23 abril, 2024
Daba un poco de miedo acercarse al escenario donde The News se estaban dejando las pelotas a conciencia. El cuarteto, auténticos niños de la Tercera Guerra Mundial, formaron la Cuarta sobre las tablas

24 de Julio. Sevilla

Rock ‘n’ Pose

LOS NEWS

Daba un poco de miedo acercarse al escenario donde The News se estaban dejando las pelotas a conciencia. El cuarteto, auténticos niños de la Tercera Guerra Mundial, formaron la Cuarta sobre las tablas; muy en especial su frontman, cantante y guitarrista, un animal del directo que no olvida dejar claro cada cinco minutos aquello de que «this is rock ‘n’ roll, motherfuckers!!!». Y vaya si lo era. Caña, caña y más caña es lo que obtuvimos de estos cuatro desalmados. El público lo agradeció, batiendo palmas cada dos por tres; The News, por el contrario, respondían ofendidos ante tamaña demostración de pusilanimidad con más riffs de guitarra y aún más rock ‘n’ roll.

Como si estuvieran poseídos por el demonio, convirtieron lo que venía siendo un entorno apacible, como es el Monasterio de la Cartuja, en una celebración del ruido y las bajas pasiones. El batera estaba en su sitio porque no le quedaba otra; el bajo ejecutaba danzas prohibidas con su instrumento (no, no era la lambada); el guitarra se retorcía en su rincón bajo unas gafas de sol y unas orejas de gato con su máquina de matar fascistas. Y el maestro de ceremonias, camisa rojo putón, brincaba y azotaba su guitarra al mejor estilo de Pete Townshend, se desgañitaba al micro como un energúmeno, bailaba mientras manejaba dos panderetas o saltaba del escenario para arrastrarse como un cerdo al nivel de los pobres mortales que asistíamos atónitos a semejante demostración de actitud rocker. El hueco se hacía, natural; los chicos montaban guardia, las chicas sonreían, los fotógrafos espabilaban.

El objetivo, muy probablemente, fuera robar el show a los cabezas de cartel. Y si no se andaban con cuidado, Los Labios iban a tener que sudar tinta para no quedar en ridículo. The News se despidieron con un tema, «gran éxito en Bormujos» según fuentes oficiales, ni mejor ni peor que lo que habían enseñado ya, y se largaron sin dejar más que un páramo vacío, salvo por el humo y el silencio habituales tras la batalla. 1-0.

LOS LABIOS

Súper grupo formado por algunos de los músicos más capaces y con más cara de una Sevilla mítica, transnacional e inter-generacional, Los Labios parecen una apuesta segura para el directo. Damos fe de ello, pero Los Labios son algo más que una falsa banda de versiones. De hecho, son una EXCELENTE falsa banda de versiones. Aquí no hay nada nuevo; es más, ni una nota parece que tenga menos de cuarenta años. Tampoco da igual; se trata exactamente de eso. ¿Quién es el padre de este tío, Silvio o Jagger? No tiene sentido plantearse el tema de la originalidad; sólo una cuestión merece la pena: SEX O NO SEX. Lo siento, pero cuando veo la cara de Marc Bolan, aunque sea en una camiseta, me pongo tierno. Entonces no disculpo, sino que valoro las horas delante de un espejo emulando a tu héroe. Fue la noche de tener a la versión más setentera y glam de The Rolling Stones más cerca y entregados de lo que podrás tener a los de verdad en tu vida; tú, que has nacido en el lugar y el momento equivocados, a ti te hablo. Un blues acelerado sonaba como todos los blues acelerados de la Historia del Rock, y repetía «baby don’t go» como si fuera la cosa más sucia o lasciva del mundo. Muy, muy visto. ¿Pero recordáis a The News? ¡Exacto! Esto es rock ‘n’ roll, y hay que cumplir con la ortodoxia, y celebrar el ritual para recibir el misterio. Dejar a un lado lo racional y hacer de tripas sinrazón para disfrutarlo en toda su magnitud. Es magia.

Pero la magia exige una preparación. Un oficio. Estos tíos no son cinco capullos salidos de tres ensayos y dos bolos. Fernando Queen, el batería, es un motor infalible, curtido en Rare Folk (donde demuestra de lo que es capaz cuando se trata de tocar); también lo había visto en un bar con Charly Cepeda, uno de los dos guitarristas (concretamente es Mick Taylor, por buen solista y por guapo). El otro, el Keith Richards, es Álvaro Suite, escudero de Bunbury, no sabemos cuán fiel. Si el tipo de The News iba de putón de Los Ángeles, Suite era el chulo, sin duda. Qué sombrero, qué sombra de ojos, qué botas, qué chaqueta y qué todo. Encima hace buenos coros. El bajo llevaba ropa como de tigre o cebra, cazador y presa. Ricky Candela hace lo que tiene que hacer, aunque a veces se le va la pinza, como cuando se le soltó la correa del instrumento y éste hizo ¡blam! sin encanto ninguno. Lástima de bajo. Y Sammy Taylor, pues… se lo come todo. Baila, ríe, salta, juega. Lo pasa en grande, y si tú no eres capaz de pasarlo bien tienes un problema, lo siento, porque este cabrón tiene el ánimo a prueba de bombas.

«Cruella» era el título de uno de sus temas. Y es un buen símbolo para ilustrar a Los Labios: egomaníaca, lasciva, inmoral y terriblemente consciente de su aspecto y su ambición. Lo de crueles y viles ya me parece demasiado. Sería desagradecido. Pero no todo fueron bajezas; cuando Charly se enfundaba el bottleneck (y esto ocurrió en numerosas ocasiones) y se transformaba en slide guitar hero, nos llevó al cielo, al espacio sideral. No es el mejor guitarrista del mundo, ni falta que le hace. A veces, pocas, se pasa un poco de trascendente. Las más sabe exprimir las esencias del rock de guitarras que ha mamado toda su vida, y es una síntesis perfecta de sus partes más autocomplacientes e inspiradas. ¿Era eso el riff de «Paperback Writer»? Ni lo sé ni me importa, y si eres listo te limitarás a comprar lo que estos tipos casi regalan: fantasía.

Se fueron invocando a Rose Tatoo, totalmente imbuidos de su condición de estrellas del rock, que es para lo que están aquí entre nosotros. 1-1.

Aviso para navegantes: hay que tener cuidado con el césped del Monasterio. No me refiero a cuidar el césped, cosa razonable por otra parte, sino a los desniveles o agujeros que no se ven cuando la poca iluminación, inevitable por las sombras de los asistentes a los conciertos, los oculta. Es muy fácil (pude comprobarlo) torcerse el tobillo y sufrir un esguince del copón a la mínima. La organización tendría que hacer algo al respecto. Por todo lo demás, perfecto.

Texto y Fotografías: Antonio Guerrero

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