25 abril, 2024
“No hay nada más triste que hacer una canción alegre”, confiesa Ricardo Lezón en el exiguo camerino de la sala, donde charlamos entre sillas plegables y tabaco de liar. “La frase no es mía -aclara- es de un escritor japonés que me marcó bastante."

Fotografías por «Rafael Tovar / El Enano Rabioso«

Paseaban desubicados camellos por el centro de la Alameda mientras la Navidad se consumía en luces chillonas y borrachos por doquier. La sala FunClub observaba la escena desde su fachada tranquila, transformada en fortaleza en la que guarecerse de esta época del año. No entienden de estaciones las composiciones que Viento Smith ha conjurado en su primer y homónimo trabajo, un disco con seis temas que presentaron en Sevilla el pasado 20 de diciembre.

No hay nada más triste que hacer una canción alegre”, confiesa Ricardo Lezón en el exiguo camerino de la sala, donde charlamos entre sillas plegables y tabaco de liar. “La frase no es mía –aclara– es de un escritor japonés que me marcó bastante. Haces algo para intentar alegrar a la gente y al final es mucho más triste. Si es que escuchas Sevilla tiene un color especial y te dan ganas de no venir en la vida. O El tractor amarillo -bromea- lo escucho y me deprimo muchísimo”.

Hablamos entonces de la melancolía, de que la destilan sus canciones y de los minuciosos paisajes sonoros que uno atraviesa bajo su timón. Un viaje, solo de ida, que arrastra sin dificultad a un destino de lugares azules dibujados con suaves contornos. David Cordero (Úrsula), responsable de esa fotografía sonora, destaca la importancia de la melodía en la impresión general de sus canciones “Siempre me ha atraído mucho ese concepto. Porque puedes hacer una canción alegre a nivel de sonido, contando una mierda, pero a la gente le suena alegre. Si haces una canción con una sonoridad lenta, oscura, ya puedes estar cantando que te vas a una fiesta, que sigue sonando triste”.

Temas como “Donde los aviones” y sobre todo “Soplar la herida” bordean las aristas de emociones profundas a las que cuesta hacer frente. Conscientes de las profundidades en las que bucean, detalla: “tendemos, por el tono de la voz, por la música que escuchamos y de dónde venimos a arrastrar ese poso de tristeza pero la palabra clave es ESPERANZA”.Y sí, lo ponemos en mayúsculas porque es un concepto importante. La música como medicina, como tratamiento de choque que le pone notas a lo que aprieta en el pecho. “Hay mucha gente que viene y nos dice que le ha hecho bien escuchar esto”, le interrumpe Ricardo. “Este disco es algo muy especial –continúa- llamé a David y le dije: necesito cantar estas canciones y hacer un disco para salir de una mierda. Es duro pero hay que intentar convertir una historia fea en lo más bonito posible. Ha sido triste desde el principio, desde la gestación, pero que me ha servido mucho para soltar lastre y quitarle peso a las letras de McEnroe. La gente canta por una razón y no sé contar algo que no sea mío. Para eso ya están otros”. Está de acuerdo David cuando añade que hacer canciones “puede ser como una terapia. Muchas veces hay cosas que no las sueltas día a día y las dices a través de un tema”.

Amigos y admiradores mutuos, David recuerda cómo su compañero le dijo “tengo una letra para esa canción”, a lo que él respondió “¿una canción?, vamos a hacer un disco”. Fue en el estudio de La Mina, en Bormujos (Sevilla), donde el álbum tomó la forma etérea que lo caracteriza. “El lugar ha influido bastante -concreta Ricardo es un sitio que me da mucha paz y en él siento que estoy donde quiero estar. En el proceso de grabación no hubo ninguna meta previa ni un objetivo definido. Simplemente fuimos a echar unos días en el estudio, a ir grabando y que vaya fluyendo”. Fluir. Un término más que adecuado para este trabajo, un paisaje que discurre continuo como el horizonte que se contempla cuando uno está en movimiento.

Y dentro del discurrir de esa conversación, David desvela que Ricardo tiene pendiente un proyecto con The New Raemon. “Se trata de una actividad extraescolar” aclara este último, dejando patente que Viento Smith es una realidad en la vida de ambos. El responsable de Úrsula está de acuerdo: “pese a que todos tenemos otros proyectos, este grupo tiene ya su propia personalidad. Para mí es otro concepto diferente, está siendo un año increíble. Poder tocar estas canciones con Ricardo es una gran experiencia”.

“El aire de mi pecho” fue el bonus track de aquella noche de viajes abisales. Una nueva canción que certifica esa continuidad. “Me gustaría grabar un disco entero o algo similar a lo que hemos hecho ahora, un trabajo con pocas canciones o un ep largo. Me apetece mucho investigar otras cosas, ir a otros sitios”. Ricardo se refería entonces a Árboles Renacidos (Subterfuge Records), el vinilo de 7” que saldrá a mediados de febrero. “No queremos hacer otro disco igual porque es una historia que está cerrada e intentar igualarlo o prolongarlo sería un gran error”, nos avanzó sobre su contenido. David detalla: “de sonoridades sí nos apetece cambiar un poco y probar algo menos pausado”. Cuando les preguntamos sus planes para este año que acaba de comenzar,  admite que van “un poco a salto de mata”. No obstante, hay programada una pequeña gira que con paradas en Madrid (29 de enero, Sala Clamores), Valencia (30 de enero, Sala dELUXE Pop Club) y Alicante (31 de enero, Sala Unbuendia Lounge Club).

Pese a que en Sevilla los escuchamos en formato reducido (al igual que lo harán en las ciudades antes mencionadas), Viento Smith ha contado también con la aportación de Raúl Pérez y Nacho García, con los que el núcleo duro que forma este dúo cuenta siempre que les es posible. Es David quien lo explica: “Tenemos el problema de ser cada uno de una ciudad, mil historias y mil vidas. Nos lo planteamos desde la visión de los dos y que el resto puedan aparecer o no sin que influya en la base principal”. “Se nos unió también Edu (Eduardo Mendoza) a la batería para los directos de presentación del disco -recuerda Lezóny nos dio mucha potencia, fue una gozada. Ahora Nacho sigue con otros proyectos, Raúl compagina con la grabación y nos lo planteamos nosotros dos”.

La poética de sus composiciones le da carácter a un Viento Smith intimista que, pese a su apariencia inicialmente minoritaria y de difícil encaje en festivales de carteles clónicos, figuró el pasado año entre los nombres del Barcelona Acció Musical (BAM). En palabras de Ricardo: “lo veía complicado hasta que tocamos los cuatro en el BAM, y sonó muy bien. Pero no se trata de potencia, es que con las canciones de este disco no vamos a ir a un festival de verano a ir a deprimir a la gente” (risas). Y con esa certeza burlona los dejamos descansar y esperamos (en esta ciudad somos mucho de contar días en el calendario) hasta el próximo mes de febrero, cuando podremos disfrutar de los nuevos temas de esta propicia unión entre el norte y el sur.

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