas arriba. La sala se caldea por momentos. Los espacios cerrados como este le hacen mucho bien a la banda.

El sonido reverberante del rock desértico rasga las paredes como cuchillos que hablan de noches solitarias y amores perdidos.

Con “Ritual” llega el turno de la armónica y la voz enlatada. Suena tremendo. El sonido y los efectos muy conseguidos, como si estuviéramos escuchando las vibraciones de un antiguo equipo de música y sus bafles de medio metro. Los movimientos de caderas al ritmo del blues hacen recordar días en bluescazorla en los que el ritmo de la música luchaba por ocupar tus venas.

Llega el momento reivindicativo, y transcribiendo las propias palabras de Carlos Tarque

“Si veo la televisión me dan ganas de suicidarme y vomitar por todo lo que están cogiendo esos hijos de puta de ahí arriba. Salgamos a la calle TODOS”

Que mejor que unas palabritas para preceder a “Las calles están ardiendo”. La sala se enciende. El sudor, los saltos y el baile se entremezclan con aplausos y gritos. Llega el rock desenfrenado y canalla.

Quizás para tranquilizar un poco los ánimos o quizás simplemente porque era tan buen momento como otro “Maggie despierta” tenía que llegar. Las cámaras, los móviles y todo lo que pueda grabar recoge cada momento, que por supuesto estará en la red en breve.

Entre el frenesí de la actuación Carlos se baja del escenario y recorre la sala de una punta a otra para deleite del personal, que le dedica un aplauso apabullante.

Está claro esta noche va a haber varios momentos álgidos, y otro de ellos es éste, tras Maggie llega sin apenas dejar respiro “Llamando a la tierra”. La gente canta mucho más alto que Carlos, en uno de sus temas más conocidos.

Por fin, se hace alusión a su nuevo trabajo Arenas Movedizas con “Para decirte adiós”. Un solo de guitarra al más puro estilo Eric Clapton. Sin embargo, se nota que este disco aún no ha calado tanto en la gente como los anteriores. El tema en cuestión no está nada mal, aunque quizás le falte algo más de fuerza y le sobre algo de pop al estribillo.

Con “calles sin luz” llega el primer receso. Eso de “gracias Sevilla” no se lo cree nadie. Desde luego con lo que llevamos de concierto, podemos decir que la mezcla de rock y blues de esta banda no sólo es su sello de identidad, sino que vienen acompañadas por unas frases demoledoras de razón y fe. Mezcla perfecta para convertir en una noche cualquiera, en LA  noche del concierto.

Tras un coreado “esto es Sevilla y aquí hay que mamar” y aplausos eternos, al fin aparecen con “Nadie se acordará de ti”, de su último disco. Un tiempo para calmar un poco el ambiente que hace presagiar buenos momentos por venir.

En estos momentos, queremos hacer una mención especial a Antonio, en la mesa de mezcla, que es uno de los claros culpables de que la noche esté saliendo tan redonda, y que el sonido salga tan limpio y claro.

Esta noche, está claro que están disfrutando como niños chicos,

y con “Pasos de equilibrista” llega el Carlos más arrollador. Con pandereta, con guitarra invisible, con armónica o sólo con su voz, lo vive, lo siente, lo inunda todo con su presencia. Hasta el punto de mezclar el tema con el Hallelujah de Cohen y una versión de Baba O´Riley de The Who. Gritos y aplausos del personal.

Con “Miedo” llega el momento de ver todo lo recorrido hasta la fecha. La de garitos que esta gente ha tenido que pisar. Las de horas de autobús que se han comido y las de siglos de ensayos y estudio que tienen sus venas. Si todo eso lo mezclamos, lo agitamos y lo vertemos sobre una copa, quizás saliera algo parecido a lo que estamos escuchando ahora aquí.

Pero claro, con un tema así no se termina un concierto, así que a la de tres botamos todos con ¡¡“Quédate a dormir”!!.

Las gargantas se rompen, mañana todos roncos, los brazos se mueven hacia el cielo casi poseídos, las risas se reflejan en las caras de todos los presentes. Si el concierto ha sido grande, esta es la guinda, previsible, pero no por ello menos efectiva.

M-Clan promete venir de nuevo el año que viene.

A la hora de la despedida y las genuflexiones la gente corea Carolina. 2 horas de concierto y la gente pide más. Al final nos quedamos sin “la pequeña Carolina” y la verdad es que lo agradezco, ya que creo que el concierto ha estado muy bien tal y como fue, sin caer demasiado en lo obvio.

En definitiva, un señor concierto, bien elaborado, trabajado y desarrollado.

El año que viene, los esperaremos con los brazos abiertos.

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