25 abril, 2024
El pasado Abril, dentro de la Semana Fantástica de la Malandar pudimos disfrutar del mejor Rock español de la mano de Lápido y Guillermo Alvah, un telonero gaditano que sorprendió a propios y extraños con un delicioso concierto en acústico. Noche memorable

Con nuestra cervecita en la mano, como debe ser y tras unas breves palabras con amigos y conocidos Guillermo Alvah y Los Predicadores salen a escena.

Este grupo gaditano ha conseguido traer el Rock & Roll más clásico en versión castellana a la escena andaluza. Lo cual ya de por sí tiene bastante mérito, pero es que al oír su disco son tremendos. Letras que hablan de Cadillacs, de amores en la distancia, de ángeles y mujeres tristes. La verdad es que tenía ganas de escucharlos en directo.

El sonido de la armónica inunda toda la sala y dan comienzo a la noche con «En la ciudad carretera«. Como siempre que venimos nos impresiona el sonido tan bien conseguido que empapa sin mojar, que cala sin dañar, que roza sin herir. La voz de Guillermo medida y llena de matices nos sorprende y sobrecoge. La versión en acústico con tan sólo dos guitarras y una armónica como apoyo esta a un gran nivel sonoro, el propio Guillermo y Daniello Sánchez. Es de las veces que mas metido hemos visto a un grupo al inicio de un bolo.

Tras «El maullido» le toca el turno a un blues, una versión de los Deltonos que, como ellos mismos han declarado en más de una ocasión, han sido una parte muy importante de sus influencias, junto a Hendrik Rover y Mauricio Aznar (Más Birras).

Esta noche gana kilates por momentos aunque quizás para este tema la voz de Guillermo sea algo carente de mala vida, poco crápula quizás.

Llegados a este punto toca los agradecimientos a Spyro por la oportunidad y un poco de promo de su disco que sin excederse les ha quedado muy bien. Suponemos que esta noche se les acabaran las 6 copias que les quedan.

«A los ángeles más frágiles del Rock & Roll« es la preciosa balada que abre su disco, a medio camino entre el blues, el R&R clásico y pinceladas de tristeza propias de un alma pensativa. Y da pie a uno de sus temas más emblemáticos «Juraría«.

Es difícil plantarse ahí arriba, sobre el escenario. Entre él y nosotros una simple guitarra acústica barniz oscuro. Sin el acompañamiento que da una banda, sin la seguridad que dan los amigos y compañeros a tu lado, y aun así este gaditano es capaz de sacarse de la manga un tema al más puro estilo folk propio de otras tierras, otros lugares lejanos donde el castellano sería la segunda lengua y donde el desierto tiene una imagen perpetua en las mentes de los presentes.

Pero lejos de quedarse ahí «Amor de larga distancia» nos hace ver que el country también es uno de sus estilos adquiridos. Sin duda, un amplio resumen de los géneros más arraigados en tierras americanas. Difícil hacerlo en español, difícil hacerlo con un primer disco, difícil o al menos dicen que es difícil porque Guillermo lo hace sin pestañear y con muy buenos resultados. Que placer escuchar ritmos ajenos hecho propios y con calidad.

Para terminar «La Hora Azul» y «Todos la llamábamos Katy» al igual que en el disco solo con guitarra y voz.

Un telonero de excepción que nos deja con ganas de más, de ver la banda al completo, de saborear las dulces fragancias de sus composiciones y acordes. Está claro uno de esos 6 discos ha de ser mío.

22:43

Sobre el escenario José Ignacio Lapido, Víctor Sánchez: Guitarra, Voz, Raúl Bernal: Teclados y Popi González: Batería, Percusión, Voz, los mismos que en Nocturama.

Sin mediar palabra «No queda nadie en la ciudad«. La seriedad siempre ha sido uno de sus rasgos característicos. Su compostura imperturbable, su luz clara, diáfana y plana alumbra la sala. Sincera y desnuda se nos presenta su música.

«Nada malo» preside a una de las sorpresas de la noche. Mientras nos pedíamos nuestra ración de líquido unas breves palabras con Carlos Goñi. Desgraciadamente verlo esta noche no significa que se vaya a subir al escenario sino que ha venido como uno más a ver a un amigo. En esos momentos suena en el escenario «Cosas por hacer«.

«El carrusel abandonado» y «Tiros» comienzan a meter de verdad al grupo en el concierto. Sobre todo este último con una cadencia más dinámica y rítmica que aumenta la temperatura de la sala varios grados. Ambos temas de su último trabajo “Música Celestial”.

«Desvaríos» que da pie a «Ladridos del perro mágico» totalmente reconocible por la sala. Todos la corean a voz en grito. Uno de sus temas emblemáticos y eso se nota. Quizás algo más comedido en cuanto a profundidad, algo más cercano pero con la misma intensidad en la lírica. Uno de esos temas deliciosos que recuerdan a otras épocas, a otros menesteres y quizás a otras ilusiones y sueños. La vida pasa inexorablemente para todos pero cositas como esta nos recuerdan todo lo que hemos disfrutado por el camino.

«Pajaros» nos deja una de las interpretaciones más intensas a la guitarra de la noche. Un tema que por la construcción es necesario en cualquier concierto. Si después de esto no te alegras de haber venido es que sencillamente no te gusta la música. Y eso que hablamos de 15 añitos nada menos para este tema, que aparecía por primera vez en el CD de “Ladridos del perro mágico».

«Muy lejos de aquí» es de los temas donde la historia cuenta aun mas que la musicalidad que lo acompaña. Tema oscuro, melancólico y con cierto aire a cuento que no acaba bien. “No hay vuelta atrás» sigue la línea del anterior. Qué curioso que sean precisamente estos temas los que más definen a un grupo o artista. Temas en los que vemos reflejadas nuestras angustias y nuestros deseos ocultos. Poesía en estado puro que brota descontrolada desde el corazón. Por cierto, ambas junto a «Está que arde» pertenecientes a “Formas de matar el tiempo”.

La noche está resultando deliciosa. Llevamos aquí unas dos horas y apenas si nos hemos dado cuenta. La música lo inunda todo, por eso quizás que José Ignacio pare el repertorio para contarnos una historia nos sorprende. Pero lejos de parecer forzado arranca las risas espontáneas del personal ya que nos dice:

Hoy viniendo hacia aquí en mi coche nos hemos parado en un semáforo y un jovenzuelo nos ha mirado y nos ha dicho «putos bohemios».

«El principio del fin» deja la impronta del pa pa para paaa para paaaa coreado por todos los presentes, fundidos en una sola voz, y culminando en un aplauso espontáneo y sincero.

«La noche que la luna salió tarde» es un clarísimo ejemplo de lo que os podamos intentar decir con palabras. En algunas ocasiones es mejor verlo por uno mismo:

«Nadie sabe» deja entrever a un lapido más suelto, con mas rodaje, con más garra y más intensidad que el que pudimos disfrutar en Nocturama. Los espacios cerrados, sin tanta gente ni tanto aire fresco le sientan bien. Grupo de garito que hace honor a su nombre y se crece en estos espacios. Otra de esas joyitas de su discografía.

Antes del fin de la primera parte del concierto aun queda tiempo para «Algo me aleja de ti«, “Antes de morir de pena» y «Cuando el ángel decida volver» aunque no se hace desear mucho para su vuelta. Solo con su guitarra nos regala «Sigue estando Dios de nuestro lado«

Tonalidades étnicas y percusión africana dan cobijo a «Nubes con forma de pistola» de 091 y de ahí a «La hora de los lamentos«.

A estas alturas ya nos da un poco igual que sea martes o sábado, que sean las 10 o las 3 de la madrugada, estamos inmersos completamente en una música que absorbe a la vez que embelesa, que te nubla el juicio a la ve que te aclara la mente. De aquí no hay quien nos mueva, por Dios que esto no se acabe esta noche, quizás mañana, quizás en un futuro a ser posible lejano pero no esta noche.

«La antesala del dolor» pone de nuevo fin a algo que no debería acabar. Pero es un punto y seguido. Un placentero respirar hondo ante el nervio de quien espera un regalo el día de reyes. Y ese regalo llega en forma de «Con la lluvia del atardecer» a guitarra y piano. Delicioso.

«En el ángulo muerto” y “La torre de la vela» despiden al grupo al grito de «Putos bohemios«. Si es que aquí pillamos las cosas al vuelo.

En definitiva, más de dos horas de concierto disfrutando con cada tema, cantando cada una de sus letras, disfrutando de esa música que te abre el pecho y no te deja respirar. Una noche que se quedará impregnada en las paredes de la Sala Malandar, eso seguro.


Todas las fotografías por Esperanza Mar

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