20 abril, 2024
Pocas cosas se me antojan más interesantes que un magnífico concierto al aire libre en la preciosa ciudad de Córdoba; una de ellas es contactar con extraterrestres durante el concierto.

12 JULIO 

Encuentros en la tercera fase

Pocas cosas se me antojan más interesantes que un magnífico concierto al aire libre en la preciosa ciudad de Córdoba; una de ellas es contactar con extraterrestres durante el concierto.

Pero antes de hablar de lo oculto y del misterio, vamos a bajar a la Tierra un momento para hablar de una joven estrella de blues rock…

Oli Brown & RavenEye

A Oli Brown le pude echar un ojo en un vídeo de Internet, en el que ejecutaba con bastante gracia el “Billy Jean” de Michael Jackson, en plan instrumental, insertado en otro tema menos conocido. Era ciertamente simpático, pero nada del otro mundo. En esta ocasión (la 34ª edición del Festival de Guitarra de Córdoba, dedicada a Paco de Lucía como no podía ser de otro modo) pude comprobar la enorme diferencia que existe entre ver/oír música a través de una pantalla y estar en el ajo: Oli Brown es una bestezuela parda, que quiere comerse el mundo a guitarrazo limpio.

Su propuesta, a medio camino entre el blues y el rock duro, se alimenta de su garganta bien horneada, de riffs absolutamente monstruosos y de la excelente base rítmica de RavenEye, con un batería enormemente activo y un bajista que no le va a la zaga. Temas como “Run Away” convencieron hasta al que sólo iba allí a ver demostraciones de técnica pura y dura. Con introducciones que sabiamente ralentizaban la maquinaria y la hacían parecer incluso amenazante, la sensación de poderío que dejó el británico quedó patente en la generosa cosecha de aplausos que se llevó (amén de unas fotos, suponemos que para el Facebook). Muy bien por Oli Brown.

Joe Satriani

Con Joe Satriani me ocurrió lo que debería ocurrir siempre en un concierto: superó mis expectativas por completo. Tenía un par de discos suyos en casa, dos de los más clásicos (Surfing with the Alien y The Extremist); también el histórico vídeo de las Leyendas de la Guitarra de 1991 en Sevilla, cuando alegró la noche a esta ciudad junto a otras estrellas del calibre de Nuno Bettencourt, Brian May, Joe Walsh y el que fuera su discípulo y más directo competidor, el genial Steve Vai, además de acompañantes de auténtico lujo, como Rick Wakeman, Cozy Powell o Neal Murray. Aparte de esto, había oído material de otros discos, pero todo muy lejano ya… hasta que la noticia de que actuaría en Córdoba reavivó mi interés por lo que pudiera estar haciendo el bueno de Satch.

Y he aquí que me encuentro, ya con las luces encendidas y “Jumpin’ In” zumbando como presentación, que viene acompañado nada más y nada menos que por Mike Keneally, compañero de proyectos como el G3 (unas giras con Satriani, Vai y otro músico invitado; en el pasado han intervenido Eric Johnson, Robert Fripp, Yngwie Malmsteen, Tony MacAlpine o John Petrucci), y escudero de Frank Zappa o Steve Vai, y la sección rítmica de The Aristocrats, es decir, Bryan Beller y Marco Minnemann, sin ese otro fenómeno de la naturaleza llamado Guthrie Govan. Una pasada de banda, vamos.

Una vez superado el impacto inicial pude concentrarme en el concierto y desempeñar mi trabajo en vez de comportarme como una groupie. Tras este ejemplo de lo que podemos encontrar en Unstoppable Momentum, el último disco de Satriani, y la no tan reciente “Devil’s Slide”, “Flying in a Blue Dream” nos sumergió de lleno en su periodo más clásico, el que quizá disfrutó más el público. Sin embargo, las intervenciones de Minnemann en el tema título, el uso del pedal wah-wah por parte del jefe o el slap de bajo en “The Weight of the World”, o “Lies and Truth” (con espectaculares efectos de sonido estéreo) impidieron que los temas nuevos dejaran indiferente al personal.

Keneally se salió en “Ice 9”, haciendo la competencia a la guitarra como si lo suyo al teclado no fuera más que suficiente; en este apartado, destacó la introducción ambiental a la preciosa “Cryin’”. “The Crush of Love” fue una locura de solos por parte de todo el mundo, con sabores clásicos y balcánicos. El sonido, que con Brown no había sido demasiado bueno, mejoró ostensiblemente hasta ser casi perfecto. Momentos absolutamente épicos, como el tapping por graves de “Satch Boogie” y su grandioso final; con esa cualidad motriz que Satriani imprime tan bien a temas como el nuevo “Shine On American Dreamer” (con un Minnemann sobradísimo) o los clásicos “Surfing with the Alien” (es obsceno el uso/abuso de la palanca aquí) y el apropiado “Summer Song” para despedirse; tan bonitos como la infaltable Always with Me, Always with You”; o simplemente simpáticos como cuando hizo cantar a la multitud, por no mencionar el asombroso solo de batería por parte del que indiscutiblemente es uno de los mejores del mundo, hicieron de este concierto una experiencia de otro mundo…

…máxime teniendo en cuenta el despiste que creó el drone que filmaba el concierto a varios metros por encima de nuestras cabezas, con sus enigmáticas luces verdes y rojas dejando durante un buen rato a la concurrencia más pendiente del OVNI que del alienígena que se esforzaba en comunicarse con nosotros con su guitarra extraterrestre y su maquinaria espacio-temporal.


(Nuestro agradecimiento a Selu Romero, guitarrista de El Perro de Nadie, sin el cual esta crónica sería mucho más imprecisa).

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