19 marzo, 2024
El Kanka triunfó el pasado viernes en FIBES en una auténtica celebración de resistencia y buen humor en mitad de la incertidumbre.

Fotografías Antonio Andrés

Volvió el Kanka a Sevilla. Volvió la música en directo, maldita sea. Tras aguantar el chaparrón durante todos estos meses, el pasado viernes sacamos la cabeza para coger un poco de aire. Volvieron por fin los conciertos, aunque no sepamos por cuánto tiempo y sea en estas condiciones extrañas de protocolos, distancias y mascarillas. Y crucemos los dedos para que siga siendo posible. De momento, como canta Jorge Drexler, la vida puede que no se ponga mucho mejor que esto. Así que todos a sus puestos y que la pena cante hoy en oídos sordos.

Nada de ello impidió que la noche transcurriera con naturalidad en un ambiente agradable, cómodo y seguro. Al aire libre, en uno de los patios aledaños de FIBES, con dos pantallas gigantes para salvar con éxito la distancia con el escenario y acomodados por grupos en mesitas por BeKultura, que ofreció en todo momento una organización excelente.

Sevilla es una ciudad que históricamente apuesta fuerte por la cultura y que cada día lo hace más. Así que, como era de esperar en esta fecha importante, en el día D, la hora H: los sevillanos respondieron con alegría. Cuando las manecillas marcaban las diez de la noche el aforo lucía un aspecto más que positivo que en minutos alcanzó el casi lleno.

Y fue una suerte que todo esto ocurriera con un músico como el Kanka. Es indiscutible que el cantautor malagueño se sienta a la misma mesa de los más grandes cantautores de este país. Ingenio y espontaneidad a raudales. Con su estilo desenfadado, su optimismo masivo, su humor andaluz y su poesía arrabalera de alta pluma rimada en esa guitarra mestiza. Un músico sagaz a pie de calle que caza las musas al vuelo. Domina el arte de saltar con lucidez de ocurrencia en ocurrencia, a cual más disparatada y brillante, para caer siempre de pie. Según toque, pone la mejilla canalla o la tierna. Lo tiene todo: es un guitarrista muy bueno, canta muy bien, compone muy bien y escribe aún mejor.

Abrió el concierto con Sabéis quiénes sois, un homenaje a la amistad en medio de la distancia, una de las canciones que nacieron confinadas y que ahora se estrenan en directo, como la rioplatense Zamba para mi padre. Continuó con las mejores palmas posibles en Andalucía porque se jugaba en casa. Con el hermoso valsecito El día de suerte de Pierre Nodoyuna proponía su brindis preventivo por si todo sale bien. Toda una declaración de intenciones la hermosa chacarera Por eso canto, su particular Gracias a la vida. Se celebró Qué bello es vivir y se suspiró en perfecta sincronía por Vengas cuando vengas. Sorteando entre risas un par de tentativas de ataques aéreos de algún insecto nocturno boicoteador arrasó, precisamente, con Volar.

Tiene ecos de los últimos años de Extremoduro y los discos en solitario de Robe la enternecedora Para quedarte. Es espectacular en la cantidad de registros en los que el Kanka se maneja con tanta  soltura. De volcarse en ritmos carnavalescos como Desde lejos (más tarde el primer bis de la noche), en baladas reggae ukelele en ristre como Sí que puedes, en finos boleros como Querría, que rezuma aroma añejo a clásico; de sonar brasileño cantando a las esencias por encima de superficialidades en Por tu olor. Y, sin despeinarse, pasar de emocionar a colocar las sonrisas en las caras con Guapos y guapas o A dieta de dietas (pocas cosas más rock que corear, puño al cielo, ¡panceta en la ensalada!).

Decía Javier Krahe que los finales no se prevén, simplemente suceden. Pero es cierto que en los conciertos un poco sí que se intuyen. Por si acaso, el Kanka avisó de que la despedida se acercaba peligrosamente, dejando claro, no obstante, que tampoco iba a oponer demasiada resistencia a la algarabía de unos “otra, otra” bien coreados en su momento adecuado: cosa que sucedió tras ese último Canela en rama.

Fiesta total en los bises con Lo mal que estoy y lo poco que me quejo (tengo el cuerpo en cuarentena y roto el cuerpo…) y su trepidante trabalenguas (amagos de atragantamientos varios del público aparte, no lo intenten en sus casas), el balanceo de Instrucciones para bailar un vals y su particular sinfonía de silbidos jilguerescos, y palmas rumberas para la cotidianidad romántica de Me gusta, que enlazaba con el estribillo de No estamos locos de Ketama. Esta novedosa y readaptada cara exterior de FIBES se venía abajo en aplausos, tanto que, totalmente fuera de guión y de los extras del guión, el Kanka volvía una última vez a las tablas para despedirse definitivamente con la honestidad de Confieso.

Un último detalle. Mientras el Kanka recibía y agradecía los aplausos desde el escenario, Sevilla cantaba Depende de Jarabe Palo, el recuerdo para Pau Donés que sonaba en los altavoces.

 

No era una noche cualquiera y no lo fue. Fue un triunfo de el Kanka y un triunfo colectivo. Una auténtica celebración de resistencia en mitad de la incertidumbre. Ese brindis preventivo por si, al final, todo sale bien. Porque siempre nos queda la cultura, siempre nos queda la música.

 

 

Kultura&Co continúa este verano en FIBES con los conciertos de Ara Malikian (19/07), Miguel Poveda (25/07), Delaossa (26/07), Loquillo y Gabriel Sopeña (31/07), Carolina Durante (1/08) y muchos más. Más información en FIBESBeKultura.

 

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