25 abril, 2024
Con semejante cartel, uno ya podía intuir que lo del 5 de marzo en la Sala Fanatic no iba a ser malo. Con una cola dividida en dos para dividir a menores y mayores, la gente bebía mientras escuchaba los últimos temas de Jota en sus coches

Fotografías por Marta Espinosa

Dentro ya un grupo considerable se agrupaba en primera fila. El logo de Parker, esa firma dorada tan representativa de la elegancia del álbum, aparecía en la pantalla. “Por favor, que usen la pantalla para algo más que eso” pensé, y vaya si la usaron.

Mientras la sala iba llenándose y riesgo de caer en aburrimiento, alguien infló un globo naranja y lo lanzó al aire, iniciando así ese juego de intentar que el globo no toque el suelo. Challange accepted.

Y con el globo naranja sobrevolando nuestras cabezas,  de la larga plataforma de la sala que conecta con el backstage, surgieron tres sombras. Lo de después es uno de esos descubrimientos en el terreno auténtico: el escenario. Seré sincero, no conocía a Kikerón Jiménez, pero ojo con lo que es capaz de ofrecer. Le acompañaban ADS (Martín McFly y Anónimo Fernández) y Dj Crazyhall (a los que quizá se les podía pedir algo de más fuerza ahí arriba). Dando mecha a su último trabajo, Sevilla Horror Story, Kikerón ofreció un directo con actitud y un digno comienzo de bolo que no hace más que presagiar más buenos directos en el futuro.

Con la posterior entrada de Dj Rune a la mesa, el ambiente empezó a caldearse. Entre gritos y coreos, uno de los Djs y productores más talentosos de la escena, animó comenzando la minisesión con “Alright” de Kendrick Lamar. Pum. Primer golpe duro, manos en el aire.

Luces fuera, en la pantalla aparece ese tráiler de Parker con la voz de Jotandjota explicando el porqué de hacer música, de romper ese miedo de exponer lo que sentimos por dentro “porque eso quedará ahí para siempre”.

Jota y Trafik entraron en el escenario chocando las manos al público, a su público, porque la unión entre una audiencia entregada y el artista era fácil de notar.

El mayor riesgo de una lista de invitados larga es que acabe resultando un espectáculo arrítmico y la euforia se vaya perdiendo; no fue así aquella noche, pues existía (se palpaba) esa especie de “compadreo” o amistad con todos y cada uno de los invitados: con sentimiento fue la actuación de Nous Nizzy del tema “Put it Down”, simbiótica la colaboración con los chicos de El Límite o Zeropositivo y nostálgica la colaboración con Shotta, porque Jota demostró la habilidad del que sabe evolucionar sin perder de vista el pasado, recordando temas de Sincericidio e incluso V de Viñetas.

“Aprendí a rapear escuchándolo a él” exclamó Jota señalando a Toteking, maestro y alumno en un mismo escenario, deleitando con uno de los ratos más intensos, capaz de provocarnos esa sonrisa tan característica del protagonista de uno de los temas: “Alfonso Díez”.

Hubo un momento en el que juraría que el globo naranja del principio (inquieto durante todo el concierto) se mantuvo estático en el aire por la magia del momento en el que Frank Berjim comenzó con esos tímidos rasgueos de guitarra o cuando comenzaron una ronda de freestyle sin descanso.

Una noche que (estoy seguro) marcaría un antes y un después en los asistentes y, aún más, en los artistas. Porque de allí nadie salió siendo el mismo.

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