29 marzo, 2024
Aprovechamos el paso de la mítica banda por nuestra ciudad para hacerle unas cuantas preguntas al hombre tranquilo de Barón Rojo.

Barón Rojo es un nombre que no necesita presentación a estas alturas. De todos es sabido su lugar de preeminencia en el panorama rockero y metálico desde los primeros años de la democracia, con discos como Volumen brutal (1982) o Metalmorfosis (1983), su breve aunque glorioso éxito fuera de nuestras fronteras y las tensiones que desembocaron en el fin de la formación original. Sin embargo, y debido a que siempre han estado ahí, quizá se ha descuidado la (relativa) actualidad del grupo. Hoy vamos a subsanar eso en parte, charlando un rato con el hombre tranquilo de Barón Rojo, el guitarrista y cantante Carlos de Castro, acerca del pasado, presente y futuro de una formación esencial en la historia de nuestro Rock a través de su discografía.

Hola, Carlos. Hace poco de vuestro último bolo en la sala Fanatic de Sevilla; hemos pensado que una entrevista quizá sea más interesante que otra crónica, cosa que ya hicimos el año pasado en vuestra anterior visita. Así que, si te parece, vamos a empezar: treinta y tantos años de carrera… es una larga vida dedicada al Rock And Roll. ¿Cómo se maneja la presión de seguir manteniendo el tipo?

Bueno, uno se siente un poco un bicho raro. Hay poca gente que haya podido mantenerse tantos años; y es que esto no es una profesión, es casi un milagro. Por alguna razón nosotros sí hemos podido, y tanto mi hermano (Armando de Castro) como yo nunca hemos estado fuera del negocio de la música. Hemos tenido altos y bajos, más o menos trabajo, pero siempre hemos estado en la carretera.

¿Cómo surgió la colaboración de Mel Collins en Volumen brutal?

Eso fue porque estábamos en Londres y creo que fue a nuestro productor, Vicente «Mariscal» Romero, que le dijimos que queríamos meter un solo de saxo. Uno de los saxofonistas que estaba disponible en la época era Mel Collins. Para nosotros, que habíamos escuchado mucho a King Crimson y que sabíamos que también había colaborado con The Rolling Stones o en el primer disco de Bad Company, fue una auténtica pasada. Recuerdo también que fue un poco difícil para él, porque el solo estaba en un tono diferente al que suelen utilizar los saxofonistas…

No sé si sabes que está de nuevo en King Crimson.

Pues no, la verdad es que no he sabido de él ni de King Crimson desde que Robert Fripp se puso a hacer otro tipo de cosas, más alejadas del rock.

Pues sí, ahora están girando con una formación de septeto. Llevan tres baterías.

¿Tres baterías? Eso debe sonar, como mínimo, diferente… (risas).

A propósito: ¿podemos esperar una Metalmorfosis de Barón Rojo a estas alturas?

Si no hemos cambiado en tantos años…  es muy difícil que cambiemos ahora. Cambiar sería, además, muy arriesgado. Con el negocio tan mal es más interesante seguir en nuestro estilo; quién sabe si las modas vuelven a pasarnos cerca.

¿Queda todavía algún lugar para la marcha?

Sí, hombre, joder. Sí, algo que definitivamente funciona son las actuaciones en directo; ahí hay siempre muy buen rollo. Si hay algo que no han conseguido cargarse son las actuaciones en directo. Todavía existe quien se arriesga a programar una actuación y cobrar una entrada.

¿Crees que España es una tierra de nadie en lo musical?

Etimológicamente es un término que pertenece a la jerga militar. Designa ese pedazo de tierra en disputa sobre el que un día avanzaban los unos y el siguiente los otros… Quizá sí ha sido nuestro síndrome. En Barón Rojo siempre hemos tratado de llevar nuestra manera de pensar a las canciones, no dejarnos manejar en ningún sentido con respecto a todos los aspectos de la vida: la política… no sé, los alimentos, incluso la polución. No tenemos clichés conformados por ningún tipo de ideología.

¿Pensáis alguna vez en el momento de decir «no va más»?

No (rotundo). Evidentemente, el retiro es algo que llegará algún día, por una cuestión simple, de salud. Pero mientras el cuerpo aguante seguiremos yendo a por todas.

¿Quién es el más obstinado de la banda?

Seguramente, yo (ríe).

¿No crees que puede tener una parte positiva, relativa a la constancia?

Eso son defectos de la personalidad; en general, ser obstinado no es demasiado positivo, pero como todo es opinable… La parte contraria puede tener razón.

Vuestro mayor desafío sería…

Conseguir actuar en Estados Unidos. A América del Sur hemos ido mucho, y de hecho ahora vamos a ir a México y otros lugares para unas cuantas fechas, pero a Estados Unidos no ha habido manera de hacerlo.

¿Cuál es vuestra arma secreta en directo?

El feeling y la sensibilidad. Entre todos, y sobre todo mi hermano y yo, tenemos un sentido musical que nos hace desempeñar una labor lo más fina posible dentro del rock duro. Es algo que nos hace tener fuerza, pero también sensibilidad.

Si me permites decirlo, yo diría que vuestra gran baza es, simple y llanamente, la increíble colección de canciones que tenéis. Los temas menos conocidos suenan tan bien como los antiguos.

Ahí está el tema de la coherencia. Mantenemos buena parte del repertorio reciente, pero también somos conscientes de que la gente quiere escuchar los clásicos. Si eso es un arma secreta…

¿Habrá 40+?

Sí; además, si te fijas, no falta tanto. ¿Que cómo lo haremos? Nadie lo sabe. Supongo que con una gira, siempre, mientras podamos. Seguir en la carretera es la mejor celebración.

Cuéntanos vuestras perversiones.

En mi caso se trata de coleccionar guitarras, pero creo que eso es algo poco pervertido. De otro tipo de perversiones no te puedo hablar. No las tengo, pero es que si las tuviera tampoco te lo diría… De las perversiones de los demás, que hablen ellos.

¿Cuántas guitarras tienes?

Tengo unas 35 guitarras.

¿Y quién tiene más, tu hermano o tú?

Bueno, Armando ha vendido muchas, ¿eh? A mí me cuesta más; a veces pienso que voy a vender alguna y luego me arrepiento; les cojo cariño…

¿Quién es la última mente de Barón Rojo?

Todos en el grupo estamos a la par… Armando y yo tenemos más capacidad de decisión; digamos que nuestras mentes tienen más aplicación en la realidad después de tantos años. Pero cualquiera que tenga una idea original tiene su oportunidad en la banda.

Oye, pude ver que en los carteles de esta última gira no aparece vuestro bajista habitual, Gorka Alegre. ¿Qué ha pasado?

Pues Gorka se marchó; tuvo un problema familiar y se marchó a su tierra, y desde entonces no sabemos nada de él.

¿A quién tenéis ahora?

Se llama Óscar Cuenca. Es una máquina; tocaba el trombón en unas giras que hicimos con vientos, y también tocó el piano en Perversiones (2003). Es un multi-instrumentista del carajo.

¿Por qué Tommy (1969)? ¿Por qué no Quadrophenia (1973), o Who’s Next (1971)?

Era la más antigua, la primera. Nos gustaba más Tommy; para nosotros era más auténtica. En su día se editó en España, pero en aquella época no tuvo mucha difusión. Fue una idea de nuestro productor. En el cine se hacen remakes. Nosotros la pusimos en nuestro contexto, y adaptamos las canciones al castellano. Y tuvimos que pedir permiso a los Who. Ellos las escucharon y finalmente las aprobaron, de modo que han quedado como una especie de «versión oficial» en español.

El año pasado pude disfrutar en directo de vuestras versiones de «The Acid Queen» y «Pinball Wizard» y, aunque al principio me desconcertó escuchar un doble bombo en un tema de The Who, me pareció una idea preciosa.

No hemos tocado muchos más desde entonces: la «Overtura», «Hacia el espejo», «No lo aceptaremos»

Muchas gracias por tu tiempo, Carlos. Ya para acabar: ¿unas palabras para vuestros fans de Sevilla?

Gracias a ti. Y, pues nada, que como siempre os estamos muy agradecidos. Este año fue bastante gente; no se llenó, pero estuvo bastante bien. Tardaremos en volver, porque han sido dos años seguidos, pero en cuanto nos echen de menos de nuevo, volveremos.

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