25 abril, 2024
Dos formas diferentes de entender la música reunidas en una noche de fiesta y cánticos en el CAAC.

Fotografías por Valentina Ricci Photo

A la plaza del pueblo. O al patio del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo. El caso es que el tema de Tequila aúna dos de los elementos que se sucedieron el pasado viernes en Nocturama. El primero de ellos, por supuesto, el rock& roll, el que tan bien defiende El Imperio del perro a los que, por segunda vez, tuvimos oportunidad de disfrutar dentro del mismo ciclo. El motivo obedece a los problemas técnicos de su primera actuación, tras los que los chicos de Green Ufos les concedieron esta segunda oportunidad. La ventaja es que siempre es un placer disfrutar de esta banda, aún más cuando se les ve cómodos encima del escenario.

Como en la anterior ocasión, reiteramos nuestra preferencia por  una formación caracterizada por sonido muy personal y un directo irreprochable. Con las primeras filas saltando en cada tema y el bajo detallista de Pedro Ortiz que bien podría ser una guitarra, la algarabía duró prácticamente los 45 minutos con los que contaron para desgranar repertorio. Y es que dan ganas de montar un pogo (que se montó) cuando, enredados en bucles de acordes rabiosos, recorren como poseídos el escaso espacio del escenario. Con «Monos en el espacio» y ese himno de «Os odio a todos» terminaron de empapar las camisetas del público saltarín. Si el nuevo disco que nacerá en septiembre, es tan bueno como los temas que ya avanzaron, deberían ir pensando que la cosa va muy en serio.

El segundo motivo por el que el tema de Tequila le da título a esta crónica se debe, indudablemente, a los chicos de La Maravillosa Orquesta del Alcohol. El ambiente de algarabía en la que envolvieron el CAAC tiene mucho que ver con el espíritu verbenero que es ya sello de identidad de los burgaleses. Mestizos en cuanto a estilo, multiinstrumentalistas y siempre divertidos, LA MODA le puso sentimiento y pasos de baile a su estreno en tierras hispalenses.

Uniformados con camisetas blancas y amplias sonrisas, se encontraron con un público con ganas de pasarlo bien que traía las letras bien aprendidas, además de muchas ganas de participar del espíritu vitalista de la formación. Arrancó la profunda voz de David Ruiz con «Miles Davis» y ese inolvidable estribillo de «quiero vivir en ese instante en que la montaña rusa llega arriba/ y no antes ni después». Le siguió «Amanecederos» y la pasajera melancolía de «Disolutos», todas ellas pertenecientes a La Primavera del Invierno, su último trabajo.

La calma llegó de la mano de «Amoxicilina», melodía casi celta que dio paso a una sentida «Vasos Vacíos», para la que contaron con la participación de un invitado especial: Capitán Cobarde subió a las tablas hacia la mitad del tema con gran acogida por parte de los presentes. Tras prometer no hacer ninguna broma sobre el calor «pese a ser de Burgos», LA MODA continuó empleando a fondo todos sus recursos con «PRMVR».

Y es que, haciendo honor a su nombre, en esta orquesta todos participan, siempre disfrutan y su entrega es contagiosa, haya o no alcohol por medio (que lo había). «Catedrales» y el estupendo saxo de Alvar de Pablo dieron paso a la cruda ranchera de «Los lobos», a juego con su juego de voces

Tras «Hay un fuego», otro de los pocos momentos de calma, desapareció la sensación de hermandad y el escenario quedó desierto. Aunque la ausencia fue cuestión de minutos. Rápidamente volvieron a rellenar todos los huecos y, preguntando si queríamos «rockanrolear» un poco más con ellos, fueron respondidos con un sí unánime. Entonces llegó el despecho de «Los Hijos de Johnny Cash» y el banjo de «Gasoline» dando por cerrada la noche y la auténtica fiesta pagana que se montó en el Monasterio. Otra más de las muchas alegrías que nos está deparando un verano en el que el calor está siendo directamente proporcional a la calidad de la oferta musical.

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