Texto y fotografías por Mario López
Sevilla no es para ellos un lugar más. La banda de Getxo grabó sus dos últimos trabajos en los estudios La Mina, así como el debut de Viento Smith, formación en la que también canta Ricardo Lezón junto a Raúl Pérez, Nacho García y David Cordero, quien tocó la batería esa noche.
Venían desde Granada, “estamos cansados” decía Gonzalo mientras se disculpaba por tener que ajustar la cejilla ya iniciado el concierto. Antes pidió entre risas si alguien podía acercarse al camerino y traer el tracklist. Falsa alarma, había uno en el escenario. Y es que el concierto empezó con cierto retraso, justo el tiempo suficiente para que la sala se llenara al completo.
Fallos menores que se olvidaron cuando “La Palma” comenzó a sonar. Pese a que del grupo original tan sólo estaban Ricardo y Gonzalo, la magia de las canciones se mantuvo intacta durante el generoso repaso a la discografía del grupo. Sonaron las últimas como “La Electricidad” o “Cae la noche” pero también esas en las que el público se anima a corear como “Los Valientes” o “Mundaka”. Hubo temas del ya lejano Mundo Marino como “Jazz” o la mítica “Islandia” y las sufridas “El alce” o “Tormentas” de Tú nunca morirás.
Desde el escenario, Ricardo hacía señas al técnico de iluminación para que apagase las luces. Quiso jugar con la voz y la música desde las sombras. Éramos nosotros quienes quedábamos expuestos a la dureza de algunas de sus letras y a esa forma tan peculiar de arrastrar las sílabas, capaz de hacer nuestras sus experiencias.
Muchos sólo destacan la aparente tristeza de sus canciones, lo encasillan en el lado de la exaltación de la nostalgia. Verdad, pero sólo en parte, pues lo que no saben ni notan es que detrás de cada canción de McEnroe se esconde esa luz capaz de aportar calidez a momentos ingratos.
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