29 marzo, 2024
Un disco de Soul de los 70, con sonido actual y melodías adaptadas, en la medida de lo posible, a la contemporaneidad que vibra a nuestro alrededor, pero que no pierde ni un ápice de su esencia. Para nosotros, la consagración de Lee Field como uno de los grandes, junto al fallecido Bobby, Charles Bradley o Solomon Burke por citar algunos evidentes.

Lee Fields & The Expressions

Emma Jean (Truth & Soul Record; 2014)

Lee Fields podría ser la personificación del soulman más clásico, como personaje o como leyenda. Es una de esas personajes que desde su más tierna infancia en Carolina del Norte ha vivido y respirado el Soul por todos sus poros.

Incluso cuando el rey James Brown lo acaparaba todo y reconvertía el Soul a su propio sonido Funk, Lee Fields se mantuvo impertérrito en la medida de lo posible.

Corría el año 79 cuando apareció su primer disco Let’s Talk It Over. Hoy en día es una pieza de coleccionista, pero su actual sello Truth & Soul Record, sacó en 2010 una versión remasterizada con un sonido mucho más actualizado.

A partir de entonces llegaron 23 años de sequía en cuanto a discos se refiere, porque Lee no dejó nunca de hacer música. Sus directos eran puro sentimiento y corazón aun para pequeñas audiencias como él mismo ha confesado alguna vez. Pero entonces en el 2000 firmó por un nuevo sello y se puso  manos a la obra en lo que terminaría convirtiéndose en Problems (2002) donde por primera vez aparece con la banda The Expressions, de la que no se ha separado desde entonces.

Ese primer trabajo tras tantos años en silencio se convirtió en una magnífica carta de presentación para los profesionales del medio, que se terminó de cuajar con el precioso My World (2009). Puede que su colaboración con Martin Solveig ayudará en el despegue, pero definitivamente el Deep Soul de baladas hirientes que Lee interpretaba habían vuelto para quedarse.

Tras eso todo fue más fácil, hubo incluso un escarceo por el territorio de la electrónica bajo el sello BDA Records. El álbum en cuestión se llamaba Treacherous, y llamadme loco pero personalmente es el disco que menos me gusta de Lee, ya que pierde casi toda la esencia que lo define, apostando por un sonido a lo David Guetta.

En 2012 llega su consagración con Faithful Man. Uno de esos discos que te ponen la piel de gallina y que, precisamente, estuvo presentando en Madrid en el Día de la Música aquel año. Él mismo declaraba “me siento muy feliz de estar donde estoy y cómo estoy. Definitivamente, es la mejor etapa de mi vida”. Y cuando se le preguntaba por lo que opinaba del resurgimiento del Soul comentaba: “La gente dice que el soul ha vuelto. Es curioso: para mí nunca se fue”.

Todo esto venía a la evidente esencia de los 60 y 70 que había en sus temas. El Soul más clásico de la mano de uno de los que estuvieron allí. Nada de revival, ni Neo-Soul, ni Blue-eyed Soul, ni historias de esas. Esto era auténtico. Y no solo eso, sino que Lee iba un paso más allá para tomar todo lo que le apetecía de los clásicos, Bobby Womack, Otis Redding o Syl Johnson y adaptarlo a un espíritu más actual, con cadencias llenas de sentimientos y letras que encogen el alma a cualquier chavalito que se precie.

Y, por fin, llegamos al disco que nos ocupa Emma Jean, en el que sigue acompañado por la excepcional banda The Expressions. Quizás en este último trabajo es en el que menos innovación sonora podríamos encontrar de su carrera. Pero, para ser sincero, no creo ni que lo haya buscado. Es un disco con una concepción distinta. Esta hecho desde la comprensión de poseer un material único, una manera de entender la música por muchos buscada, copiada, plagiada o incluso imitada de mala manera, que el señor Field posee de manera natural.

Se podría decir que su sonido ha madurado, se ha asentado, por así decirlo. Los temas son verdaderas odas al Soul más sincero y cuidado, pero con un toque actual que le da más fluidez a la hora de ser escuchado por personas de cualquier edad.

Así, evidentemente, tendremos medios tiempos, tirando a lentos, simplemente épicos como “Magnolia” o “Paralyzed”. De esos que te obligan a cerrar los ojos mientras los instrumentos forman una coral deliciosa que envuelve a la tremenda voz que lo ocupa todo.

Aunque también los hay más distendidos como “Just Can´t Win”, donde el protagonismo es tomado por la lírica, unas letras que te trasmitirán sentimientos sin cortapisas, apenas dos frases por tema para que se te cale en los huesos. Las palabras de un hombre sabio con mucha vida por detrás que habla de la frustración, el arrepentimiento, la ansiedad por quedarse solo, como ocurre con “Eye to Eye”. Uno de los temas recomendados de este disco. Es brutal es desgarrador al mismo tiempo. Un tema que si lo escuchamos en un disco de los 60 se convertiría en clásico casi inmediatamente.

Pero no todos van a ser lamentos y voces rotas en notas inalcanzables. En este disco hay espacio para un Soul tirando a afrolatino “In The Woods”, un instrumental que recuerdo a aquellos grupos del sello Record Kicks, en su versión más clásica “All I Need” o incluso un homenaje claro y descarado a  The Bravest Man in the Universe del tristemente recién fallecido Bobby Womack.

Pero aun ofreciendo todo eso, no sé por qué yo vuelvo y me quedo siempre con los medios tiempos imponentes. Junto a “Eye to Eye” me quedo sin ninguna duda con “Still Gets Me Down”, quizás por ese estribillo que se te mete en la cabeza y no puedes dejar de cantarlo para adentro, y por qué no decirlo, también para afuera. Escuchando el disco me he encontrado cantando solo en medio de la redacción con los cascos puestos mientras mis compañeros decían, eah ya ha llegado a “Still Gets Me Down”. Bueno y si ya os cuento lo que me pasa con “Don’t Leave Me (this way)” no me creeríais.

En definitiva, un disco de Soul de los 70, con sonido actual y melodías adaptadas, en la medida de lo posible, a la contemporaneidad que vibra a nuestro alrededor, pero que no pierde ni un ápice de su esencia. Para nosotros, la consagración de Lee Field como uno de los grandes, junto al fallecido Bobby, Charles Bradley o Solomon Burke por citar algunos evidentes. Un discazo, vamos.

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