25 abril, 2024
Cazar una buena cinta y colgarla en la chimenea

Resulta curioso como a veces una película con escasa producción tiene un guion de oro que le otorga un trasfondo y un ritmo que la convierten en una grata sorpresa. Este tipo de largometrajes no se basan en una idea fresca y original, sino en cómo contarla. Pueden esconder mensajes entre líneas solo para el público más avispado, u ofrecer escenas cómicas de lo más hilarantes para el espectador con menos paciencia. Pueden hacer todo y nada, pero siempre incluyen un gran trabajo detrás. Aquí tenemos a uno de los mayores aciertos que Netflix ha logrado ofrecer a sus suscriptores en forma de una cinta que sorprende desde el primer minuto al último. Uno de esos trabajos que no gozan del presupuesto para su mercantilización en las salas de cine pero que deja muy atrás el cine de televisión. Cuando un trabajo está bien hecho, sencillamente lo está.

Jody Hill firma ‘De caza con papá’ (2018), y lo hace mezclando todo aquello que ha aprendido en su trayectoria como guionista, director y productor. De la cinta ‘Flower’ (2017) nos trae el conflicto familiar duro pero a la vez veraz para el espectador. De ‘Joe’ (2014) recupera el drama en la montaña, la naturaleza como herramienta de unir a los personajes más dispares para que encuentren, juntos, el camino hacia el perdón. Y de la serie ‘De culo y cuesta abajo’ nos trae al siempre gamberro y energético Danny McBride como el camarógrafo Don para darle ese puntito irreverente a la cinta. Sin duda se percibe un gran esfuerzo para plantear esta cinta, que no se hace deprisa y corriendo, sino de forma meditada y estudiada, con elementos reconocibles de sus anteriores trabajos pero reformados, reasimilados para adaptarlos a la nueva historia que se pretende contar.

Claro está que el gran gancho y la gran sorpresa de la cinta es el casi irreconocible Josh Brolin, representando a Buck Ferguson, que presenta un aspecto mucho más orondo para caracterizar a un cazador deportivo rudo y con complejo de estrella de mediana edad. En nada se parece la caracterización de este personaje con los últimos trabajos de Brolin como Thanos en ‘Avengers: Infinite War’ (2018) o Cable en ‘Deadpool 2’ (2018), dónde muestra un aspecto, digitalizado o real respectivamente, mucho más en forma y musculado que en esta cinta. Pero no caigamos en engaños, porque Josh Brolin es un monstruo de la pantalla y es capaz de caracterizar igual de bien a un villano intergaláctico que a un padre ausente y tosco que quiere reconectar con su hijo preadolescente y tecnoadicto en medio de la montaña.

Este es el tercer personaje elemental de la cinta: el hijo de 12 años de Buck interpretado por Jordan Montana, al que muchos reconocerán por interpretar al hermano mayor del genio Sheldon Cooper en la serie ‘El joven Sheldon’ de la CBS. Como no podría ser de otra manera, es un chico con sus propias preocupaciones, acostumbrado a sus comodidades, no especialmente interesado en la caza que es pasión y profesión de su padre, y tremendamente enganchado a las nuevas tecnologías de la comunicación. En resumen: es un chico normal. Por tanto, Buck intentara estrechar lazos con su hijo durante la grabación de un nuevo vídeo de caza con el apoyo técnico de Don, y las cosas no salen como un padre prevé. Tendrá que aprender que las relaciones no se pueden forzar, que debe hablarle a su hijo en su propio idioma, entender su sensibilidad e inquietudes, y recuperar el terreno perdido en favor del padrastro del chico, más actual y dedicado.

Que nadie se equivoque, porque ‘De caza con papá’ no es una comedia absurda a pesar de contar con el sello de McBride. Ni siquiera se trata de una comedia aunque veamos el papel más relajado de Brolin. Más bien nos encontramos ante un estudio serio de las relaciones padre-hijo en estos días en los que la etiqueta de ‘padre’ o ‘madre’ depende más del cariño y la dedicación que del componente biológico. En los que los hijos e hijas son presas fáciles del aislamiento de su entorno al sumergirse en el entretenimiento digital, requiriendo un nuevo lenguaje de acercamiento. En la que los niños y niñas son por un lado tratados como tales y aislados del conocimiento por considerarlo tabú, pero obligados a pasar por ritos de iniciación inadecuados para sus jóvenes mentes. De todo esto y más habla Jody Hill en esta cinta de drama familiar enmascarada de comedia clásica y acertada. Es una genialidad disfrazar de comedia la reflexión dramática familiar, y el ritmo del guion es cuidado con todo detalle para que el filme no cojee y se mantenga justo en la línea, sin volverse demasiado agridulce o caer en la comedia banal que rompe el objetivo reflexivo.

Una cinta que sorprende, educa y enmascara potentes mensajes secundarios en la comedia. Un acierto para Netflix y todo el que tenga la suerte de visualizarla. Así se caza un éxito rotundo.

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