23 abril, 2024
Figuras Ocultas es una película que prometía remover conciencias, conectar más con las emociones de los espectadores, pero se estrella nada más despegar como un cohete mal ensamblado.

Figuras ocultasAlgunas veces uno va al cine para deleitarse con una buena historia, contada de forma maestral y con actores que la encarnen y la hagan creíble. Uno busca no solo entretenerse, sino educarse, aprender, conocer, y, por encima de todo, sentir. En esas ocasiones se prescinde de palomitas o refrescos, y sólo se desea mantener toda la concentración en la pantalla, la que merece esa cinta que con grandes expectativas deseas ver. Theodore Melfi no es un director al uso, al menos, eso quiso demostrar con St. Vincent en 2014, con una historia atípica en la que un joven escribe una redacción sobre la posible santidad de un vecino gruñón, a quién encarnaba maravillosamente Bill Murray. Sin embargo, el ejercicio con la batuta que lleva a cabo en Figuras Ocultas se antoja perezoso, falto de ambición, sin chispa.

Aunque la base de la historia es firme y está bien reflejada desde su fuente, el libro Hidden Figures: The Story of the African-American Women Who Helped Win the Space Race de Margot Lee Shetterly, la película es tremendamente previsible, calculada como una precisa ecuación matemática. Sí, cuenta a la perfección, con todos los tópicos del biopic, el ejemplar lugar que ocuparon las matemáticas afroamericanas Katherine Goble Johnson, Dorothy Vaughan y Mary Jackson dentro de la NASA, cuando la carrera espacial se encontraba en su punto culminante por el eficaz lanzamiento soviético del Sputnik I. Sí, estas tres valientes y muy capaces mujeres sirven al espectador de reflejo de la lucha por los derechos civiles que empezaba a lograr notables conquistas frente a la segregación, y ¿por qué no decirlo? también la igualdad de género en el ámbito laboral, adquiriendo ellas un papel de pioneras por doble motivo. Muestran sus luchas individuales con sus parejas, las trabas burocráticas o los muros ideológicos que impedían un trabajo conjunto con nuevas cotas de eficacia. La película logra su objetivo: demostrar que no existe sexo, color o condición, simplemente cerebros, y que con la misma lógica con la que se desenvuelve un matemático, debe desenvolverse una nación.

Pero no es el eje de la historia en lo que Figuras Ocultas decepciona, sino en todo lo que lo rodea. Las magníficas interpretaciones de actrices ya consagradas como Taraji P.Henson, que deslumbró en Empire y no decepciona ni lo más mínimo; Octavia Spencer, encumbrada por su interpretación en Criadas y Señoras; y la cantante Janelle Monáe, que ha destacado en Moonlight; son la película. El resto de actores secundarios están directamente desaprovechados, no dan todo lo que podrían, y no porque ellos no lo intenten. Así, Kevin Costner se come la cámara cada vez que pisa el plató, demostrando su historial y capitaneando el elenco de actores, pero realiza un papel que poco o nada evoluciona, que se muestra sin fisuras, sin humanidad. Aunque si hablamos de falta de humanidad, la estirada y altiva Vivian Michael, representada por Kristen Dunst, se lleva la palma. Dunst, demuestra una notable polivalencia en este personaje, que nada tiene que ver con sus primeros papeles en Jumanji (1995), Pequeños Guerreros (1998) o éxitos de taquilla como la saga de Spider-Man (2002,2004 y 2007), pero el carácter irreflexivo, casi inflexible, de este, aunque resulta creíble para una burócrata, no es lo que uno espera en una historia como esta, de superación y de cambio de estructuras ideológicas.

Aldis Hodge, destacado por su papel en la pequeña pantalla con Leverage (Las reglas del juego en España) y en la grande con la polémica cinta Straight outta compton(2005) también tiene apariciones demasiado fugaces para ser el marido de una de las protagonistas, aunque sí consigue mostrar una evolución humana. Pero, sin duda, la incorporación al reparto que más huele a pura publicidad, y no a interés por contar una historia, es la del ingeniero interpretado por Jim Parsons. Aunque tiene sobrada experiencia frente la cámara interpretando a científicos con más cerebro que corazón, el escaso número de minutos de metraje en los que figura y en los que su personaje se nota claramente escueto, poco desarrollado, poco motivado por un director que no quiere sacarlo de lo típico, lo esperable, hace sospechar que el hecho de haberle incluido en los carteles publicitarios, en los trailers y demás avances e instrumentos de marketing de la cinta no es sino una técnica para atraer a todos los fans que el actor tiene gracias a su brillante interpretación de Sheldon Cooper en The Big Bang Theory. En definitiva, Figuras Ocultas es una película que prometía remover conciencias, conectar más con las emociones de los espectadores, pero se estrella nada más despegar como un cohete mal ensamblado.

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