28 marzo, 2024
Hola, soy Fernando Alfaro. Tal vez me recuerden de formaciones como Surfin' Bichos o Chucho

Fotografías por Mr. Hipérbole 

«Los renglones torcidos de Dios son, en verdad, muy torcidos» comenzaba el prólogo del libro de Luca de Tena. Los relativos a la carrera de Fernando Alfaro de hecho, también lo son. Unos más que otros. Pero es que más de veinte años dan para mucho y, teniendo en cuenta que hablamos de la industria precaria por excelencia, vaya por delante la obligada inclinación de cabeza ante un auténtico superviviente. El viernes fuimos lectores de la entrega más reciente, Saint-Malo, el segundo y, por el momento, último trabajo bajo su propio nombre.

«Unos hombres y unas mujeres ejemplares, tenaces y hasta heroicos, pretenden enderezarlos. A veces lo consiguen» continúa la introducción. Y es que Alfaro compuso la noche con algunos buenos momentos de los que marcan página. Sirva de ejemplo ese «Extintor de incendios» que inició la velada o la rabiosa «Mi hermano carnal» («los caminos del señor/son tan duros y pedregosos») que pusieron de acuerdo a una Sala X a medio aforo y con una buena cuota de nostálgicos entre sus filas. Por lo demás y en líneas generales, Fernando planteó un show oscilante, irregular y un tanto farragoso a ratos, especialmente si el asistente no estaba al tanto de los mimbres que suele gastar el manchego.

La genialidad y la incomprensión son, también, características de esa locura que nos obligó a enrolarnos en su «Velero», surcando mares amables y más entretenidos, o a llevar puesta sin oponer resistencia una «Camisa hawaiana de fuerza» llegado casi el final. Qué otra cosa explicaría sino que un nutrido grupo de personas cantara «cucurbitácea, cucurbitácea» como un mantra. Todo debido a la intoxicación de «Saariselkä stroll» (maldito nombre), su familia de plantas y la inventiva de Alfaro conjugada con su intrincado mundo interior.

Punto y aparte merece la sorpresa de la noche, «No puedo más contigo». Corte con el que nuestro protagonista se unió a Mutanciones, el homenaje que el panorama indie nacional rinde a Niños Mutantes al cumplir sus 20 años de trayectoria y que la banda versionó rockero, potente y, cómo no, personalísimo, gracias a la voz árida de Alfaro«Se aniquila piso»«Tempus Fugit» «Bonita fiesta» fueron algunas del resto de estaciones que este particular viaje a la locura surcó en su devenir.

La conclusión sensata, atravesada en la cabeza como un rayo, llegó al terminar el último tema, «Fuerte». Y es que resulta complejo calificar una obra en toda su dimensión si uno la aborda asomándose únicamente a los últimos capítulos. «Todos, lo confesaran o no, sabían que estaba enferma», termina el libro (perdón por el spoiler). Una demencia no se diagnostica según la última crisis. El hoy de Alfaro sólo lo explica un ayer. Y a veces ni eso.

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