19 marzo, 2024

Fotografías por Enrique Torralbo

Cae la tarde y Jacobo Serra abre el espectáculo en el Auditorio Rocío Jurado. 40 minutos de música sin frenos con un telonero que empieza a despuntar en el mundo artístico.

El recinto se fue llenando poco a poco. Con calma y con una organización impecable, todo salió perfecto.

8.000 personas esperaban allí a la banda en cuestión. Un diamante pulido lleno de fuerza, amor, música y vida. Mucha vida. Hablamos del madrileño grupo estrella: Vetusta Morla.

Como sabemos, Vetusta, es un grupo crítico y autocrítico a la vez. Y lo comprobamos nada más llegar a nuestros sitios con un mensaje que colgaba en apoyo al movimiento feminista por el reciente caso de la manada. En él, podíamos leer: “Solo sí es Sí”.

Con la luna llena alumbrando el lugar, las miles de personas allí presentes se hacían oír. La espera de un grupo tan querido cómo ellos no es cosa fácil ¡Lo queremos ya, ya , ya , Ya!

Al fin, se apagaron las luces. Y un silencio compartido, inundó el Auditorio Rocío Jurado. Sabíamos que los chicos estaban cerca. Los podíamos sentir.

Y así fue,un escenario lleno de luces y sonidos potentes ardían la mecha. No podíamos contenernos, queríamos saltar, aplaudir, gritar, sonreír, llorar. La emoción estaba con nosotros.

Empezaron tocando la canción que da nombre a su gira: “Mismo sitio, distinto lugar”. Y es curioso, porque para mí sigue siendo el mismo sitio, el mismo lugar donde los vi en directo hace mucho, mucho por primera vez. Y es curioso pero, para mí siguen siendo los mismos. El mismo grupo que me ayudó a vaciar lo que llevaba dentro, en mi interior. El mismo grupo que nos invitó a mirarnos por dentro sin miedo. A pensar, a denunciar, a decir en voz alta lo que queramos decir. Sin miedo. Vetusta nos quitó la venda de los ojos. Y aún hoy, lo siguen haciendo.

El público unido, no podía dejar de mirarles y cantarles con el amor que un fan siente por su grupo favorito. Ese amor tan puro, tan limpio, tan transparente y ardiente. Tan incondicional.

Siguieron con otros temas de su último trabajo: “Deséame suerte”, “El discurso del rey”, “Palmeras en la mancha”, “Guerra civil”, “23 de junio” y “Punto sin retorno”. Nos la sabíamos todas. Lo confirmo.

Su nuevo disco ha conseguido que veamos a un Vetusta Morla mucho más incisivo, explorador, ciudadano del mundo. Imaginativo, considerado y poderoso. Pero sobre todo, nuestro equipaje perfecto para perdernos por nuevos paisajes. Sus canciones están llenas de sueños, historias, anécdotas, curiosidades, casualidades y causalidades. Son capaces de coger cada suspiro y convertirlos en guiño a la vida. La vida que muchas veces no somos capaces de devorar como deberíamos.

El despliegue escénico y técnico fue demoledor. Impresionante. Una delicia para nuestros sentidos.

Siguieron tocando canciones de su mítico álbum La deriva publicado en 2014: “Golpe maestro”, “La mosca en tu pared”, “Cuarteles de invierno” y “ Fuego”, entre otras.

Pronto llegaron las clásicas “Copenhague” y “Maldita dulzura” con algunos arreglos nuevos, que me encantaron, por cierto.

Si hay algo seguro es que tenemos un lujo de artistas en nuestro país. Innumerables grupos que gozan de su merecido reconocimiento porque se lo han ganado con mucho sudor, con mucho esfuerzo y con mucha voluntad. Vetusta es el padre de todos ellos.

El claro ejemplo de la resistencia, de la carrera musical que no para, que no descansa. Y que aún sigue dando de qué hablar. Sigue entre nosotros para decirnos: “¡Eh! ¡Levanta! Sal ahí fuera, a la calle. Sal y deja tu huella”.

Gracias Vetusta.

Gracias Sevilla.

Gracias Vida.

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